En medio de esta madre de todas las tormentas que está provocando en China la epidemia del coronavirus, que de ser un problema de salud amenaza con trastocar la economía mundial, el panorama para México es bueno, por supuesto si se hacen bien las cosas. Para esto no hay que perder de vista el peso que tiene la economía del gigante asiático en relación a la del resto del mundo. Representa nada más el 18% del PIB del orbe. Y en medio de ese vendaval acaba de salir el reporte de las cifras del año 2019 del comercio entre los Estados Unidos y nuestro país. Este tipo de notas son de las que me gusta dar (a pesar de los pesares). De acuerdo con datos del Departamento de Comercio del vecino país, el año pasado la suma de exportaciones e importaciones entre ambos países alcanzó los ¡614,500 millones de dólares! Nuevo máximo histórico, con lo que México se ubicó como el principal socio comercial de EE UU. El país desplazó en el rubro a China y Canadá, los otros principales socios junto con nosotros de los gringos. Nada más chequen las cifras para que vean en qué liga jugamos. El mercado con México representó el 14.82% del total de comercio exterior de nuestro vecino, por arriba de Canadá, 14.77%; China, 13.5%; Japón, 5.3%; Alemania, 4.5%; Corea del Sur, 3.2%; Reino Unido, 3.2%; Francia 2.3%; India, 2.2% y Taiwán, 2%. El Gran Circo del comercio exterior mundial. Y, además, la balanza comercial nos fue favorable, les vendimos 358,126 MDD en contra de los 256,374 MDD que nos vendieron ellos. Es decir, un superávit de 101,751 MDD, ¡un mundo de dinero, y de manufacturas! Faltan las cifras de productos frescos y de las materias primas. Con información de El Financiero (5-02-2020). Lo publica Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

¡Híjole! Efectivamente. La expresión conlleva trampa porque si el desempeño de Cruz Azul en los últimos 21 años hubiera sido otro muy distinto al que ha tenido en ese lapso de tiempo, seguramente mi hartazgo por el fútbol estaría matizado. Y cuando digo distinto me refiero a que si a sus aficionados nos hubiera regalado dos o tres títulos –no pido más-, probablemente estaría pegado a la pantalla siguiendo los pasos de la ex máquina cementera. ¿Mi decepción por el fútbol es por tanta “cruzazuleada”? No sé, tal vez, sin embargo creo que es algo genérico, el fútbol mexicano en general me tiene harto, lleno de extranjeros. Es mediocre, sin calidad, con jugadores muy medianos –por no decir pequeños, no tenemos cantera- exceptuando a dos o tres equipos, máximo cuatro, entre los cuales pondría en primer lugar –me cuesta trabajo decirlo- al América, Pachuca, León y Santos, y ya siendo muy generosos, agregaría al Monterrey y a los Tigres. Este último, el llamado “equipo de la década”, ha sido varias veces campeón pero desplegando un fútbol medroso, defensivo, a veces ultradefensivo, la versión del catenaccio (el cerrojo) a la mexicana a pesar de ese tremendo jugador que es Gignac. Y es que, caray, vamos para atrás, la mediocridad simulada de fútbol mexicano. Para nada son gratuitos los 0-7 contra Chile y el recientemente 0-4 con Argentina y, bueno, el baile de Brasil en el Mundial después de habernos emocionado con el 1-0 a Alemania. No tenemos con qué. Y perdónenme por salirme del tema, pero lo mismo pasa con los toros en México, igual, es una “fiesta” muy mala, de mucha simulación, en donde nos quieren vender a toros descastados, faltos de cornamenta, raza y bravura como una nueva versión de toros bravos catalogados como el “toro mexicano”, cornicortos y faltos de peso en general. Es por eso también que ya no sigo al toreo en este país. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

La historia detrás de la historia que cuenta Elena Poniatowska (Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor, París, 19 de mayo de 1932) en su más reciente novela ‘El amante polaco’ (SEIX BARRAL, 2019), en la cual revela un pasaje –lo entiendo así- autobiográfico de su vida, que en la realidad sucedió alrededor de 60 años atrás, confieso que me ha devuelto la capacidad de asombro. Y no porque haya sido algo inaudito, esas cosas eran muy comunes antes, simplemente porque ha de haber sido un peso muy grande el que la Premio Cervantes ha venido cargando durante todo ese tiempo como para transparentarlo ahora. Resulta que, como ustedes ya deben saber, la galardonada periodista hizo una confesión pública de que el admirado Juan José Arreola, el deslumbrante escritor –‘Confabulario’ es una especie de manual para quien se quiere dedicar a escribir- abusó de ella en su juventud. Elena dice con todas sus letras que, Arreola, fallecido en 2001, habría abusado de ella en 1954, así lo corrobora en una entrevista que concedió Excélsior. Narra en la entrevista ese episodio cuando visitaba una vez a la semana a Arreola –participaba ella de un taller literario que impartía el escritor-. La agresión sexual no paró ahí, la dejó embarazada. Voy a decir algo políticamente incorrecto, espero no ofenda a nadie, y tampoco lo digo para justificar a Arreola, pero sucede que antes los hombres se relacionaban de manera diferente con las mujeres. El acoso era algo muy normal, antes eufemísticamente se llamaba “seducción”. ¡Caray, vaya desmistificación la de Elena, he quedado anonadado! Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

Son de esas cosas incomprensibles –para quien muere por él-, pero al escribiente no más no le entra. En mi escala de valores culinarios ocupa uno de los lugares más bajos. Ahora que, consciente de que en gustos se rompen géneros, como diría el presidente López Obrador que dice que dijo Bora Milutinóvic, va con todo respeto, cada quien y sus gustos. Porque no dejo de reconocer que es una comida muy práctica, que se compra en cualquier súper que tenga sushi bar y a comer en casa porque no necesita ni de microondas, en frío, remojadito en soy sauce, su wasabi y el jengibre encurtido, pero exquisito exquisito que digamos ¡no, qué bárbaro!, pues no más no. El sushi es como la hamburguesa, la reina del fast food, pero si a esas vamos la verdad es que me quedo con una suculenta de Carlos yunior. Es que para comer arroz hay que comerlo como dios manda, hasta el rojo con menudencias lo prefiero en lugar del afamado plato oriental. Los españoles y los italianos han hecho del arroz algo grandioso, y también los árabes, y si a esas vamos, en esa línea de platillos fríos prefiero un buen Tabule (Tabulé, Taboule o Tabbouleh), no hay punto de comparación. El sushi es una comida muy simple que se hace a base de arroz cocido, aderezado de vinagre de arroz y un toque de azúcar –es la receta que conozco- y de ahí adorne los rollos con lo que quiera, ¡no! No hay nada como un buen arroz sazonado como se debe y cocido a fuego lento, yo me lo refino con un buen mole poblano, tlatonile, en paella o Jambalaya, y a chuparse los dedos se ha dicho. Provecho. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

A raíz del deceso del cantante, las redes sociales se destaparon y empezaron a circular infinidad de memes (término que se usa para describir una idea, concepto, situación, expresión o pensamiento, manifestado en cualquier tipo de medio virtual: cómic, vídeo, audio, textos, imágenes y todo tipo de construcción multimedia, que se replica mediante internet de persona a persona hasta alcanzar una amplia difusión, Wikipedia.) a propósito del suceso. Realizados en un tono jocoso –no burlón- y ocurrente, con mucha originalidad, y es que se necesita un talento y una inteligencia muy especial para expresar y transmitir en pocas palabras y/o alguna imagen con mucho ingenio a propósito de una nota periodística. Recuerdo uno en especial, en donde se puede ver una violenta explosión en medio de edificios con la leyenda: “Se filtran las primeras imágenes de la incineración de José José”, en alusión evidentemente al consabido alcoholismo del cantante. Y así por el estilo, el último que le llegó al interlocutor es que tiene la imagen de una pequeña barrica coronada por un “¡Malvada Sarita!, vean la urna que escogió”. Como quiera, seguro el Príncipe de la canción si viviera habría tomado con mucho humor ver cómo algunos de los mexicanos nos reímos a partir de su  muerte. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

"Como si estuviera nevando.. las matas de café lucen sus flores.. blancas para convertirse en el fruto.. de tono cereza.. Cafetales florecidos.. de la serranía cordobesa.. orgullosos se muestran con singular belleza.. Tesoro cordobés que aroma nuestra tierra.. café veracruzano.. que gana elogios para nuestro campo.. ¡Turista que viajas por estas tierras.. bendecidas por el cielo!!.. disfruta de este café que reconforta.. te hace soñar y esta tierra jamás olvidar". De la autoría del estimado Jesús Reyes Chávez, quien escribe en el Facebook que para los asiduos lectores de "Crónica del Poder" esperar los martes y los viernes el Top 50  es como esperar el número de la lotería premiado, y que si salen con Mención Honorífica es como obtener reintegro..

Ayer comenzó una nueva temporada del deporte del emparrillado. Es la número 100 de la National Football League (NFL). La temporada regular 2019 se disputará a lo largo de 17 semanas con un total de 256 partidos, comenzando el jueves 5 de septiembre –ayer- de 2019. Cada equipo disputará 16 partidos y una fecha libre. Y a propósito de ello, recordaba de cuando me empecé a aficionar a este rudo deporte. Fue a principios de los años 70, 71 o 72 para ser más exactos. Mis muy queridos amigos de la infancia, Kiko y Jaime Cházaro Rosario eran unos grandes aficionados y conocedores también, al americano. Llegaron a Córdoba de Xalapa en donde el gusto por el deporte venía de muchos años atrás con los equipos de la U. V., en donde militaron su hermano el ‘Guillo’ Cházaro y el que en aquel entonces era su cuñado, Andrés, el mandril Gutiérrez, que no sé si jugaban para los Lagartos, Lobos o Zorros, la cosa es que los Cházaro menores los tenían como héroes deportivos. Kiko, que fuimos juntos en sexto de primaria y en toda la secundaria, en la temporada de americano no había mes en que no comprara el Sports Ilustrated (Deporte ilustrado), la edición americana que traía fantásticos reportajes sobre los equipos y sus rosters completos.  Fue en ese entonces que me empecé a familiarizar con términos como ‘ala cerrada’ o ‘ala abierta’, que no son otra cosa que receptores dependiendo de su formación ofensiva, o también el ‘profundo’ o safety, que es el último de la línea defensiva para tratar de detener a un acarreador del ovoide. Total, que de esa época se desprende mi afición por los cascos y ver, recordar aquella inolvidable jugada en el partido por el campeonato de la serie divisional entre los Steelers y los Raiders, la llamada ‘Inmaculated Reception’ de Franco Harris –hijo de mexicana- que captura de manera providencial un pase de rebote de Terry Bradshaw y corre 40 o 50 yardas hasta la línea de anotación para conseguir el touchdown de la victoria. Ufff, ¡qué tiempos!, desde ese entonces nombres como Bob Griese, Roger Staubach, Frank Tarkenton y Joe Namath se me hicieron familiares y mi afición por el deporte creció hasta nuestros días. Rueda el ovoide. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

Cuando antier me desperté poco antes de las 8 de la mañana para ver la final del torneo de Tenis de Wimbledon entre Su Majestad, el suizo Roger Federer, y el enfant terrible del deporte blanco, el serbio Novak Djokovic, después de dos sets divididos de intenso intercambio entre dos de los máximos exponentes del deporte, el número 3 y el 1 en el ranking mundial, algo me decía que iba a ser una final de alarido, como pocas veces vista antes. Y no me equivoqué en mi corazonada. Los que vieron la final del domingo del único torneo del Grand Slam que se juega sobre superficie de pasto en el centenario All England Lawn Tennis y Croquet Club de Londres, fueron testigos de una épica final entre dos de los más grandes tenistas de todos los tiempos. ¡Qué final, qué nivel de Tenis se vio antier! Ya sé que este deporte, que igual como sucede con el fútbol, es lo más importante de lo menos importante. Nadie se va a morir por ver o no ver un juego de Tenis, es algo totalmente prescindible. Para algunos quizá sea mejor matar el tiempo leyendo un libro o, para otros, ir de compras al súper mercado. Relax, cada quien es muy respetable la forma en la qué invierte su domingo, yo seguí escribiendo como siempre, pero en la pantalla estaba atento a esa lucha de poder a poder entre esos dos auténticos gladiadores de la raqueta. Casi 5 horas e igual número de sets de intenso raqueteo me confirmaron que el trío que forman el serbio, el suizo y el español constituyen ya la mejor terna de tenistas de la historia del deporte, muy por encima de los que me diga y mande, nadie como este trío. Y mientras tanto, porque también estuve atento, al otro lado del globo los clavadistas mexicanos confirmaron su estatus entre la élite mundial de clavados, dándose un quite en el reparto de medallas con los excelsos chinos, lo que ya son palabras mayores. Lo escribe Marco Aurelio Gonzáles Gama, directivo de este Portal.

Mientras escribo se desarrolla el tercer set de la final de Wimbledon entre Su Majestad Roger Federer y esa especie de enfant terrible, el serbio siempre inconmensurable de Novak Djokovic. Poder contra poder, la maquinaria suiza perfecta en contra de un todo terreno. Van uno a uno, voy con el suizo. Pero, caray, Wimbledon es el Tenis más flemático que uno pudo imaginar alguna vez, de pipa y guante, de sombrero de copa y Pamelas, y no más porque es políticamente incorrecto fumar hasta en espacios abiertos, pero no dude usted que ya se hubieran visto desfilar por el graderío pipas calabash, hombres con boinas inglesas y escocesas y chalecos de rombos de punto de cashmere. Estos ambientes son muy duques de Cambridge, por eso Wimbledon es Wimbledon, como dirían los chavos, “otro pedo”. Caray, es que qué Tenis se ve en esta catedral del deporte blanco, otro nivel, la semifinal entre Federer y Rafa Nadal fue un espectáculo en donde el suizo marcó su territorio, el macho alfa del clásico británico es él y nada más, así sea ante el ímpetu, coraje y la calidad tenística del manacorense, hay Federer para rato a pesar de que el mes que entra va a cumplir 38 años. Y de Novak qué se puede decir que no hayamos dicho antes, es un bárbaro el balcánico, es frío, calculador, tiene un saque poderoso, pero sobre todo es un tipo inequívoco, inmutable y anticlimático, llueve, truene o relampaguee, Djokovic siempre va a ser Djokovic. Lo comenta Marco Aurelio González Gama, directivo de este portal

La temporada de primavera me gusta, entre otras cosas porque es época de chinenes (en algunos lugares también les dicen chininis). Para definir este delicioso fruto tropical propio del trópico húmedo, lo diría como lo decía mi padre si viviera: “¡Es como una mantequilla vegetal!”, y es que no hay nada más grato para el paladar humano que saborear una tortilla de maíz, de mano o de fábrica, untada con la pulpa de este exquisito manjar que dan los árboles, aderezado además con una pizca de sal, y ya si es usted muy exigente recomiendo que al taco además le agregue una discreta porción de auténtica salsa macha, como la que se hace en mi rancho, es decir, de chile comapeño, dispersa a lo largo de la tortilla, para después enrollarla y entonces sí, dispóngase a saborearla porque le garantizo que esa sí es una experiencia religiosa. El chinene, que en Veracruz tenemos la suerte de encontrarlo abundantemente con cualquier marchanta, viene siendo como un pariente pobre del aguacate, de la pagua como le dicen en otras partes de América. La tortilla de por medio es importante, pero para consumirlo no requiere más que de una cuchara para raspar la pulpa fibrosa de la cáscara rugosa del fruto, que va del verde al color café, agréguele tantita sal, nada más tantita como para resaltar su delicado e indescifrable sabor y a paladear se ha dicho. ¡Nada más! Lo escribiò Marco Aurelio Gonzàlez Gama, directivo de este Portal.