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Excélsior

El poeta del amor, el escritor del pueblo y el luchador social símbolo de libertad y justicia; pero también el hombre narcisista, el diplomático en ocasiones racista, el fumador de opio y el violador de una joven de casta paria en Ceilán.

Toda la “complejidad” de Pablo Neruda (1904-1973) –“todos sus matices: sus aspectos redentores e inspiradores y sus actitudes más crueles y problemáticas”– está presente en El llamado del poeta (HarperCollins), del estadunidense Mark Eisner, considerada la biografía definitiva del chileno que obtuvo el Nobel de Literatura en 1971.

Resultado de 15 años de investigación, el libro de 625 páginas publicado en inglés el año pasado, busca echar luz sobre las tres dimensiones del autor de Canto general (1950): su poesía, su participación política y su agitada vida personal.

“Fue un hombre de complejidades. Descubrí su poesía hace 24 años y me quedé fascinado. Él siempre fue fiel a lo que creía que era el llamado del poeta; es decir, estaba convencido de que su sentido del deber como poeta entrañaba una obligación social”, afirma, su también traductor.

Pero, más allá de su poesía y de la fidelidad a sus amigos, agrega, Neruda era “un personaje complejo y colosal”. Aclara que este volumen no es imparcial ni hagiográfico. “Quiero explorar las múltiples formas en que el lector puede interpretarlo. Neruda alcanzó su fama como ‘poeta del pueblo’, al tiempo que actuaba como lo que algunos llaman ‘un comunista de champán’”.

El egresado de ciencias políticas y literatura inglesa de la Universidad de Michigan no pierde de vista que el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924) fue también senador, miembro del comité central del Partido Comunista, precandidato a la presidencia de su país y embajador en Francia.

Confiesa que uno de los actos del bardo que más le impresionó fue la violación que cometió durante su estancia en Ceilán hacia 1929. “La mujer más hermosa que Neruda vio fue una tamil de la casta paria, una ‘intocable’, que limpiaba la caja de lata que había en el fondo de su inodoro sin agua”.

Eisner cita en el libro lo que el propio poeta escribió al respecto: cómo la mujer hacía su trabajo sin mirarlo y él la llamaba sin resultado hasta que una mañana la abordó decidido a todo. “En sus escritos no hay evidencias de que haya cometido otro asalto de esta naturaleza, pero aquí describe su ejercicio de poder y privilegio sin mucha vergüenza. Durante el acto de violación, la percibe como inhumana, un pedazo de piedra”.

Así como este acto cruel, Neruda era capaz de alimentar las ilusiones de su pueblo a través de sus discursos, hacer que los jóvenes se enamoraran a partir de sus versos o de provocar el llanto de cientos de personas en su funeral.

“La obra de Neruda sigue vigente porque en ella entrega una profunda y sencilla descripción de la humanidad. No se le puede juzgar sin tomar en cuenta que siempre apoyó los movimientos estudiantiles y obreros, la Guerra Civil española, la batalla de Stalingrado y la Revolución cubana, entre otros sucesos históricos. Y, a nivel personal, él se describía como un marinero en tierra”.

Trabajo ‘in situ’

Eisner cuenta que su encuentro con la poesía de Neruda se consolidó en 1994, cuando estudió en Centroamérica, gracias a un intercambio. “Había comenzado a interesarme por él antes de aquel viaje y me llevé una edición bilingüe de sus poemas selectos que, en el futuro, me acompañarían en un espectacular recorrido”.

Señala que aquel año hizo trabajo de campo en las tierras altas de El Salvador. “La poesía de Neruda, que leía aquellas noches, hacía palpable y real la experiencia humana relacionada con la historia”.

El autor de El Neruda esencial: poemas escogidos (2004), en el que ofrece una nueva voz del poeta en inglés, indica que después de graduarse se dirigió de nuevo al sur del continente, “con aquel mismo libro gastado en mi ajada mochila verde”, y llegó a Chile.

Ya en el país andino laboró en un rancho escondido entre las montañas y el mar, visitó las casas del versificador, siguió sus pasos y entrevistó tanto a políticos como a locatarios de mercados y amas de casa que se sabían de memoria versos nerudianos como “Me gustas cuando callas, porque estás como ausente…”.

Eisner desea que el lector encuentre en su libro respuestas a preguntas como “¿qué nos aportan hoy las palabras y el ejemplo de uno de los poetas más icónicos e importantes de la resistencia del siglo pasado?, y ¿cómo pueden sus palabras mover a la acción o abrir un espacio para la reflexión, para la sanación incluso?”.