En la novela reseñada esta semana, Emmanuel Carrère aborda la historia de la primitiva comunidad cristiana y la naturaleza de los evangelios, siempre entrecruzada con su historia personal como hombre de fe.

El Reino

Emmanuel Carrère

Editorial Anagrama

Barcelona, 2015

Pp. 516

El escritor Emanuel Carrère (París, 1957) en 1990, ya hace más de veinte años, cuando tenía poco más de 30 años, se encontró con la fe y volvió a acercarse a la Iglesia católica para vivir “como creyente y devoto”. De esa vivencia, que duró tres años, cuenta en este libro que articula elementos de su autobiografía con una relectura sugerente y poderosa del Evangelio que de manera particular reconstruye, desde su peculiar visión, los orígenes del cristianismo.

De éste el autor sostiene, en una entrevista con Álex Vicente (El País, Babelia, 12.09.15), que “la asociación entre cristianismo y conservadurismo siempre me ha resultado muy misteriosa. En el fondo, me parece una aberración total. ¿Existe alguna doctrina menos conservadora en lo social y lo político que el cristianismo, que es una de las cosas más rebeldes y revolucionarias que haya inventado el hombre? Como decía Bernanos es una locura que, con el programa que contiene el Evangelio, haya terminado convirtiéndose en la bestia negra de los hombres libres”.

El fin del poder
En la novela Carrère aborda la historia de la primitiva comunidad cristiana y la naturaleza de los evangelios, siempre entrecruzada con su historia personal como hombre de fe. Lo que le llama la atención del cristianismo es el mensaje de transgresión de lo establecido y a lo que conduce la vivencia auténtica de la fe. De su experiencia en los tres años como creyente, dice en la entrevista referida, que “le hicieron conocer una dimensión esencial de la experiencia humana como es la fe. Pese (ahora) a no ser creyente, no logro ignorar que una gran parte de la población mundial si lo es. Desconocer esa manera de ver el mundo es como estar amputado de una experiencia humana extensamente compartida (…) Lo que me gusta del cristianismo es la capacidad de olvidarse de uno mismo, de conducir un movimiento en dirección al otro y de provocar una pasmosa inversión de los valores dominantes”.

El autor trata de explicar, desde el análisis del Evangelio de Lucas y de Marcos, las cartas de Pablo, del Apocalipsis y de los Hechos de los Apóstoles, como se construye el cristianismo y como este credo marginal en la Roma Imperial, en menos de tres siglos, se convierte en la religión oficial y, al día de hoy, en una de las más importantes del mundo.

La reconstrucción histórica de Carrère privilegia cómo Pablo, que no conoció a Jesús y apenas tuvo contacto directo con los apóstoles, se convierte en el mayor propagador de la fe en el mundo a partir de una interpretación del nuevo mensaje que choca con la posición de los discípulos directos de Jesús. En su reconstrucción-reinterpretación llena los espacios que dejan vacío los Evangelios y también se adentra, siempre es suposición, cómo pudo haber sido la vida cotidiana de sus personajes; de Jesús, los apóstoles, de Pablo y los evangelistas.

El escritor plantea en la entrevista mencionada que la Iglesia debe de ser ensalzada porque “en lugar de ceder a la tentación de reducir las distintas versiones (del Evangelio) a una sola, esa iglesia primitiva prefirió mantener los cuatro principales. Supongo que fue por honestidad, pero también por intuición literaria: cuatro voces sobre una misma historia suman más que una sola”. Ahora a estas versiones canónicas se añade la suya.

El género de esta obra, que es una novela monumental, se mueve entre la biografía, la introspección, la ficción y la historiografía. El autor advierte a los lectores, a lo largo del texto, la deficiencia de sus fuentes o también que inventa y hace coincidir las fechas y ciertos hechos, para que estos cuadren con lo que él quiere proponer. A partir de esas concesiones, propias de la novela, construye una poderosa y muy atractiva historia tanto de Pablo como de Lucas, que son sus personajes centrales. De alguna manera hay una invitación implícita, para que el lector de los Evangelios haga su propia interpretación de los mismos.

Carrère a pregunta expresa del periodista que lo entrevista de si algún día se plantea volver a creer responde no “por lo menos de la misma manera. Pero tampoco estoy diciendo que el caso está cerrado. Este es el único de mis libros que podría reescribir dentro de 20 años, si es que llego a vivir tanto tiempo. Estudiar los evangelios es como exponerse a una irradiación: incluso cuando dejamos de estar sometidos a ella, sigue haciendo efectos en nuestro interior”.

Y añade que “con todo, tampoco diría que intento aplicar los evangelios en la vida diaria. Eso serían palabras mayores. De hecho, los evangelios son maximalistas y bastante inaplicables. Si funcionan es solo como inspiración o utopía. Pero, incluso así, si un día desaparecen, me parecería catastrófico para nuestra sociedad”. Y afirma que el “cristianismo se puede resumir en una idea muy simple: existe más verdad entre los débiles que entre los fuertes”.

Carrère, que es un agnóstico, afirma en el libro que “no, no creo que Jesús haya resucitado. No creo que un hombre haya regresado de entre los muertos. Simplemente, que eso pueda creerse, que yo mismo lo haya creído, me intriga, me fascina, me descoloca, me perturba (no sé qué verbo es más apropiado). Escribo este libro para no creerme que sé más, no creyéndolo, que aquellos que sí lo creen y que yo mismo cuando lo creía. Escribo este libro para no darme la razón”.

Coincido con un crítico que afirma este es un “libro provocador y deslumbrante que es una indagación rabiosamente contemporánea sobre el cristianismo que nos habla de la perplejidad, el dogma, la duda, la redención y la construcción de una fe con mensajes rupturistas y extraños rituales” y también con François Busnel, de la revista Lire, que dice “El Reino desafía todos los géneros: narración, indagación, ensayo, libro de historia y de introspección, resulta apasionante de principio a fin. Carrère sale triunfante de una increíble proeza. Muestra, en estas páginas soberbias, el poder iluminador de la literatura”.

Versión original: Le Reyaume, P.O.L. éditeur, París, 2014. Traducción del francés al español de Jamine Zulaika. Primera versión en español de 2015.

@RubenAguilar