«Adolfo Orive Bellinger se duele ante la taza de café. Ya no sólo por haber perdido el último amigo que le quedaba del 68; sino por los «terroríficos errores» y el «parricidio» que finalmente éste cometió en el Partido del Trabajo. Orive inicia su análisis por el origen de este proceso de deterioro: «Convertir al partido en un sujeto de la historia». En otras palabras, el partido fue visto como una enorme empresa (¿nada más el PT?); la gente fue tratada como clientela y el objetivo devino en ganar diputaciones, o jefaturas delegaciones, o regidurías. El partido se olvidó de las organizaciones sociales. Su fundador, Alberto Anaya, apunta Orive, «se aburguesó» (¿dónde hemos oido eso antes?). Pero lo peor de todo, lo que más le duele de su pupilo Anaya, es «la traición a la declaración de principos del PT: «Se instrumentó al servicio de la gente, para la transformación de la gente».. «El problema no es perder el registro, sino regresar al origen, porque si no, nos van a tirar al basurero», concluye. Lo entrevistó Martha Anaya en «24 Horas».