MALESTAR POR EL COBRO DE IMPUESTOS. Para los municipios, recaudar ingresos por diversas vías es una atribución establecida en el régimen jurídico que nos rige. Sin embargo, para los ciudadanos cumplir sus obligaciones tributarias -como es el caso del pago del predial – implica una respuesta variable que oscila de alto cumplimiento a renuencia total. Por su parte, las autoridades locales son extremadamente cautelosas en esta materia porque saben la sensibilidad de los contribuyentes y de sus posibles reacciones. Lo que no se dice es a qué se debe esa sensibilidad y qué se puede hacer para modificarla. Lo que de inmediato salta a la vista es que la cultura de pago de impuestos es reactiva a la percepción que los ciudadanos tengan de su ayuntamiento. Una población que jamás ha visto beneficio alguno es más renuente a pagar impuestos que otra que goza de beneficios evidentes. Me consta el caso del Pipincal en Xolostla Xalapa donde por lo menos en los 25 años que tengo de vivir en la zona, jamás un gobierno municipal ha hecho absolutamente nada por mejorar las condiciones de vida de los habitantes pero eso sí puntual se paga el predial y hasta se incrementa derivado de la modificación de los valores catastrales.

LA IMPORTANCIA DE LOS INGRESOS PROPIOS. México como nación se encuentra ahora en la condición más crítica que ha enfrentado en toda su existencia. El Gobierno Federal que encabeza el Presidente Enrique Peña Nieto no tiene posibilidad de afrontar con éxito la contradicción reformas estructurales – desarrollo económico y social sustentable. Décimas más o décimas menos de la tasa de crecimiento del PIB, para la mayoría de la sociedad esto es algo que no significa absolutamente nada. Lo único cierto es que el costo social de la crisis la pagan los de siempre y que el régimen no puede prescindir y continúa con la vieja e ineficaz política social asistencialista hoy llamada PROGRESA por una sencilla razón: Nadie acostumbrado al subsidio pasivo renuncia a este para volverse productivo y autosuficiente al menos no de la noche a la mañana. Sólo una movilización socio cultural profunda puede alterar de fondo este tipo de relaciones y tal posibilidad es incompatible con gobiernos centralistas. De ahí la importancia de los gobiernos locales, única instancia capaz de impulsar una respuesta participativa de la sociedad aunque es absolutamente necesario que sean ayuntamientos financieramente fuertes y menos dependientes del gobierno federal.

La elite de la clase política mexicana, en la actual etapa de renovación de los poderes, bajo un nuevo barniz, vuelve a reproducir fortalecido el viejo sistema centralista. Lo mismo se da en lo político que en lo presupuestal. Las decisiones aún de orden administrativo, judicial como en materia de fiscalización son tomadas en el centro del país sin explicación alguna lo que recuerda que hoy por hoy el instrumento más fino del gobierno no es el marco jurídico sino la negociación y el acuerdo ilícito pluripartidista. La guerra sucia antes y después de las elecciones es un espectáculo con frontera muy delimitada: nadie quedará fuera del poder y sus presupuestos, solo habrá reacomodos y redistribución entre los mismos. Si llega a haber “carne para los leones”, jure que será selecta y acordada por todos los actores.

INSUFICIENCIA PRESUPUESTAL

Los recursos financieros de los gobiernos municipales y estatales no alcanzan. La insuficiencia presupuestal es una debilidad crónica del ESTADO MEXICANO. Todos los días las necesidades sociales crecen, la demanda de obras y servicios también mientras los ingresos se siguen rezagando. La brecha entre la capacidad presupuestal y los compromisos de los gobernantes municipales con la sociedad y sus actores, es una brecha en constante crecimiento. ¿A dónde vamos a parar? ¿Hasta dónde hemos llegado? y lo peor ¿qué falta por suceder? Los municipios reciben una asignación de recursos federales y, por necesidades del sistema político y la proximidad de un nuevo proceso electoral, a los gobiernos locales los empuja la federación a comprometer obras y acciones; sin embargo, al poco tiempo las autoridades hacendarias comunican que siempre no, que por la baja del petróleo, el pago de la deuda etc., los ingresos del gobierno federal se redujeron y que por lo tanto fue necesario aplicar una reducción a las aportaciones y a las participaciones. Ante esta cruel realidad los gobiernos municipales meten freno, desmantelan proyectos, reparten disculpas y desilusión social, desencanto empresarial, y hasta adquieren y acumulan deudas. Palabras más palabras menos esto me comentó un amigo responsable de ingresos Municipales de Xalapa el Contador Ernesto García Barrientos, profesionista con amplia experiencia, capaz y honesto y sobre todo leal a la institución. El problema es la insuficiencia presupuestal, reiteró y me pregunto, ¿qué se puede hacer? Sin pretender ser experto, le dije, entre, otras cosas, las siguientes: hay que comprometer y programar con extrema cautela, desmarcarse de compromisos que no cuenten con respaldo presupuestal. Hay que diseñar y operar una política de ingresos prudente y diversificada, es injusto tratar igual a desiguales. Diseñar y aplicar una política de gasto extremadamente racional y sobre todo que cuente con mecanismos transparentes y eficaces en materia de costos de todo lo que compra o contrata el ayuntamiento. Aplicar una política de obra pública que distinga obra social de obra de fomento económico. Aplicar en todas las políticas públicas el enfoque asociativo y de cooperación de todos los sectores de la sociedad. Hacer más con lo disponible es algo que no lo saben hacer ni los junior ni los arribistas. Cuando estamos ante funcionarios que no pueden mover un dedo y dan como pretexto que «lo les dieron suficientes recursos» ¡cuidado¡ …..Sin imaginación, sin voluntad de servicio, sin sensibilidad y sin capacidad de motivar y lograr la cooperación de la sociedad, ¡no hay ni habrá presupuesto que alcance!

Además, se requiere control estricto del gasto corriente, y una alerta permanente ante toda manifestación de la inercia dispendiosa que caracteriza a los altos y medios mandos. Ser austeros y parecerlo es igualmente importante. Lo primero porque afecta los recursos y lo segundo porque afecta la percepción ciudadana y el ánimo cooperador de la sociedad. No obstante, hace falta fortalecer los ingresos propios mediante la ampliación y ejercicio de nuevas atribuciones recaudatorias que se enfoquen hacia una ampliación de la base gravable. Es obvio que México no cuenta con un sistema recaudatorio equilibrado en sus tres niveles de gobierno y que se requiere con urgencia una revisión integral que deje atrás el centralismo financiero que finalmente también lo es político y económico. Solo así se podrá avanzar sobre nuevas bases para el federalismo que exige los tiempos actuales. Desde el Senado hace falta impulsar una revisión del llamado federalismo que verdaderamente fortalezca a estados y Municipios. Hoy que el gobierno federal nuevamente muestra los límites históricos del ejercicio centralizado del presupuesto. Es el momento de recordarle que carece de futuro si no se fortalecen los gobiernos locales.