¡Oiga! Cómo que esto de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Gro., está en un punto en que ya no hay manera de echar marcha atrás. No solo los padres de los 43 jóvenes exigen su regreso con vida, los miles de universitario del todo el país y la sociedad civil organizada que se suman a la demanda, sino que ahora organizaciones internacionales hacen lo propio, lo que pone al Estado-Gobierno en una situación de descrédito.
Como usted se habrá enterado, la Comisión Internacional de Derechos Humanos, con sede en Washington, DC, por voz de su Secretario Ejecutivo, el mexicano Emilio Álvarez Icaza, calificó el caso de Iguala, y otros anteriores como la matanza de Tatlaya, de “extraordinariamente preocupantes”, dejando en evidencia la “incapacidad de los cuerpos estatales”, la rampante corrupción que, cual metástasis, ha invadido el cuerpo del Sistema Político Mexicano, así como pasividad/complicidad de los gobiernos locales.
La movilización de cientos de miles de estudiantes, amas de casa, académicos, artistas, campesinos, obreros, escritores y grupos vulnerables avivan el recuerdo de lo acontecido en 1968, herida que aún no cierra, y coincidentemente se empata con los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014.
Mire usted, ya sé que está “hasta el copete” de oír/leer sobre esto de los Juegos Deportivos y el constante reclamo por su realización, así como el llamado al boicot por parte de los estudiantes, como para que ahora le salga con el cuento de que haya una coincidencia con los Juegos Olímpicos de México 68, pero como dice el refrán: “tanto va el cántaro al agua hasta que rompe” y no vaya siendo la de malas que alguien de la orden de contener a los “rijosos”, por la simple razón de estar exigiendo justicia en pleno acto inaugural.
El estado de vulnerabilidad en que nos encontramos, es combustible presto que aviva el coraje ante la sistemática violación a los derechos fundamentales a millones de mexican@s sin tierra, hombres, mujeres niños y ancianos cuyo único delito es no contar con tarjetas de crédito, parentesco con líder sindical, senador/diputado, ministro de culto, corporativo empresarial, premios y/o reconocimientos nacionales/internacionales, inversiones en la bolsa de valores, compadrazgo con presidente de partido político.
Si bien quizás ya esté escrito el destino de los normalistas, creo que va siendo hora de que se empiece a poner orden en la casa, de ser más proactivos y de empezar a construir relaciones basadas en la inclusión y no en la discriminación, en la tolerancia y no en la intransigencia, en la armonía y no en la revuelta, en el credo y no en la desconfianza; de lo contrario, vayámonos acostumbran a vivir en la anarquía.
Comentario Breve
En la víspera de recibir a los siempre bien amados, la gran mayoría de los hogares mexicanos están prestos al convite de la vida. Cada fragmento de este engranaje nombrado simplemente como Fiesta de los Fieles Difuntos, Todos Santos, Días de Muertos, Santorum, Xantola, Santoro, es el punto de convivencia entre el amor inagotable, la adjetivación de las conversaciones sin palabras, el llanto contenido por la ausencia de una presencia interminable, y el deseo por sentir el aliento de vida que refresca el alma en momentos de duda existencial.
La inmaterialidad de ese amor que no agota su existencia, desde tiempos inmemorables, cierra/abre un ciclo en donde la sal y la tierra, la harina y el agua, así como las frutas fermentadas, en simbiótica asociación dan forma/contenido a los manjares y bebidas propias para los más exigentes paladares.
Y así, como como hace miles de años, hombres y mujeres, sin distingo de perfil socioeconómico, credo, raza, ideología hacen de esta fecha un motivo para el (re)encuentro del amor filial, fraternal, parental. Cada uno a su manera, ofenda el amor incólume del ser dador de vida.
Hoy una vez más, sin adjetivos ni sustantivos que medien, sin fonemas ni morfemas como base, Alfredo García Córdoba, “El de Naolinco” de nuevo invita al convite con los inmortales; convoca a propios y extraños –ausentes/presentes− a darle gusto al gusto, a saborear con los ojos y el paladar los platillos, dulces y bebidas que en vida el ser bien amado disfrutó; llenar de gozo y alegría el corazón del hombre/mujer que tiene en su alma la impronta de las palabras amorosas.
24 negativos en cristal o película tomadas por el abuelo Guillermo García Barradas, a partir de la década de los años 30, dan testimonio de la historia de vida de un Naolinco orgulloso de la herencia dejada por los padres fundadores.
Cada fotografía es un homenaje a los tejedores de identidades, individuales/colectivas con la que se construyen urdimbres de fino encaje; herraje que salvaguarda el orgullo de pertenecer al linaje de hombres/mujeres de buena cepa; dique contenedor de signos que explican, dan sentido y justifican la existencia. Pero si quiere por sus propios ojos admirar esta ofrenda iconográfica, viste la ciudad de Naolinco de Vitoria, Veracruz y dirija sus pasos hacia el restaurante “Pilatos”, muy probablemente el artista visual le dé una mejor explicación.