La diferencia del partido de ayer en la noche fue un conejo, no Bugs Bunny, pero sí Óscar Pérez, un auténtico ‘conejo de la suerte’, y el campeonato se lo llevan los tuzos del Pachuca. En lo personal me daba igual cuál de los dos equipos ganara, tal vez un poco movido por el hecho de que el conejo Pérez jugó en el azul –fue campeón con los cementeros hace ya 18 años y medio-, había una cierta simpatía por el Pachuca, pero así hubiera ganado el Monterrey, la verdad es que me hubiera sido igual. Hay que felicitar a los dos equipos por la entrega en estos dos partidos de la final y creo, sin temor a equivocarme, que tanto el Monterrey como los hidalguenses son dos de los equipos que mejor vienen haciendo las cosas en el fútbol mexicano. Hace mucho que le perdí la fe a este fútbol mediocre, disminuido, con unos pésimos dirigentes deportivos -¿Qué hace un tipo como Decio de Maria como máximo dirigente de la Femexfut?-, no sucede lo mismo con la selección mexicana, me gana el nacionalismo y la sigo juegue en donde juegue, pero sí hay que subrayar que estos dos equipos son de los que mejor hacen las cosas en México: el Pachuca tiene en el papanteco Jesús Martínez a un verdadero dueño, tipo NFL, de esos de los que saben hacer las cosas, con una preparación gerencial que pocos dirigentes deportivos tienen en México; por su parte, el Monterrey, pues es un digno representante de los meros meros de la Sultana del Norte, fueron el mejor equipo en el torneo regular, le invierten mucho dinero –su nuevo estadio es de los mejores del mundo- y como todos los de la clase empresarial de esas tierras frías y desérticas, son unos auténticos ganadores. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.