La verdad es que no vale la pena siquiera comentar y reproducir nuevamente el asunto del alcalde de San Blas en Nayarit, pero ¡qué pobreza revela de algunos miembros de la clase política mexicana!, qué pena nos producen sujetos como este alcalde que desnuda la pequeñez de sujetos así que ostentan una representación popular. Por supuesto que indignan conductas así, y por supuesto que tenemos claro que hay de políticos a políticos, no se les puede medir con el mismo rasero, pero por personajuchos como este señor, desgraciada y necesariamente, pagan justos por pecadores. Debería haber una sanción legal para conductas ignominiosas como ésta, pero cuando menos lo que sí debería haber es repulsión y una repulsa generalizada para conductas como las del innombrable alcalde de San Blas.