La novela es una panorámica de una sociedad rusa en un proceso de cambio, tenso y difícil, entre un mundo que acaba y otro que está por nacer. Está presente el debate entre los partidarios de la transformación y los defensores de la tradición.

Rubén Aguilar
Rubén Aguilar
Rubén Aguilar Valenzuela: Socio fundador de Afan Consultores Internacionales, S.C. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor en el Departamento de Comunicaciones y Ciencias Políticas de la Universidad Iberoamericana. Publica semanalmente en divers
Padres e hijos

Iván Turgénev

Editorial Lectorum

México, 2014

pp. 230

En 1860, Iván Serguéievich Turgénev (1818-1886) empieza a escribir la novela que termina un año después. En 1861, el zar Alejandro II decreta la abolición de la esclavitud. La obra, por entregas, se publica en 1862 en El Mensajero Ruso (Russki Viéstnik), periódico de derecha. La crítica considera que Padres e hijos es la mejor novela del autor y una de las más representativas del realismo ruso.

Turguénev describe con precisión a los personajes de la Rusia de la segunda mitad del siglo XIX; los integrantes de la pequeña nobleza, los funcionarios públicos en retiro y los campesinos recién liberados de la servidumbre. Ofrece también una minuciosa descripción de su vida cotidiana y del entorno que la rodea.

La novela es una panorámica de una sociedad en un proceso de cambio, tenso y difícil, entre un mundo que acaba y otro que está por nacer. Está presente el debate entre los partidarios de la transformación y los defensores de la tradición.

Bazárov y Kirsánov, personajes centrales de la novela, son dos arquetipos de lo que ocurre en la Rusia del siglo XIX. Estos jóvenes, que acaban de terminar la universidad, con sus ideas y manera de ser muestran la distancia que existe entre el pensamiento conservador y el moderno.

El reencuentro con sus padres pone en evidencia el conflicto generacional de una Rusia que debe de ver hacia el futuro. Turguénev expone los valores, ideas, opiniones y visiones de la política que tienen padres e hijos. Viven en mudo distintos.

En la novela, se traza el conflicto entre la generación del pasado, que tiene buenas intenciones, y la juventud nihilista que anuncia la Revolución. Turguénev anticipa la evolución política de su país y la rebeldía de los jóvenes ante el estado zarista.

El personaje de Bazárov representa a muchos jóvenes que ya están presentes en el mundo de las universidades rusas. Su ideología todavía no está del todo definida, saben lo que no quieren, pero todavía no hay precisión de lo que proponen.

Son los precursores de los revolucionarios que en 1881 matan al zar Alejandro II. La izquierda y la derecha reaccionan molestos contra la obra. Turguénev les responde que en Rusia se representa a la juventud solo como una masa belicosa o como fiel a los preceptos que han heredado.

Él, ante este tratamiento, opta por el punto medio. Los jóvenes quieren el cambio, pero no pueden rechazar del todo su pasado. Viven en la contradicción entre lo viejo y lo nuevo.

Turguénev, contemporáneo de Tolstói y Dostoyevski, se separa del romanticismo de la época y muestra la realidad tal cuál es. En esa visión hay una evidente crítica social, aunque disimulada. Sus escritos eran siempre perseguidos por las autoridades.

De este texto se sabe que Turguénev hizo muchas revisiones, para evitar fuera censurada y también para que no se viera como una apología al nihilismo. En su tiempo la obra causó polémica y a su autor trajo la enemistad de izquierdas y derechas. Ni unos ni otros quedaron satisfechos con la historia que plantea.

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La novela está ambientada en los tiempos de la abolición de la servidumbre en Rusia. El país vive un momento donde una era está a punto de terminar y otra de nacer. En ese horizonte dos estudiantes, Evguéni Bazárov y Arkadi Kirsánov, regresan a sus casas, en la provincia, después de graduarse en la universidad. Han pasado tres años de que dejaron su hogar.

En el viaje de regreso Evguéni se queda unos días en la hacienda de la familia Arkadi, en Máryino. Ahí viven su padre, Nikolái y su tío Pável, un militar retirado de modales refinados. Al llegar se entera que su padre tiene una relación de pareja con Fiéniechka, una mujer del servicio que le ha dado un hijo.

Bazárov, que se define como un nihilista, es crítico de la vida que se vive en la hacienda y del trato que se da a los siervos recién liberados. Para él, la familia Kirsánov siguen siendo parte de la Rusia vieja y conservadora, que no terminan por cambiar y aceptar la nueva realidad. Él, con sus ideas, entra en continuo conflicto con Pável, de actitudes y costumbre aristocráticas.

Un pariente de Arkadi llega a la ciudad y los dos jóvenes van a encontrase con él. En la cena conocen a Anna Serguieievna, una joven viuda seis años mayor que ellos, que los invita a visitarla en su hacienda de Nikólskoe. Ahí vivió con su esposo Odintsov. Los dos quedan muy impresionados. Nunca antes habían conocido a alguien como ella.

Al día siguiente viajan al lugar y ahí conocen a Katia, hermana de Anna, y a una princesa que es su tía. En los días en Nikólskoe, Bazaróv y Anna discuten con frecuencia. Entablan una relación platónica. Al mismo tiempo Arkadi, que está enamorado de Anna, se acerca a Katia. La relación de los amigos se tensa. Deciden dejar la hacienda e ir a casa de Bazaróv.

Los padres a su llegada se ponen felices y le hacen todo tipo de agasajos que él rechaza. Los jóvenes, ante la inactividad, deciden regresar a la hacienda de Arkadi. Antes pasan por Nikólskoe, pero Anna no los recibe bien y deciden seguir su camino. Arkadi, sin avisar a Bazaróv, va en busca de Katia y la declara su amor. Pide su mano.

Bazárov, se queda en casa de los Kirsánov, y continúa discutiendo con Pavel. El joven coquetea con Fiéniechka y un día la besa y ésta lo rechaza. Ellos no se dan cuenta que Pavel observa la escena. Éste, sin darle razones, reta a duelo a Bazárov. En él Pavel resulta herido en la pierna. El joven tiene derecho a utilizar una segunda bala, pero no lo hace.

Bazárov emprende el camino a su casa, pero antes hace una visita rápida a Anna. Ella le dice que a malentendido sus sentimientos. Se frustra. Antes de irse se encuentra con Arkadi y se despiden. Saben que nunca más se van a encontrar. Los dos van a tomar caminos diferentes.

Ya con sus padres, Bazárov preso de la melancolía, en la que su nihilismo le prohibe caer, extraña a Anna. Un día, un campesino llega a la casa a pedir ayuda para su hermano que tiene tifus. Ya nada se puede hacer y el campesino muere. Al día siguiente Bazárov ayudar al médico local a hacerle la autopsia. Se corta un dedo y se contagia. No tiene remedio. Avisa a Anna de su situación. Ella lo vista antes de que muera.

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Iván Serguéievich Turguénev. Nace en 1818 en Oriol, Rusia, y muere en 1886, en Bougival, Francia. Es hijo de una familia con dinero. Su niñez y juventud la pasa en la hacienda de sus padres. Ahí tuvo contacto cercano con los siervos y su estilo de vida. Su madre, una mujer muy violenta, lo hacía azotar con frecuencia. Él decía que experimentó en carne propia lo que soportaban los siervos dependientes del señor de la hacienda.

Estudió letras en la Universidad de Moscú y San Petesburgo, después hizo cursos en la Universidad de Berlín. Su situación económica está resuelta y se dedica a la escritura. Su primer éxito fue Memorias de un cazador, donde describe la vida de los campesinos. Rompe con el estilo idealizado que se tenía de la vida de los siervos. A la muerte de Nikolái Gógol, Turguénev escribió un texto en su honor que no gustó a las autoridades rusas, lo tienen un mes en la cárcel y un año encerrado en su hacienda.

En 1856, cuando ya puede viajar al extranjero, decide establecer en París de manera definitiva. Su presencia en la capital francesa contribuye a que se le conozca en Europa. A su vez, el nuevo entorno, influye en sus escritos. ​En Francia entró en contacto con reconocidos escritores como Maupassant y Flaubert. Murió en Bougival, cerca de París, el 29 de agosto de 1882. Está enterrado en el cementerio de San Petesburgo.

@RubenAguilar

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