«Este asunto de la difusión de las casas de miembros del gabinete federal, está marcando el ocaso de una época en la política mexicana. De una cultura sintetizada en la afrentosa frase de «un político pobre es un pobre político» (atribuida a Carlos Hank González). La ostentación de la opulencia no sólo ha dejado de pagar: cuesta cada vez más caro. La riqueza de un hombre público ya no es sinónimo de éxito o talento, sino de corrupción». Es parte de que publicó Ciro Gómez Leyva en «El Universal» de Ealy Ortiz… Es como, si de pronto, la sociedad mexicana cambiara el «chip».