*De Juan Rulfo: “Desgraciadamente yo no tuve quien me contara cuentos; en nuestro pueblo la gente es cerrada, sí, completamente, uno es un extranjero ahí”. Camelot

EN LA CUENCA/TIERRA BLANCA

Muy temprano, a media semana partí a ese pueblo que, a la entrada, tiene una manta que dice: Bienvenidos a Tierra Banca, tierra de sol”. Allí donde un cierto mal día enlutaron al pueblo y unos malos policías en contubernio con delincuentes, quitaron la vida a unos jóvenes, noticia que se volvió mundial. Llegué por ese sitio, por allí pasé, vi la rotonda de las caritas sonrientes y el pequeño minibusto del Héroe de Nacozari, Jesús García Corona, el otro héroe sin busto, es el sempiterno y cuestionado líder, Víctor Flores Morales, reelegido por 29 años, a quien el amoroso sexenio de AMLO ya les perdonó, y con palabras como de la Biblia, les dice a todos, incluido el gabinete de Peña Nieto, que están perdonados. “Porque si perdonas a los otros de sus transgresiones, también tú serás perdonado”, dice la frase bíblica. O sea, puro choro. Entré a la una y piquito, cuando el calor arreciaba y estaba a 32 grados a la sombra, fui a la cabina de la afamada radio XHJF y vi a Ana María Vela, nuestra Carmen Aristegui, en vivo y a todo color, saludé a Teodora, fiel asistente de muchísimos años, y a la eficiente contadora, Johana Capistrán, también al periodista, Manuel Regueira, Víctor Hugo Alvarado, grandes colaboradores, y a mi sobrino Javier. Un rato después de estar en vivo y ver la transmisión en Facebook de ese muy escuchado noticiero, partí al café de siempre, el del frente al palacio municipal y el parque Juárez, uno que antes era franquicia y ahora se llama Corazón de Amaranto, bien montado, frente a esa plancha de ese horrible parque que un alcalde panista, Tito Delfín Cano, desgració y parecería que no era nativo de ese pueblo (algunos decían que era de Loma Bonita, Oaxaca, la ciudad de las tres mentiras. Porque ni está en una loma, ni es bonita ni tampoco se sienten de Oaxaca. Como Santillana del Mar, en España, en la Cantabria, que ni es santa, ni llana y no tiene mar). Caminé el parque y llegué a lo que era el cine Margo. Cascarón abandonado.

EL PARQUE DEL PUEBLO

Ese pueblo tenía en la época de hace 50 años, tres cines: el Margo, Tierra Blanca y Sección 25, de los ferrocarrileros, como la canción de los perritos, ahora ya no tiene nada, nada, nada. Di grasa a mis zapatos y platiqué con el bolero más antiguo de ese parque, Martín Guevara, que tiene la friolera de 55 años trabajando allí. Recordamos los grandes bailes, cuando el parque Juárez lo cerraban con alambrada para que tocaran grandes orquestas, Carlos Campos, Pablo Beltrán Ruiz y todos los de esa época. Allí me tomé un café y me acordé que la última vez hace poco más de un año, cuando fui por última vez, platiqué con Kamalucas, ahora anda en el cielo al lado del señor haciendo sus reseñas. Ese Parque Juárez tenía una fuente grande y un hemiciclo que instaló Segundo Verde Sánchez, dos veces alcalde del pueblo. Allí se daba el Grito de Independencia. Era chiquito, lo desaparecieron estos bárbaros panistas, era como un símbolo del pueblo que, en la parte de atrás, están las vías y una máquina de vapor, símbolo de ese pueblo ferrocarrilero que llegó a tener 5 mil trabajadores y talleres y mesa redonda, un emporio del ferrocarril que también achicaron y redujeron para hacerlo punto menos que nada, como los trenes, que circulaban por todo el país y ahora no hay casi ninguno de pasajeros. Signo de esos tiempos cuando llegó la modernidad y el país nuestro no supo voltear a otro lado, porque en todos lados del mundo se modernizaron, España con sus trenes de alta velocidad (AVE), y toda Europa y Estados Unidos con los Amtrack, aquí como el chinito, solo nos quedamos milando. El parque ahora es una plancha de cemento y adoquín sin ningún chiste, sin ningún valor para que las familias vayan a quitarse el calor o pasar la tarde, caminas y en el cemento rebota el calor a la cara. Tumbaron los árboles que había y es una verdadera porquería, un parque de pueblo muy amolado, muy sin gusto. Tierra Blanca ha tenido mala suerte. Le han tocado alcaldes muy malos, y algunos, o casi la mayoría, muy corruptos, como ese panista que apenas salió en el pasado, Saúl Lara González. Ciudad muy panista, de nada le valieron los cambios, están peor que cuando el PRI los gobernaba mal. Ojalá y el que está ahora vaya a ese parque y lo componga. Total, solo cruza la calle, pues le queda enfrente.

COMIDA ENTRE AMIGOS

Nos habíamos convocado a comer en la casa de mi hermano Enrique, el doctor Alfonso Arcos, Beto Ávila, Juan Lavalle, Fernando Pavón, Tito Mexicano (Gilberto Mexicano Viveros) y Tomás Ramón. Sucede que Genaro Hernández y su hijo, el chef Juan Genaro Hernández Ruiz, amenazaron que harían unas costillas en barbicui, y unas manitas de cochino, y unas cervecitas, riquísima la comida, allí se nos fue la tarde entre remembranzas, en lo que mandaba traer mi dotación de tamales de elote y las afamadas chancletas, únicas allí. El doctor Arcos es quien lleva la batuta, debe traer un baúl y un saco de cuentos, podría tener un programa de radio como el de Tres Patines. Contó uno de un personaje que se llamaba Eulogio y acabó siendo llamado Coné. Sucede que le decían ‘Ulogio’, y él siempre les rectificaba: “Con e”, “Ah, Coné, decía el otro. Así se llamó por siempre. Y el del nieto del general terrablanquense, a quien llamaban General Matón, y él tipo respondía que en la revolución había que matar. “No, le dicen a usted General Matón, porque andaba huyendo entre las matas, entre los matorrales, de mata en mata”.

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