Jesús J. Castañeda Nevárez.- jjcastaneda55@nullgmail.com

En el ánimo de los mexicanos siempre está la expectativa de que las cosas pueden cambiar y pueden mejorar. Es una esperanza incrustada en el corazón de un pueblo bueno y noble que históricamente ha sido pisoteado; hasta lo hemos convertido en canción “siempre vendrán tiempos mejores”. Por eso es que lo único que no hemos perdido o no nos han robado es justamente la esperanza.

Los partidos políticos lucran con eso y lo reactivan en cada proceso electoral; y la gente les cree, lo cual no tiene lógica y mucho menos una explicación.

Dato curioso es que también se diseñen políticas públicas, estrategias y Leyes con base a ese mismo sentimiento, porque en materia fiscal se presentó una Reforma Hacendaria que suponía elevar la condición del país hacia una economía sólida con base a un esquema de recaudación que alcanzaría cifras nunca antes logradas.

El planteamiento de la estrategia convenció a un partido de oposición (PRD) al gobernante, el que previamente había sumado a sus pequeños satélites que también cuentan y también votan, pero que ni soñando piensan. La Reforma consiguió así la mayoría legislativa más no la unanimidad. De todos modos, esa mayoría confió que los resultados proyectados se alcanzarían y México tomaría la ruta de un nuevo rumbo.

El anticipo de la Reforma hacia los sectores productivos fue con la buena noticia: Eliminación del IDE y el IETU; la mala noticia vino después con las demás cosas que se incluyeron y que a pesar de no gustar a nadie, finalmente fueran tomadas con resignación y esperanza de que resultara en beneficio del país.

Estamos por completar los dos años de gobierno y los resultados esperados no han llegado. Las expectativas de crecimiento siguen siendo optimistas y la realidad las ha puesto en su lugar, siempre a la baja. La postura de la SHCP presentada en su “Pacto Fiscal” era un llamado a “aguantar” porque los resultados iban a ser poco a poco y por ello no había que desesperarse, sin embargo tras 24 meses el gobierno ha “cambiado las reglas” varias veces; tantas, que ha logrado que los contribuyentes cautivos y los aspirantes a ser cautivos (los informales) prefieran “aguantar” pero sólo para esperar un nuevo cambio, traducido en una nueva prórroga, un nuevo plazo, una nueva disposición, etc.

“Empieza el día 1º de enero; bueno, lo corremos para el 31 de marzo; o mejor para julio; para finalmente quedar el 31 de diciembre del 2014”; como es el caso de la nómina electrónica, a la que se ha dado un nuevo plazo, quitando las consecuencias de no deducibilidad aun cuando se elabore de forma extemporánea y la contabilidad electrónica con nuevos criterios y plazos.

Cambios, ajustes, modificaciones, como un ensayo al acierto y error hasta que le atinen, pero siempre con la afectación a los contribuyentes cautivos y vacunando a los informales que ya no creen en nada, porque el SAT como dice una cosa dice otra.

Y eso no le está ayudando al presidente ni a los mexicanos ni a nadie, incluido aquí al propio Secretario de Hacienda que está por recibir un reconocimiento al ser incluido en la lista de este año de los 100 Global Thinkers de la revista Foreign Policy, en la categoría de “Tomadores de decisiones”, junto a personajes como la canciller de Alemania Angela Merkel y el presidente de Uruguay José Mujica. Obviamente que es la Reforma Energética la que le reconocen fuera del territorio nacional; de la hacendaria no se ocupan.

Tomar decisiones es muy difícil y complicado, pero para eso pusimos un Presidente y este nombró un Gabinete de expertos para diseñar la estrategia y tomar decisiones, incluida en ello (pienso yo) la decisión de utilizar la reversa o cambiar el rumbo cuando los resultados no están siendo los esperados y más si se van alejando del objetivo central; pero para eso se requieren “gue…nas” razones y no aferrarse a una sola postura que hoy nos está hundiendo. Ese es mi pienso.