Por Ramón Durón Ruíz (†)

El escritor, novelista y poeta libanés Kahlil Gibran, afirmó: “Aléjate de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños”.
Y es precisamente de los abuelos y de los niños de donde aprendo las mejores lecciones de vida, mismas que publico en mi libro “7 Maravillas para tu Felicidad”; en el comento una a una las maravillas que cada nuevo amanecer el universo tiene para ti, que están a tu disposición en forma gratuita para tu crecimiento espiritual, y que te ayudan a conectarte en un plano superior de armonía, alegría, salud y bienestar, produciendo por ende tu Felicidad, por ejemplo:
La maravilla de la gratitud, te dice en voz de Jean de la Bruyére que “Sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud.” Porque la palabra “gracias” es un vocablo lleno de magia, pleno de energía y de espiritualidad que te conecta con la armonía de la vida. Pareciese que “todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos, procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos.” (Daniel Defoe, escritor, periodista y espía inglés, famoso por su novela Robinson Crusoe.).
La maravilla del amor, te dice que el amor tiene la magia de transformar la vida en algo excepcional y llenando tu vida de riquezas y éxitos, te convierte en ser nuevo. Mis queridos maestros me enseñaron los cinco sentidos del cuerpo humano: el oído, la vista, el olfato, el gusto y el tacto, pero la escuela de la vida, me ha enseñado otros cinco: el sentido común, el sentido del humor, el sentido de la vida, el sentido de lo contrario y el poderoso sentido del amor.
La maravilla de la elección, La historia cuenta que el extraordinario pensador Demóstenes, eligió ser el mejor orador de Grecia a pesar de ser tartamudo. “Quien nunca elige arriesgarse, jamás logra nada.” Al respecto, el famoso navegante, Fernando de Magallanes, decía: “El único verdadero fracaso consiste en elegir no intentar.” Cada bendita mañana el universo te presenta dos opciones: amar u odiar, trabajar o ser perezoso; ser optimista o pesimista… sólo en ti radica la maravilla de la elección.
La maravilla del perdón, no es otra cosa que un ejercicio que libera tu alma, porque es terapéutica, sanadora, pues al reconciliarte amorosamente con el pasado, te libera de la pesada carga del resentimiento. La madre Teresa de Calcuta decía: “El perdón es una decisión no un sentimiento, porque cuando perdonamos, no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma.”
La maravilla de dar, te enseña que todo lo que des, te será devuelto: si das odio, recibirás odio, más si das amor, recibirás amor, es una relación perpetua e infinita. Está comprobado que dar, y hacerlo de corazón, es una llave para alcanzar la felicidad. Porque: “Las manos que dan… jamás estarán vacías” (Salomón. La Sagrada Biblia)
La maravilla de la oración, te dice que cuando entras en oración, te abres al más maravilloso encuentro con Dios, toda la magia del universo se concentra en ti y se dirige a la creación. Inicias un sorprendente proceso de renovación que vacía tu espíritu de resentimientos, de pensamientos obsesivos, de rencor y lo llena de bendiciones. La oración es higiene mental que abre tu mente y renueva tu energía, predisponiéndote a pensamientos positivos y por ende, a la recepción de todas las bendiciones que Dios tiene para ti.
La maravilla del humor, dedico mi espacio vital a dos cosas: reconocer la escuela de vida que son los abuelos que con su búsqueda inagotable de saber y sed de aprender, fluyen al ritmo de la vida ellos tienen un diálogo fecundo con su cuerpo y su espíritu, con la vida y con la muerte, con su ayer, su presente y su mañana, y a luchar por reivindicar el poder terapéutico sanador de la maravilla del humor, que te dice que estás aquí para triunfar… y ser feliz.
Lo del humor me recuerda, aquel matrimonio de Güémez que por ausencia de confianza solicitaba el divorcio; ella maestra, el diputado. Tenían como amigable componedor al viejo Filósofo, quien al llegar ante el juez le dijo:
–– La maestra se quiere divorciar por COMPATIBILIDAD DE CARÁCTERES.
El juez extrañado, lo corrige: ¿No será por “INCOMPATIBILIDAD”?
–– ¡No Señor Juez! reitera el Filósofo es por COMPATIBILIDAD, mire usted: a ella le gusta hacer deporte, a él también; a ella le gusta ir al cine, al él también; a ella le gusta bailar, a él también; a ella le gusta tomar cerveza, a él también; a ella le gustan mucho los hombres… ¡A ÉL TAMBIÉN!
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