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La Jornada / Ángel Vargas

Con la conferencia magistral Las cabezas colosoles olmecas, impartida por la antropóloga e historiadora Ann Cyphers, comenzó el ciclo La Arqueología Hoy, organizado por El Colegio Nacional.

Esta serie estará conformada de seis conferencias, que se realizarán durante el primer semestre de 2020, a razón de una por mes, hasta junio, y en ellas reconocidos especialistas nacionales y extranjeros abordarán temáticas en torno a las investigaciones y avances más recientes en arqueología.

De acuerdo con el arqueólogo Leonardo López Lujan, miembro de El Colegio Nacional y coordinador del ciclo, en esas sesiones se abarcará desde los primeros agricultores hasta los Estados expansionistas, tanto del México antiguo como de otras zonas de América e inclusive de España.

Se revisarán temas como el ya referido de las cabezas olmecas; las ceremonias de sangre y sacrificios humanos en la Costa norte del Perú; el urbanismo y la vida cotidiana en Teotihuacán; Tingambato: LiDar, drones y tumbas en una ciudad Michoacana del Clásico y el Epiclásico; las grandes piedras de la prehistoria en España y el arte y mitos de los antiguos mayas.

Al presentar a Ann Cyphers la definió como una gran conocedora de la cultura olmeca y la máxima autoridad mundial en el tema de las cabezas colosales, además de ser a quien se debe el más reciente descubrimiento de una de esas monumentales piezas, en 1994, la cual fue bautizada Tiburcio.

Subrayó, también, que es la primera mujer en dirigir un proyecto de investigación en el sitio arqueológico de San Lorenzo Tenochtitlán, la capital más antigua de esa civilización, ubicado en Veracruz, donde trabaja desde hace más de 30 años.

Adscrita al Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, la antropóloga habló en su conferencia de la historia de sus investigaciones sobre las cabezas colosales y explicó qué representan, su significado y su función.

Incluidas las connotaciones políticas, históricas y míticas de las cabezas colosales, su distribución espacial en las distintas capitales olmecas apunta a que eran representaciones pictóricas de gobernantes ancestrales talladas en roca sagrada como testimonio genealógico de los linajes reales, para validar así la sucesión del cargo.

Constituidas en el sello de la primera civilización Mesoamericana, se conocen en total 17 de esas piezas, de las cuales 10 se hallaron en San Lorenzo Tenochtitlán; en La Venta, Tabasco, cuatro, mientras que en Tres Zapotes y alrededores hay tres más.

Aunque comparten características como el ceño fruncido, la nariz chata y ancha y el mentón abultado, el semblante de cada cabeza cambia según la diferencia en ojos, boca y orejas.

Cada una porta un tocado en forma de casco con un símbolo e insignias zoomorfas o de cuerdas, referencia de su nombre y linaje. Las orejeras muestran formas redondas, rectangulares, de garra o de concha.