El libro escrito por Daren Acemoglu y James A. Robinson, “Por qué fracasan los países”, contiene interesantes opiniones sobre la situación política y económica relativa a muy diversas regiones del planeta, bajo una perspectiva que intenta ser crítica, aunque a mi parecer solamente llega a ser superficial.

Sus conceptos son:

a) Instituciones políticas inclusivas vs extractivas

b) Instituciones económicas inclusivas vs extractivas

Para ellos, la democracia procura bien social y así también la capacidad creativa, que llaman destructiva, de los emprendedores, o nunca entendí bien la traducción. Por contraparte, los regímenes comunistas o militares, así como los teocráticos, no proveen de instituciones a sus pueblos capaces de fomentar la tecnología, el desarrollo y creo que en algún momento mencionan algo sobre el arte.

Casi todo el libro es un thriller por lo menos entretenido en el que las balas abundan y los efectos especiales están muy bien realizados; es decir, las historias elegidas como la de Egipto o la mexicana incluso, en la que los autores describen los controles legales que el gobierno mantuvo para que la venta de Telmex a Slim se ajustara a un plan bursátil.

Son escasamente críticos, como seguramente ellos mismos se calificarían, puesto que consideran como un valor marginal, ciertamente, pero como intrínsecamente formidable y maravilloso, como un legado indiscutible de la democracia moderna americana, que aun en sus condiciones de pobreza, su clase baja tiene una mejor calidad de vida que las clases similares de África, América y el sur de Asia y China. Exceptúan a Japón, Corea del Sur, además de los EE UU y la UE en ocasiones.

De esta manera, aunque sus descripciones son certeras al asegurar que las condiciones extractivas de las instituciones políticas y económicas a lo largo de la historia del capitalismo, benefician usualmente a las redes políticas, legislativas y emprendedoras, para utilizar otros términos acordes, en su afán de concentrar riqueza, o por lo menos imponer controles monopólicos (estado-capital privado) del comercio.

Los autores se quedan cortos al hablar sobre los propios centros de la economía mundial y no hablan precisamente ni de la política expansionista de las potencias económicas y financieras, ni mucho menos su teoría hace una autocrítica de las élites financieras que dominan los grandes mercados financieros norteamericanos.

No por esto es menos recomendable su lectura. El libro nos da la oportunidad para recordar que el monopolio de la economía mundial está concentrado en los ejes financieros e industriales, pues tanto los inmobiliarios como los de las producciones primaria y terciaria, la cosecha y la tecnología, están en segundo término para la economía norteamericana.

El caso es que esas élites ahora se encuentran ante la disyuntiva de un nuevo orden mundial, y no precisamente al que hacen referencia Salvador Borrego y la ultra derecha católica y conservadora y a veces separatista en México, que tanto se parece, aprovechando la oportunidad del desahogo, a los liberales extremos y ultras como Isaac Katz. Debemos poner la mirada en el entorno mundial ya que las condiciones de nuestro comercio y de gran parte de nuestro intercambio cultural, así como de nuestro papel en el mundo -muy discutible por cierto, más ahora que se continúa desde el gobierno nacional con una estrategia de posicionamiento diplomático y mediático, sobre las bondades de unas reformas que están complicando más la ecuación.

Dirían tanto Daron como James que las instituciones políticas y económicas que perduran en nuestro país son causantes de una mala distribución de la riqueza; de marginación no sólo en #Mx sino en toda la región (del Caribe que es donde tenemos una presencia internacional). Tantos siglos de herencia colonial de algún modo predisponen a las autoridades nacionales de fin de siglo pasado , como bien podría decirse también de otras regiones del mundo, como queda claro con los ejemplos de Zimbabue, Sierra Leona o Uzbekistán.

Me parece importante resaltar que los autores asumen un papel creciente en la influencia de la riqueza, pues la producción se ha transformado y la riqueza es mayor.

De México concluyen, al igual que de Brasil y Chile “que no solamente han logrado la centralización política, sino que también han hecho avances significativos hacia un pluralismo incipiente.”

Como sobresaliente calificaría su intento de realizar un análisis internacional, y cabe resaltar que “la introducción de la independencia del Banco Central (en Argentina y Colombia, entre otros) coincidió con una gran expansión del gasto gubernamental, financiado en gran medida a través de préstamos.”

Termino con una cita muy interesante de ellos: “Es evidente que los medios de comunicación libres y las nuevas tecnologías de la comunicación solamente pueden ayudar de forma marginal, proporcionando información y coordinando las demandas y las acciones de quienes rivalizan por instituciones más inclusivas. Su ayuda se traducirá en un cambio significativo solamente cuando un segmento amplio de la sociedad se movilice y organice para afectar al cambio político y no lo haga por razones sectarias ni para tomar el control de las instituciones extractivas en unas más inclusivas. La posibilidad de que este proceso se ponga en marcha y abra la puerta a una mayor cesión de poderes, y, finalmente, a una reforma política duradera, dependerá, como hemos visto en muchos ejemplos, de la historia de las instituciones políticas y económicas, de muchas pequeñas diferencias que importan y del propio devenir circunstancial de la historia”, concluyen Daren y James.

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