*Los dioses se acuerdan de quienes les obedecen. Camelot.

REGRESO A CASA (LA ALDEA ME ESPERA)

El piloto anuncia que en breve despegaremos. Da su plan de vuelo Enfilaremos hacia el norte de la isla de Inglaterra, por Glasgow, al pie de los escoceses, esos que usan sus falditas cuadradas monas y son buenos para guerrear, como el actor Mel Gibson en la cinta Corazón Valiente. Pasaremos algo cerca de Groenlandia, en el GPS se ve el hielo a la derecha, se mete al Atlántico y enfila hacia Canadá, en Halifax, ahí entra a tierra y bordea Nueva York y a Ciudad de México, donde esperamos llegar casi once horas después, dependiendo el viento. Da las coordenadas, subiremos a treinta y tantos mil pies de altura, como Cornelio Reyna cantaba. El despegue es suave, mete velocidad y trepa, mueve los alerones, lo estabiliza minutos después y toma altura de crucero, dejamos la ciudad, las luces abajo impresionantes, aunque ninguna ciudad para verla desde el aire como Las Vegas o Ciudad de México, que sus millones de luces la hacen ver de otra galaxia. Anuncia la aeromoza, antes de despegar, que entre los pasajeros va alguien que tiene alergia a los cacahuates, y que por eso mismo, esperando seamos comprensivos, suprimirán el cacahuate en el menú de la noche o en el de la mañana, que dan de desayuno. No sabía que existiera eso de alergia al cacahuate, solo de olerlo, sé de alergias a las fresas, al comerlas, por ejemplo, el gobernador Miguel Alemán Velasco era alérgico a las fresas, cuando alguien le invitaba a su casa, llegaba su chef de cabecera custodiado por Montano y te pedía educado y comedido que por nada del mundo le dieras postre de fresa al jefe, una vez lo pidió ese chef en mi casa cuando yo mero era picudo y fue el candidato a gobernador de invitado a una comida de campaña con un grupo de Curas, que lo bendijeron para que ganara, y ganó. Los aviones tienen peligros, no solo al volar. Ayer Eduardo, pareja de mi hermana Flor, tomó un vuelo de Madrid a México en Iberia y a poco tiempo de ir en altura de crucero, el piloto anunció que tenían que regresar, o a Madrid o tomar un aeropuerto alterno, pues un pasajero se sentía mal. El pasajero murió en pleno vuelo, el piloto bajó en las Azores, un aeropuerto militar en Portugal y a esperar que llegaran las ambulancias y los ministerios para dar fe de la persona fallecida. Raro, pero suele suceder, que en paz descanse, quien haya sido. Aquí mi nieta Maraya dice que a dos filas de su asiento va un doctor, por lo que se ofrezca, esperemos nada.

LOS DIAS PASADOS

Tomé el último día para ir a dónde no había ido. Palacio de Buckingham, donde reina la reina pero poco aparece. Hacía calor, Londres en esta temporada es muy de contrastes, hay mañanas de gran frio y mediodías de calor, parece Orizaba, sales tapado y te destapas al mediodía. Supe que mi gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, apareció por Ciudad Mendoza, donde gobierna un buen presidente municipal, Melitón Reyes Larios, un hombre que, a sus 72 años, fue invitado a ganar la alcaldía donde nació y donde su apreciada familia ha vivido, al frente el hermano Arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, que todas las mañanas le manda su bendición Urbi et Orbi, para que gobierne bien. Yunes llegó y encontró a las adoloridas madres de los Colectivos que han perdido a sus hijas y las atendió, vi una foto donde el rictus de dolor del gobernador hace suya esa queja y ese lamento, la foto la envió doña Ángela, que allí labora. Entre Londres y camino al aeropuerto Heathrow se me iban las notas. Llegas al Palacio de Buckingham y aquello es una romería, mucha seguridad por los terroristas. Paris. Berlín, Madrid, Londres, son ciudades donde los terroristas tienen fija su mirada, y por doquier se ven moles de concreto para tapar los autos, porque ahora los usan como armas para atropellar y matar gente. Frente al Palacio hay un gran parque, gigante, niños juegan y las palomas llegan a que la gente las alimente. Caminamos cerca a un Pub, Two Chairmen, comimos un pescado empanizado, riquísimo, acompañado de chicharos y salsa tártara, escanciado con unas chelas inglesas, en la pantalla de TV estaban los rusos en el primer juego del Mundial. Ganaron, para alegría del otro ruso, Andrés Manuel. Un Uber rápido y a lanzarnos por el equipaje al hotel. Noté que rumbo al aeropuerto no tienen las grandes autopistas que tienen los americanos, y los españoles con sus autovías. De dos carriles el mayor tramo y demorado, muy demorado, lo único bueno es que salimos con tres horas de anticipación. Mi hermana Flor y mi sobrina Fernanda, y nosotros mismos, toda la familia, sentimos la nostalgia al despedirnos de ellas, Flor se queda unos días y regresa a su chamba, mi sobrina a vivir una nueva vida, la vida no le será difícil, ha estudiado, tiene preparación y buena crianza de su madre y de su abuela, que desde el cielo la sigue cuidando, habla perfecto inglés y ésta es una tierra de promisión y de brazos abiertos, aquí no ven a los migrantes que venimos de otro país, o de turistas o a quedarse, como el apestado de Trump nos ve, aquí la gente es cariñosa, amable, respetuosa, te saludan y los notas que viven en un país modernista. Le encargamos a Fernanda a Lord Mike, su esposo, que la cuide y la proteja, lo demás lo hará Dios desde el cielo. Nos la pasamos bien. Tienen historia, son los grandes inventores, la consigna dice que inventaron el fútbol para que los alemanes siempre se coronaran. Pero han parido a Shakespeare y a Fleming, inventor de la penicilina, hospital por el que pasamos cuando hicimos el recorrido en bus, y a Sir Arthur Conan Doyle, que creó a Sherlock Holmes, ah, y a Winston Churchill, que no los dejó rendirse cuando todos se lo pedían y, sobre todo, tiene una Reina. Gran país. Buena su gente, como la nuestra, donde vivo, Orizaba. Quizá por eso me sentí bien. Fue una semana donde conté lo que pude, aunque la vida es un cuento y somos todos cuentos de cuentos contando cuentos, nada, diría José Saramago.

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