«Los muertos que amamos no morirán.. Redoblan a difunto las campanas.. el bronce suena claro en las mañanas.. las almas de los muertos cantarán… Los muertos que amamos no morirán.. Oigo voces que suenan tan humanas.. siento pasos a horas tan tempranas..subrayo: mis muertos no morirán… Si acaso, lo que extraño es su presencia… su carne sometida a mil demonios…asunto ineludible de su ausencia… Perdonen los que escuchan mi insistencia.. pero pruebas ofrezco, testimonios.. mis muertos no están muertos, son esencia». Soneto del 2001, de Francisco Moronisi, que subió al Facebook, su siempre esposa, Gloria Rosellón. Foto de ella.