“Con El, conmigo, con nosotros tres.”

El Movimiento Estudiantil de 1968 en el terreno de las letras mexicanas provocó se escribieran importantes novelas hoy convertidas en obras clásicas que narran desde la imaginación y recreación lo sucedido el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Una de las novelas más conocidas y leídas fue escrita por la periodista y escritora María Luisa Mendoza bajo el título: “Con El, conmigo, con nosotros tres.”
María Luisa Mendoza mejor conocida como “La China Mendoza” tuvo una destacada trayectoria en el periodismo y la literatura mexicana, escribió géneros como la novela, el cuento, ensayos, crónicas, relatos autobiográficos, incursionó en la radio y televisión hablando sobre temas culturales, fue Diputada Federal representando a su Estado natal Guanajuato, y en el pasado mes de junio del presente año recibimos la triste noticia de su muerte, sin embargo, la escritora guanajuatense estará siempre presente a través de sus obras y en esta ocasión seguiremos recordando los cincuenta años del Movimiento Estudiantil del 68 leyendo: “Con El, conmigo, con nosotros tres.”
La novela fue publicada en 1971, la obra en muchos instantes es un monólogo de la escritora que realiza a través de la familia Albarranes, quienes son originarios del Estado de Guanajuato. María Luisa nos va llevando por diferentes etapas y hechos históricos de la vida de México, por supuesto que no te explica de manera desarrollada el hecho histórico, los personajes viven sus vidas individuales como cualquier familia de la época, con las circunstancias exteriores de una Guerra, de una Decena Trágica, y así generación tras generación vamos conociendo a los Albarranes con hechos concretos del México que les tocó vivir, influenciados por la cultura del machismo, con sentimientos de dudas, vacíos, deseos, una lectura zigzagueante y atrapante.
Otra característica importante que tiene la novela consiste en que cuando se inicia la lectura, el tema central bien desarrollado y detallado es un largo monólogo subtitulado: “Sangre”. Aquí María Luisa Mendoza describe claramente la barbarie y tragedia vivida el 2 de octubre en Tlatelolco, dentro de este relato se pueden leer varias historias de jóvenes acribillados, otros que lograron esconderse en las habitaciones donde eran protegidos por los que allí vivían, la actitud inhumana de algunos soldados, en pequeños párrafos la escritora nos recuerda que en la Plaza de las Tres Culturas ya se había realizado una terrible masacre en el proceso de la Conquista realizada por Hernán Cortés, por la importancia de todos los relatos les comparto el siguiente:
“Y seguí oyendo los gritos de Tlatelolco y las niñas corrían y miré a doce muchachitos como de doce años apuntados por doce rifles de doce soldados. Los niños estaban sentados en las bancas de cantera y no hablaban y parecía que los soldados los iban a retratar. Y el ruido… el tracatracatraca interminables de las ametralladoras que cruzan el aire y lo hienden y dejan hilvanes colorados al hacerlo, y no paran, no paran nunca, y él gritando ¡ya basta! y yo en la ventana ¡zaz! De pronto la gorda bala de un mortero, de una bazuca, a lo mejor una piedra de pedernal, de rayo, de toque, fundamental, que atraviesa el vidrio a dos centímetros de mi cabeza y pega en el techo y siento cómo me baño en nieve, en granizo, en lluvia, en yeso y no estoy herida y el cuadro de Gironella agujereado y todo vuelve a quedar en silencio adentro del cuarto de desplanchar y los perros, solamente ellos aúllan y la arista de la plaza donde la sangre está ya coagulada ahora, la mano de la hermana que investiga en la espalda del ¡hermanito! ¿Qué tienes? Y él no quiere hablar porque sabe que se le está yendo la vida por el hoyo de la sangre, la sangre que sale de él y camina y da una vuelta en ángulo en la arista y empieza a bajar en columna por la piedra que escondió la mano, hasta la tierra y regar las yerbas del pasto, y la mano sale de la espalda y está roja y mojada y la hermanita grita ¡ aquí hay un herido!, entre sus otros gritos, y los muchachos de abajo que están agazapados, amontonados en aterrada pirámide uno encima de otro, le contestan que le afloje el cinturón y ella lo hace y contempla su ombligo que mana sangre hacia ella ¡pero si la herida es del otro lado! Exclama, pero ya no hay remedio: el hermano de los quince años se ha muerto y su sangre baja y su sangre empapa la propaganda de ¡estudiantes uníos! Y junto a ellos otros niños y otros hombres y otras mujeres, por ejemplo la que vendía joyas de plata los domingos, están muertos también.”
En este relato introductorio a toda la historia de la novela se encuentra lo esencial de lo acontecido hace cincuenta años en Tlatelolco. Relatos de historias que provocan escalofríos y le recuerdo que en este artículo sólo se está presentando uno de tantos, pero al leerlo todo es indudable que el sentimiento de tristeza, coraje, impotencia es inevitable, por eso la importancia que estas obras se mantengan vigentes y se promueva su lectura, porque siguen siendo un llamada a la conciencia colectiva para cuidar a como dé lugar nuestras libertades, a saber que venimos de gobiernos autoritarios, represivos, y que debemos defender y proteger los cambios y avances logrados en el terreno de la libertad de expresión y manifestación.
Es innegable que el Movimiento Estudiantil del 68 con el paso de los años nos heredó un cambio democrático, se reforzaron derechos elementales como la libertad de expresión. A pesar de ello es importante nunca olvidar que la libertad y la crítica es un derecho que debemos ejercer de manera permanente, y sobre todo exigir a toda costa sea respetado. Las cosas en este rubro actualmente no caminan bien, se vislumbra un nuevo sistema y estructuras de poder que no ven la crítica con buenos ojos, y la crítica es el verdadero y único motor de cambio, luego entonces, esforcémonos por incluir en nuestras vidas la tolerancia y a partir de ahí debatamos y no evadamos la crítica con descalificativos.
Ese es el reto, ojalá y la esencia autoritaria del ser, no le gane a la razón del deber ser.