Escribía hace unos días Jorge G. Castañeda en El Financiero (10/10/18) a propósito de la irrupción en el mundo de gobierno populistas de derecha: “Varios observadores han subrayado en días recientes los paralelismos entre el resultado de la primera vuelta de la elección brasileña (a saber, una probable victoria del neofascista Jair Bolsonaro), y el surgimiento de líderes o coaliciones ‘populistas’ en diversos países a lo largo del último par de años. Estados Unidos, Italia, México, Filipinas, antes Putin, Chávez y Maduro, la ultraderecha alemana, Orbán en Hungría y el régimen derechista en Polonia, se esgrimen como ejemplos de esta tendencia mundial”.
Y agregaba: “Es evidente que existen similitudes. Todos los personajes y los movimientos mencionados encierran tendencias autoritarias, nacionalistas, antisistémicas, antimigratorias (en Europa y en Estados Unidos) y contra la corrupción (aunque sean corruptos), en mayor o menor grado. Unos, en efecto, son de izquierda (o así se presentan), otros claramente conservadores, pero todos enarbolan las causas de la ‘gente’ contra el “establishment”, del pueblo contra el sistema`’, del país contra la ‘globalización’. Son fieles representantes de la ‘mano dura’ contra la violencia, la criminalidad, la ilegalidad y el desorden”.
Finalmente, en su ocurso, Castañeda intenta o al menos sugiere un paralelismo entre lo que está ocurriendo en muchas partes del mundo con el surgimiento de figuras providenciales que han ofrecido “salvar” a sus países de la catástrofe, líderes no necesariamente forjados en las aulas universitarias o en la arena política, entendida ésta como el escenario en el que se baten y debaten los políticos profesionales, y que se están empoderando políticamente haciéndose de los gobiernos de sus naciones, apuntando su reflexión al caso que en México podría entrañar el ahora gobernador electo del estado de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, ex jugador de fútbol, eventual actor de telenovelas e ídolo de multitudes gracias a sus indiscutibles habilidades futbolísticas de las que hizo gala cuando fue jugador profesional defendiendo las camisetas de los cremas del América y de la selección de México.
Con algunos asegunes a esta reflexión del ex canciller foxista, lo que sí es cierto es que el Cuau, como no queriendo, ya está jugando en las grandes ligas de la política nacional. No es poca cosa estar a tiro de ser ya el virtual gobernador de Morelos, estamos hablando de una entidad rica, entrañable, íntimamente ligada a la ciudad de México por la proximidad de muchas de sus principales poblaciones, que se han convertido en centros vacacionales, entre ellas Cuernavaca, a la que el Cuau acaba de gobernar, pero también Cuautla, Tequesquitengo, Temixco y Yautepec, que gozan de un clima envidiable casi todo el año.
No descarto al ‘jorobado de nuestra señora de Coapa’ como un posible candidato en 2024, hoy tiene 45 años, en seis tendría 51, una buena edad, pero quién sabe, todo puede suceder, va a depender en buena medida en verlo cómo acomete los muchos problemas del estado morelense. Un dato que hay que tomar en cuenta es que a ‘Catémoc’ lo eligieron un 45% de electores que tienen una formación profesional, cosa que el de Tepito no tiene pero que no ha sido óbice para su encumbramiento político. Otra cosa que hay que anotar a favor de Blanco es que en el terreno de la política como en el de juego, está demostrando que es un jugador que no se arruga, ya lo demostró cuando le dijo a Yeidkol Polenski que a él no lo iba a intimidar con amenazas y reprimendas que además no aceptaba, ‘no se equivoque’ le dijo tajantemente a la señora (Polenski), también así se refirió a la líder de Morena, que ‘la iba a tratar con respeto pero que él no le debía la gubernatura a López Obrador’, pues más claro ni el agua.
Cuauhtémoc es un hombre hecho a sí mismo sin duda, gracias a sus excepcionales condiciones futbolísticas, a su maravilloso toque con la parte interna del pie, virtud que le hacía poner al esférico en el lugar que él quisiera en la portería contraria. Es carismático, de pocas palabras, diría yo que hasta seco y un tanto inexpresivo, tiene mucho carácter, y en su momento fue el terror de algunas damas conocidas del mundo del espectáculo. Hizo una telenovela en la que hacía el papel como del hijo desobediente, terco, testarudo, pero buen hijo al final de cuentas, para acabarla de amolar quien la hizo de su madre en esa telenovela fue Carmen Salinas, especialista en eso de decir mi’jito y en representar a la madre mexicana de mandil, siempre amolada y abnegada.
Yo no veo en el Cuau una ideología visible que lo pudiera identificar con la derecha o con algo más extremo. Creo que ha jugado sus cartas excepcionalmente cuando ha acudido a las siglas de algún partido político. Ahora, no con eso quiero decir que sea el político ideal, porque ni es político, ni es administrador, pero tampoco le veo una orientación ideológica que lo defina de alguna manera. No sé si sea homofóbico, machista si estoy seguro que lo sea, no es un tipo letrado y mucho menos culto, pero de que tiene imán y jale entre las multitudes eso que ni qué, y para acabarla de amolar tiene nombre de emperador tenochca.
Así es que no hay que perderlo de vista porque en una de esas puede dar la sorpresa.
gama_300@nullhotmail.com
@marcogonzalezga