Hoy, los veracruzanos, enfrentamos un desafío inmenso; optar entre el cortoplacismo de una gubernatura de dos años, o la certidumbre que sólo nos da el largo plazo para dar a Veracruz el destino cierto que se necesita.

El país vive momentos complejos, la sociedad está alerta, inquieta, irritada. Claramente enfrentamos un entorno de malestar.

La prudencia nos dicta que este no es el mejor momento para hacer experimentos.

No es administrando la coyuntura como lograremos garantizar la estabilidad que pretendemos.

A los problemas complejos, no se les enfrenta con simplismos.

A partir de la presentación de la iniciativa para que el próximo gobernador del estado de Veracruz dure 2 años en su encargo, diversas voces se han pronunciado en su contra.

De entrada, los tres senadores por el estado de Veracruz, Pepe, Fernando y el que escribe. Asimismo, en el Congreso Local, dos diputados priístas, Ricardo Ahued Bardahuil y David Velazco Chedraui también se pronunciaron en contra, así como diputados locales del grupo legislativo del PAN, quienes discreparon del autor original de esta iniciativa, el diputado Julen Rementería del Puerto.

También personajes del sector empresarial y hasta del clero católico, han externado su desaprobación a esta propuesta.

Y es que ‎debemos preguntarnos ¿Qué beneficios puede ofrecer y qué riegos representa un gobierno de corto plazo?

Si es extremadamente difícil para un presidente municipal planificar y realizar una buena gestión en tres años, podemos estar seguros lo difícil y riesgoso que sería para Veracruz un gobernador de dos años, que no podrá realizar un proyecto viable y en cambio pondría en riesgo la gobernabilidad y la economía de nuestro estado.

Hoy, Veracruz demanda trabajo serio, honestidad y, sobre todo, claridad y certidumbre en el rumbo. Veracruz no debe perderse en aventuras de corto plazo. Veracruz necesita rumbo claro y destino cierto, para poder diseñar y consolidar su futuro.

Existe la idea errada que las recientes reformas a la legislación federal contempla la obligación de elegir en el mismo proceso a los gobernadores y al presidente de la República. No es así.

La legislación federal contempla empatar al menos una elección local a una federal. Sobre esto, hemos venido proponiendo en primera instancia empatar en el año 2018 la elección de diputados federales con la de nuestros diputados locales, a quienes elegiríamos por única ocasión por dos años en el 2016.

Otra propuesta, ante el actual periodo de cuatro años de nuestros ediles, es que en el 2017 elijamos nuevamente a ediles por cuatro años, pero que a partir del 2021 cuando hay elecciones para diputados federales, sean elegidos por tres años y tener la posibilidad de ser elegidos por un periodo adicional.

Con cualquiera de las anteriores propuestas se daría cumplimiento cabal a la legislación federal en materia electoral; pero si la insistencia es que sea la de gobernador del estado la que debe homologarse, entonces que se analice que éste dure en su encargo 5 años por única ocasión, del 2016 al 2021, coincidiendo así con las elecciones federales intermedias para elegir a diputados federales.

Ya que si la iniciativa de dos años prospera, el próximo gobernador de Veracruz en su primer día en el cargo tendría que empezar a preparar la entrega-recepción del cargo que apenas asumió y en 11 meses iniciaría el proceso electoral para elegir a quien lo sucedería en Palacio de Gobierno.

Reitero, en una gubernatura de dos años, la curva de aprendizaje sería tremendamente costosa.

Qué empresario invertiría en una entidad en donde las reglas del juego se las pueden cambiar en dos años.

Al inicio de este gobierno, celebré la iniciativa de nuestro gobernador Duarte de ampliar de 3 a 4 años el periodo de los ayuntamientos.

Los argumentos, en ese entonces, fueron que tres años eran insuficientes para que los ayuntamientos pudieran consolidar la acción pública para una mejor planeación y prestación de los servicios, que la ampliación del periodo posibilitaría un mejor lapso para la formación de los servidores públicos.

Que se proponía elevar a cuatro años con el firme propósito de contribuir a fortalecer el desarrollo de administraciones más eficientes.

Nos inquieta saber cuál es la lógica de que hace apenas tres años se haya argumentado la conveniencia de ampliar de tres a cuatro años el periodo de los ayuntamientos y que apenas esta semana la iniciativa presentada al Congreso Local proponga bajar de seis a dos años el periodo del próximo gobernador de Veracruz.

Concluyo enfatizando que mi posición no vulnera la unidad del partido político en el que milito desde hace 34 años, como se me pretende señalar. Al respecto, cito a un tuxpeño irrepetible, Don Jesús Reyes Heroles, quien expresaba que «… mi partido nunca ha aspirado a la unanimidad. Que la unanimidad es supuesta o es impuesta. Que la unidad a través de la diversidad es real y voluntaria. Que es resultado de la libertad».

Hoy, mi posicionamiento, es resultado del ejercicio de esa libertad de la que nos hablaba Reyes Heroles.

No obstante lo anterior, se que esta posición nos ha puesto a varios en medio del debate y la polémica. Sé también que esto nos expone a la intolerancia y a la revancha, sin embargo, confío en que se antepondrá el buen juicio.