DESDE QUE Andrés Manuel López Obrador, antes de ser Presidente de la República, electo, puso sobre la mesa el tema del nuevo aeropuerto, generando la duda sobre su viabilidad y más que eso, el enorme costo que representaba ya en esos momentos la construcción, comenzó a crear temor entre los inversionistas, así como en las cerca de trescientas empresas que están trabajando desde hace mucho tiempo.

La discusión ha seguido adelante sobre esta obra que resolvería los grandes problemas que tiene el actual Aeropuerto, porque es cierto, los costos se han ido incrementando al grado de que el mismo Presidente electo, ha declarado que de seguir adelante con la construcción, el costo se elevaría a por lo menos trescientos mil millones de pesos, una cantidad que ningún mexicano, así de fácil, puede digerir.

En principio, la obra nació con un costo aproximado de los trece mil millones de dólares, pero como siempre sucede, conforme avanza la construcción, se van incrementando los precios de materiales y de servicios que las empresas contratadas tienen que resolver.

El asunto ha pasado de lo político a lo técnico y en estos momentos se elaboran informes precisos sobre el verdadero costo de la obra, con la finalidad de que el nuevo gobierno federal, lo estudie, aunque a decir verdad, en estos momentos podría salir más caro cancelarlo que seguir adelante, en virtud de que al detenerse la construcción de dicha obra, se tendrían que pagar los contratos que ya se han reconocido, incluso, por el próximo Presidente de la República, lo que implica desprenderse de nuevas cantidades económicas difíciles ya en este momento de poder aplicarse para pagar los compromisos contraídos.

El asunto, desde luego, que no es menor, sino que es un verdadero lío, un tema complejo, un problema de dinero y nada más que de dinero, porque viéndolo bien el país necesita de un aeropuerto con las características que se han presentado y que de acuerdo a los conocedores de esta materia, sería una obra importante, de grandes avances tecnológicos y se convertiría en el más grandes y mejor construido que otros que se tienen en el mundo entero.

Es necesario para el futuro del país, porque a la par, se piensa que habrá posibilidades de crecimiento en todos los sentidos y el nuevo aeropuerto favorecería estas pretensiones que se tienen de sacar a la nación del atolladero en que se encuentra y resolver, de una buena vez, el asunto de su desarrollo nacional y frente a la competencia internacional. Sin embargo, como decíamos anteriormente, el aeropuerto es una obra necesaria, pero indudablemente, que tiene un costo bastante elevado que de no aplicarse se resolverían otros problemas mas que tiene el pueblo mexicano.

Pero todo es necesario, para crecer se requiere nueva infraestructura en el país y el nuevo aeropuerto, forma parte, precisamente, del despegue de México, en el reto de lograr superar sus propios limites en materia de desarrollo. Los empresarios, en este momento, sufren por la inversión que ya se ha generado y por la exigencia que vendría, necesariamente, por el cumplimiento de los contratos que ya se han firmado y que son alrededor de doscientos sesenta, con diferentes empresas nacionales e internacionales.

Pero, los empresarios, han puesto el grito en el cielo, después de que también, en aras de la democracia en este país, el Presidente electo, ha determinado que la obra sea avalada por el pueblo, es decir, que se pretende a través de una consulta que se diga si se cancela o sigue adelante.

De ser cierta la versión de la consulta, el resultado, ya se sabe desde ahora, es decir, que ganaría la cancelación, pues la mayor parte de habitantes de este país, no usa el avión ni quiere saber nada de un aeropuerto, es decir, no les interesa y por lo tanto, propondrían que la enorme inversión que se ha hecho y que se sigue haciendo, sea considerada para otros temas como las de origen social, cubriendo necesidades médicas, seguridad, prestaciones sociales y otros casos en los que sí se encuentra identificado el pueblo mexicano.

Una consulta sobre este caso, no tendría razón de ser, porque se insiste, antes de implementarla, ya se sabría el resultado, es decir, votarían por echar a volar al aeropuerto.

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TEMAS DE GRAN TRASCENDENCIA en el país, se discuten a diario, pero la voz del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, ya no se escucha, por lo que esta dejando todo el escenario completo a tres meses y medio de que concluya su mandato, al Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, con quien ya se dirige todo mundo para dialogar sobre los grandes y complejos problemas de la nación, como es el mismo caso de la construcción del nuevo aeropuerto.

Será, dicen, que antepone el interés personal al general del país, esperando que ya termine su mandato e irse a la vida privada, porque ya no tendría caso seguir en el ambiente político, después de que su partido ya no tendrá influencia alguna en la vida política de México.

Ahora, parte de su responsabilidad como ex Presidente de la República, sería apoyar el fortalecimiento del partido que lo llevó al poder, solo por puro agradecimiento, aunque bien valdría la pena que se quedara callado, como ahora, en virtud de que como Ex-Presidente, ya no tendría voz, aunque sí voto, pero que ya no usaría para no intervenir en asuntos públicos que ya no le correspondan.
Así se explica en la actualidad, el hecho de que ya no tenga mucha presencia nacional, quien desde ahora, ya esta cediendo el espacio al futuro Presidente de la República, en aras de encontrar, primero, una buena relación con el próximo mandatario y luego, porque, políticamente, se dice, no debe interponerse en las nuevas disposiciones que se están dando, aunque bien se sabe que el Presidente es él, porque su sexenio constitucional, aún no concluye.

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NI MODO, YA ES TIEMPO de poner orden en la avenida Lázaro Cárdenas, en toda su extensión, pues desde su construcción ha generado diversos reacciones, tanto por los accidentes, como por ser el paso obligado hacia el sur-sureste de la República, de mucho tráfico, incluyendo el pesado que no ha sido limitado por muchas razones, entre ellas, la corrupción que imponen los propios agentes viales y de tránsito municipal y del Estado.

Primero, hace algunos años y durante la gestión municipal del ex alcalde Armando de la Luz, esta avenida fue motivo de restricciones, por el paso de transporte pesado y de materiales peligrosos, que obligó a tomar decisiones importantes, tanto que el transporte pesado, solo podría circular por las noches en horario determinado. Posteriormente, las nuevas administraciones municipales y estatales, le dieron otro giro a estas disposiciones, de tal manera, que no se han resuelto, para nada, todo el complejo problema vial que representa.

Soluciones debe haber y seguramente que de manera técnica, ya existen proyectos para ponerlos en práctica, pero que todo indica que no hay voluntad para hacerlo, tanto a nivel municipal como estatal, donde lo más sobresaliente es la inversión cuantiosa que se tiene que hacer, pero ni modo, ya es tiempo de hacer algo y poner el orden necesario, antes que sucedan mayores consecuencias en este tramo.

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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.

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