El miércoles pasado la organización Otero Ciudadano que agrupa a una auténtica pluralidad de pensamientos recibió al senador Héctor Yunes Landa, de quien al darle la bienvenida la presidenta de Otero expresó: “usted es un político de carrera, no un político hecho a la carrera”, sin duda es una frase feliz, acertada por cuanto a que se refiere a un actor político de reconocida experiencia y afortunada porque nos recuerda que un amplio sector del diagrama político veracruzano actual está ayuno de esa característica, gente sin talento, sin idea de lo que es el servicio público por carecer de la vocación para ejercitarlo. Por cierto, esto último configura uno de los factores que explican la preeminencia del patrimonialismo desde el poder.
Desde siempre, los veracruzanos hemos presumido de un talento casi natural para la política, nos solazamos con aquellos cuentos típicos del “cultivo” estilo yucateco que nos halagaban: “En Veracruz, el más chimuelo masca plomo” o “El más calvo peina trenzas”, significando que somos muy duchos para la política”. Desafortunadamente nuestra realidad nos avisa que esa pretensión ha sido sólo hipotética, porque incluso los ponderados como “grandes” políticos, al encumbrarse no pocos han demostrado que para gobernar no nacieron, y de eso el “generoso” Santa Anna es espléndida muestra en el siglo XIX, aunque en el XX y el XXI, ha habido otros “generosos” por el mismo jaez.
Sin embargo, tampoco podemos ignorar que Veracruz ha sido cuna de gente espléndida, en todos los órdenes, en el siglo XIX los Lerdo de Tejada fueron preclaros ejemplos; en la vigésima centuria: Cándido Aguilar, Manlio Fabio Altamirano, Adalberto Tejeda, Heriberto Jara, Carolino Anaya, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Fernando López Arias, Rafael Murillo Vidal, Arturo Llorente González, figuran entre los que pudieran calificarse como extraordinarios entes políticos. Pero, ¿qué o cuál es el rasero por el que se mide la calidad de un político? ¿Un político nace o se hace? ¿Qué es un político?
Un político es el individuo ocupado en atender y solucionar desinteresadamente y acaso hasta el sacrificio los problemas colectivos, su legado califica su dimensión; los resultados de su gestión al final vienen a constituir el rasero con el que se les mide. El político jala y empuja a su pueblo hacia adelante, contribuye a mejorarlo, le hereda instituciones y las abona con el ejemplo. Lo demás es el discurso sin sustento, y cuando el discurso se privilegia sobre la acción entonces todo deviene en demagogia.
Sobre si el político nace o se hace, no deja de ser una buena frase, porque si bien Platón hablaba de pre configuración, en los hechos se demuestra la capacidad del tiempo y las circunstancias para modelar lo maleable, y sin duda Ortega y Gasset lo resumió con meridiana claridad. El que haya instituciones de educación para formar cuadros directivos, escuelas de Ciencias Políticas y Sociales, por ejemplo, significa el relevante interés por adiestrar en materia de administración y conocimiento de la problemática social a quienes tengan oportunidad de arribar a cargos públicos, y desde allí desarrollar los conocimientos como útiles herramientas de trabajo.
En México, en los albores posrevolucionarios, muchos de los cuadros directivos en el poder nacional surgieron solo porque tenían facilidad de palabra y capacidad para acomodarse a alguno de los ”ismos” prevalecientes, por dedicarse a la cosa pública ganaron el apodo de “políticos”, pero esta es una categoría que se mide en kilates.
Obviamente, la cultura, la forma del ser nacional, interviene con buena dosis de influencia, y un país como el nuestro, infiltrado en todos sus poros por la corrupción, no pudo librarse de ese cáncer que invadió hasta el tuétano las esferas de la administración pública y el ámbito político-político, creando el caldo de cultivo para hacer del ejercicio del poder el vivero del patrimonialismo político, que en Veracruz empíricamente ya conocemos, y muy bien.
Pero hablábamos de Otero Ciudadano, una Asociación Civil surgida en Xalapa en enero de 2011, cuando Veracruz, anonadado, despertaba de una pesadilla sexenal. Quienes la impulsaron lo hicieron con la pretensión de crear conciencia ciudadana que explorara la manera de que lo acontecido no volviera a repetirse. La idea incluía tener un foro que hiciera las veces de interlocución entre la clase política, la clase gobernante y la ciudadanía, un propósito que paulatinamente se ha venido consiguiendo a través de una relación dialéctica entre clase política y ciudadanía, nada que pueda espantar, es solo un primer paso en el camino de nuestra democracia aldeana. Se ha contado en ese propósito con la extraordinaria y desinteresada conducción de su actual presidenta, la contadora Leonor de la Miyar, mujer de retos, ciudadana de resultados.
La coyuntura por la que atraviesa Veracruz es importante y exige de la participación de un mayor número de ciudadanos proclives al cambio de inercias en nuestro Estado. Ojala se multiplicaran Oteros Ciudadanos por esta entidad, se requiere para no repetir experiencias frustrantes.
En la visita del senador Héctor Yunes se ventiló la idea de que el sucesor de Duarte de Ochoa en la administración estatal, al igual que aconteció en 1968, está en el senado; en aquella ocasión Murillo y Llorente fueron los destacados protagonistas, resultó candidato y gobernador el primero. En esta ocasión, por parte del PRI sus senadores también son políticos de carrera, José Yunes Zorrilla (Co-fundador de Otero Ciudadano), y Héctor Yunes Landa se han forjado desde las bases partidistas, tienen vocación política, incluso han perdido elecciones y como el ave fénix se han levantado, nadie puede reclamarles acto de corrupción alguna, mucho menos improvisación, cualquiera de ellos colma la aptitud para gobernar. En el senado está la sucesión, porque por el lado del PAN también figura el senador Fernando Yunes Márquez, de quien tampoco existe queja que lo macule, se conduce con la probidad de quien aspira a más y su conducta no suscita animosidades sociales.
Siendo la política la ciencia de lo posible, y el diagrama de lo posible está sujeto al ritmo de los tiempos y las circunstancias, es obvio que cualquier pronóstico, por muy objetivo o documentado que se presuma puede resultar equivocado. Para el 2016 no faltan muchos meses en términos de cronos, pero en la medida de lo político ya está encima; el próximo 7 de octubre inicia formalmente el proceso electoral 2015 para el relevo de la Cámara federal de diputados, otros actores políticos pudieran posicionarse para ser incorporados al grupo de los posibles. Pero tenemos que abrir un paréntesis para recordar que ahora una sucesión se dirime más por el voto que por la recomendación y esto lo saben muy bien quienes desean cambiar de status político. Ya las campañas políticas no son de temporal, ahora se hace campaña al andar.
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28-septiembre-2014.