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El Financiero

Un día después de ganar las elecciones presidenciales de México del 1 de julio, Andrés Manuel López Obrador recibió una llamada de felicitación de Donald Trump. Pero el mandatario estadounidense tenía algo más importante en mente: ¿consideraría el nuevo presidente mexicano un acuerdo comercial bilateral?

El futuro presidente de México respondió que estaría «abierto a la posibilidad» en caso de que no se lograra un acuerdo trilateral que también incluyera a Canadá, dijo Héctor Vasconcelos, un importante asesor de política exterior de la campaña de López Obrador que escuchó la llamada del 2 de julio.

La respuesta de López Obrador marcó un momento crucial tras un polémico año de negociaciones entre Estados Unidos, Canadá y México para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un mercado regional de más de un billón de dólares anuales.

Hasta entonces, México y Canadá habían trabajado juntos para contrarrestar el peso económico y político de Estados Unidos y de la exigencia de Trump de lograr más beneficios para su país tras llamar repetidamente al TLCAN un «desastre» para los trabajadores estadounidenses.

Pero la victoria electoral de López Obrador, un candidato opositor de izquierda, le dio a Trump la oportunidad de dividir a México y Canadá y de lograr un acuerdo como él quería: bilateral.

«Creo que estoy mejor (con López Obrador) que con el capitalista», dijo Trump el mes pasado a sus seguidores en Virginia Occidental, refiriéndose al presidente saliente de México, Enrique Peña Nieto.

El cambio en la posición de México ocurrió cuando las administraciones entrante y saliente se dieron cuenta de que un acuerdo comercial con Estados Unidos antes del cambio presidencial del 1 de diciembre convenía más a sus intereses, según más de una docena de entrevistas con personas familiarizadas con las conversaciones.

El nuevo gobierno de López Obrador estaba ansioso por eludir conflictos con Trump y centrarse en asuntos internos.

El presidente electo de México -que tiene poco entusiasmo por las relaciones exteriores- quiso evitar el dolor de cabeza de navegar una compleja negociación comercial dejada por un gobierno anterior, dijeron a Reuters tres altos personajes de la administración entrante.

«La mejor política exterior es la interior», ha dicho López Obrador en varias ocasiones.

El equipo saliente de Peña Nieto quería rescatar un logro tangible tras las duras negociaciones, que eclipsaron el último tercio de su presidencia, obstaculizaron la inversión y golpearon a la moneda mexicana, el peso, según fuentes cercanas a las conversaciones.

Si bien las leyes mexicanas no permiten la reelección del presidente, el candidato a la presidencia que respaldaba Peña Nieto perdió por un amplio margen.

A lo largo de gran parte de las conversaciones, el equipo de Peña Nieto había razonado que, en conjunto, Canadá y México tenían más influencia en las negociaciones de temas que se inclinaban más hacia Estados Unidos.

México envía cerca del 80 por ciento de sus exportaciones a Estados Unidos y Canadá alrededor del 75 por ciento. Juntos, México y Canadá representan poco más de un tercio de las exportaciones de Estados Unidos.

Pero el 27 de agosto, menos de dos meses después de la llamada de Trump a López Obrador, los negociadores de ambos países llegaron a un acuerdo.

«Llegamos a un momento donde México tenía que ver por México», dijo Moisés Kalach, encargado del sector privado mexicano en la renegociación del TLCAN.

Funcionarios mexicanos señalan que Canadá había dicho anteriormente que podría tomar el mismo camino. A inicios del año pasado, el embajador de Canadá en Washington, David MacNaughton, dijo públicamente que Canadá actuaría de manera trilateral o bilateral según sus intereses.

La oficina de la canciller de Canadá, Chrystia Freeland, rechazó hacer comentarios sobre el acuerdo entre Estados Unidos y México o su impacto en las conversaciones en curso de Canadá con Estados Unidos. La Casa Blanca tampoco respondió a preguntas de Reuters al respecto.

El pacto entre Estados Unidos y México ha provocado que muchos líderes empresariales y políticos de Canadá aumenten la presión sobre el primer ministro Justin Trudeau para que confeccione su propio acuerdo con Estados Unidos.

México debilitó el poder de negociación de Canadá cuando cedió en algunos temas importantes para Ottawa, incluyendo un mecanismo para resolver disputas entre los socios del TLCAN conocido como Capítulo 19 que, según funcionarios canadienses, ofrece protección contra prácticas comerciales desleales.

Canadá utilizó el proceso para defender sus exportaciones de madera frente a las acusaciones de Estados Unidos de que el producto está injustamente subsidiado. Canadá también se resiste a las demandas estadounidenses de abrir su industria láctea protegida a competidores de Estados Unidos.

Funcionarios canadienses creen que México cedió demasiado en el acuerdo, dijo un influyente líder sindical del sector privado con estrechos vínculos con los negociadores de Canadá.

«Hay una sensación general de que los mexicanos capitularon en algunas áreas clave», dijo el presidente de Unifor, Jerry Dias, en una entrevista telefónica.

Peña Nieto necesitaba un acuerdo para finales de agosto. Más tarde ya no podría firmarlo antes de abandonar el cargo el 30 de noviembre porque el Congreso estadounidense podría tardar 90 días en revisarlo y aprobarlo.

Trump todavía enfrenta cierta oposición de miembros de su partido Republicano en el Congreso que favorecen un acuerdo trilateral, además del riesgo de que los republicanos pierdan la mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado en las elecciones de mitad de período, el 6 de noviembre.

El acuerdo de Trump con México podría ayudar a su partido en las elecciones porque muchos estados que votaron por él en 2016 se habrían visto perjudicados por un colapso en el comercio con México, dijo Moisés Kalach.

Las conexiones personales también allanaron el camino a un acuerdo. Entre los líderes de la negociación mexicana se encontraba Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno saliente, quien forjó una relación con el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner. Ambos se conocieron por conexiones en Wall Street antes de la asunción de Trump en 2017.

La llegada del representante de López Obrador en las negociaciones, Jesús Seade, también aceleró el proceso. Videgaray dijo a la televisión mexicana que fue Seade quien destrabó las conversaciones sobre la demanda de Estados Unidos de contar con una llamada «cláusula de extinción» que podría cancelar el TLCAN en caso de que no se revisara en cinco años.

La relación de Videgaray con Kushner, un participante regular en las conversaciones, resultó vital para contener las tensiones y mantener las negociaciones, dijo Gustavo de Hoyos, jefe de la confederación de empresarios mexicanos Coparmex.

«Videgaray ha sido el secretario de Relaciones Exteriores de México que ha tenido más acceso a la Casa Blanca en muchos años», destacó.

Con una fecha límite mutuamente aceptada, ambas partes salieron de las negociaciones con algunas victorias.

Negociadores de México convencieron a Washington de eliminar la demanda de restricciones a las importaciones estacionales de alimentos y de mantener una exención otorgada en virtud del TLCAN de los aranceles industriales impuestos por Estados Unidos bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Es probable que Estados Unidos retenga más empleos en la industria automotriz después de que México acordó imponer requisitos mínimos de salario a la industria: al menos 16 dólares por hora para entre 40 y 45 por ciento de los trabajadores, cinco veces más que ahora.

Peña Nieto se había resistido a esa solicitud como una intromisión proteccionista en los asuntos laborales mexicanos. López Obrador fue más solidario, dijo Dias, del sindicato canadiense Unifor.

López Obrador quiere mejorar los salarios y persuadir a Trump para ayudar a fomentar el desarrollo económico de México como una manera de frenar la migración de mexicanos a Estados Unidos.

Para México, cerrar un acuerdo sin Canadá ha ayudado a aplacar a Trump, y ha disipado gran parte de la persistente incertidumbre sobre el comercio.

«Teníamos que tomar una decisión si queríamos seguir adelante con el acuerdo que protegía los intereses de nuestro país o poner en riesgo precisamente esos intereses por esperar a Canadá», dijo Kalach. «Yo creo que Canadá lo hubiera hecho de una forma parecida».