Lugar:
Fuente:
Presencia.mx

En el proceso de sembrar y cultivar papa, un campesino promedio puede usar más de 18 agroquímicos tóxicos, que dañan la salud, pero además contaminan el agua.

En Perote hay más de 300 productores dedicados a este cultivo, la mayoría usa químicos porque les permiten cosechas más rápidas, productos más grandes y sin defectos estéticos a la vista que son de fácil comercialización.

Por eso cuando Humberto y Leopoldo desafiaron una tradición de generaciones para anunciar que sembrarían libres de químicos con métodos agroecológicos, fueron tachados de locos soñadores.

Guiados por la organización Senderos y Encuentros para un Desarrollo Autónomo Sustentable (Sendas AC), iniciaron la preparación de su propio abono con productos de la región, evitaron los fungicidas y nematicidas, y lograron lo que parecía increíble a los ojos de los demás productores, una cosecha exitosa: 400 rejas, más de ocho toneladas de papa.

Los retos no fueron menores, había que hacer más trabajo en la preparación de abono y cultivos naturales, trabajar más la tierra, pero sobre todo ir contra la corriente de 40 años de tradición papera.

A estos dos campesinos los separan más de 27 años de diferencia de edad, pero el éxito de la primera cosecha los animó a continuar juntos en el camino.

Ahora no comen papas que no sean de su cosecha, sueñan con hacer una biofábrica en su región y poco a poco han generado la curiosidad en otros productores que quieren experimentar con su abono orgánico.

Humberto: romper con una tradición generacional

Una línea recta de cultivo de papa morada divide el terreno de Humberto, del resto de la parcela de su familia, un pequeño anuncio indica que ahí el cultivo es libre de agroquímicos.

Proviene de una generación de agricultores dedicados a la papa, desde que era niño iba a los campos con el azadón, pero un día decidió cambiar la forma de hacer las cosas.

Humberto entierra sus manos en la tierra, arranca la planta y de ahí brotan unas cinco papas, las muestra con orgullo, unas son moradas, otras blancas, mientras cuenta que están libres de químicos, que son papas saludables.

Unirse a la reconversión del cultivo también lo impulsó a estudiar una licenciatura en agroecología y ahí entendió a la tierra: “Yo pensaba que solo era la superficie, que no había vida, pero abajo hay miles de microorganismos que generan la vida, y fortalecen a la papa, nosotros los matamos con los químicos”.

Su amor por la tierra lo hace tener paciencia en su cosecha, la primera vez sacó diez cajas, pero la segunda vez con más experiencia y mejor abono, logró 60 cajas y una buena ganancia, pues por ser cultivada de forma natural, el kilo de papa se vende a 20 pesos y no está sujeto al vaivén del precio comercial.

Poco a poco su forma de hacer las cosas también ha permeado en su familia, las parcelas que tienen de maíz ya no se fumigan con químicos, sino con los abonos que él prepara. Y además, su familia completa no come papas de la cosecha tradicional, se escogen solo las papa de la parcela de Humberto que son más saludables.

Ahora sus sueños se centran en la biofábrica, donde podrían preparar abono en grandes cantidades que pueden ofertar a otros productores, y así ir cambiado la forma de cosecha en la región.

“Para nosotros esto no es un experimento ni juego, de esto vivimos, sino logramos resultados, entonces nos va mal a todos y con qué damos de comer a nuestra familia, por eso debemos hacer que esto funcione”, advierte.

Humberto recuerda cuando iba a cosechar a Oyameles, Puebla, el olor de químicos se impregnaba en la nariz, ahí dice ya no hay vegetación, son kilómetros de llanos destinados a la cosecha de papa cuyo comprador es la trasnacional que hace Sabritas.

Para él, ese es un mal recuerdo que dice no volverá a vivir, pues con su nueva cosecha busca nuevos mercados para comercializar en Xalapa, o prueba convirtiendo sus papas en fritas embolsadas para venderlas más fácilmente.

Leopoldo, cuidar la salud de la familia

El Furadán, es un plaguicida altamente tóxico. En su etiqueta se advierte: No se aplique si hay viento de más de 15 kilómetros por hora, ni si hay calor intenso, además de otra larga lista de contraindicaciones.

Leopoldo cayó dos veces desmayado después de aplicarlo en su cultivo de papa, y esa fue una poderosa razón para hacer un cambio de vida.

“Fue por nuestra salud, porque vivimos de la papa, yo con mi hijo Saúl nos intoxicamos y entonces decidimos no volver a trabajar con químicos, y nos acercamos a organizaciones para pedir ayuda”, cuenta.

Con más de 40 años en la producción de papa, dice que lo más difícil es comercializar en el mercado, que generalmente está acostumbrado a productos bonitos, que cree de más calidad.

Aunque sabe que por ahora no puede competir con los productores “tradicionales”, pues la producción no es mucha, trabaja junto con Sendas y Humberto para experimentar nuevos abonos que mejoren el rendimiento.

“Si es difícil, me decían que estaba loco, que no era rentable, pero yo demostré que esta nueva forma funciona”.

Para Leopoldo otro reto importante es concientizar al consumidor, “que sepa lo que está comiendo, que conozca que la calidad no va ligada a la estética del producto, y que cuando compra papas con químicos arriesga su salud”.

Su familia completa ha cambiado la forma de consumo, gran parte de los alimentos que llevan a la mesa se siembran libres de químicos en sus parcelas.

Con esta nueva forma de cultivo, su tierra también se ha ido recuperando del degaste de años de uso de químicos, y así empezar nuevos ciclos.

El reto de la agricultura sin químicos: Sendas AC

Silvino Espinoza, agrónomo de Sendas, cuenta que abrir una línea de trabajo con alternativas productivas agroecológicas en Perote era un volado.

Lo habían intentado en San Andrés Tlalnelhuayocan, pero ahí, si funcionaba podría abrir muchas puertas, pero si fracasaban, las puertas se cerrarían para siempre, por eso la apuesta era mucha.

Afortunadamente la propuesta funcionó, hubo productores interesados en mejorar el sistema de cultivos, y evitar los impactos negativos a la salud y el medio ambiente.

“El primer ciclo de producción fue positivo, lo que abrió las puertas, para ampliar el número de productores, pero además incorporar a las familias en una nueva forma de producir alimentos”, cuenta.

Silvino nos lleva en su vocho todo terreno por veredas de conocedor experto, cuando habla del proyecto lo hace emocionado, sonríe abiertamente cuando relata que cada vez más productores preguntan por “eso” que hacen con la papas.

Su meta es incluir en este nuevo aprendizaje a los niños y los jóvenes, quiere que las parcelas sean más integrales, que haya plantas frutales, árboles repelentes, verduras, y no solo el cultivo de la papa.

“No es un meta de dos años, es un largo camino de trabajo, pero lo estamos logrando”, dice con la esperanza de haber sembrado una semilla única en la región.

¿Dónde comprar las papas agroecológicas?

Sendas AC quien lidera el proyecto también busca comercializar las papas libres de químicos de estos productores, si te interesa adquirir el producto puedes marcar al: 2281 698773 y al 2281 545413 en Sendas, o visitar su página en Facebook: SENDAS AC o Productos y Servicios de la Cuenca del río Pixquiac.

Miércoles entregas en Xalapa en oficina de SENDAS: Violeta 7, interior 2 colonia Salud. Los viernes entregas en Coatepec.