La mayor parte de los candidatos que inician una campaña política en busca de un cargo de elección muestran una buena cara. Son atentos con todo mundo, reparten abrazos y sonrisas, les llaman a periodistas y a líderes de organizaciones sociales y políticas para saludarlos y comentar sobre sus proyectos. Una vez logrado el cargo, vuelven a su vida, a sus formas y a sus relaciones habituales. ¿No se les podrían «pegar» esas actitudes y formas de actuar y relacionarse… para siempre. ¿O es que el siguiente es el último cargo que piensan ocupar? ¿O es que sonreír, abrazar, ser atentos, ser solidarios, es sólo una cuestión temporal en la vida?