Si queremos saber y hablar de la política y sus ejecutores la mejor manera de aproximarnos a su realidad es ver y acercarnos a su práctica concreta más inmediata. Aquí tenemos a la mano a exponentes de tal actividad, de todos los colores, con rostro y nombre. Podemos, en consecuencia, formarnos una opinión de ellos y sus actos; incluso, hacerles críticas y apuntes comparativos. Estamos hablando de una actividad desgastada y en decadencia, sin muchos efectos positivos en la vida de la gente. En el caso de Veracruz, sin exceptuar a Xalapa, la política partidista es casi monocolor, con pequeñas franjas opositoras. Las siglas distintas a la oficial son de mero trámite, su línea y comportamiento es similar y tradicional.
 
Veo una política superflua, burocrática, intrascendente y regresiva. La actividad más pública por excelencia, la que conduce los asuntos colectivos, ha terminado siendo la más privada y alejada de la gente. En esta coyuntura ser político es decirlo y ya, sin necesidad de demostrarlo y sin responsabilizarse de nada ante la sociedad. El PRI sigue siendo el destino natural y más solicitado por los nuevos políticos además del lugar de siempre de los políticos de trayectoria. Ahí hacen carrera, con poca competencia externa y con altas posibilidades de concretar sus aspiraciones personales.

Si es que existen  poco se sabe de visiones, proyectos y formulaciones ideológicas; todo gira en torno a un discurso propagandístico, simple e intrascendente. La política como fin, como medio de vida, casi siempre fácil y sin compromiso. La política como una actividad más, como trabajo, como el afán de alcanzar beneficios más grandes a cambio de poco esfuerzo. Aunque parezca casi increíble todavía dominan  el rollo, la pose y  la falta de responsabilidades. Son rasgos en diputados, ediles, líderes y operadores; más notables en algunos pero presentes en lo general en todos. 

En Veracruz existen doce partidos políticos, dos más que los nacionales; a excepción del oficial que tiene las estructuras que se derivan de sus posiciones  de poder, el resto se muestra poco porque hace poco. El número de partidos no corresponde a una demanda ciudadana, es efecto de las leyes y por estrategia del poder. La mayoría de los partidos son pequeñas estructuras burocráticas con escasa presencia pública y que no cumplen con su papel: no articulan planteamientos de sectores de la sociedad, no convierten en políticas públicas sus plataformas electorales, no generan diagnósticos y propuestas y no levantan banderas de los asuntos que le interesan a la población. 

La crisis sostenida de la política, ya con su propia inercia, es altamente nociva para nuestra vida pública. Con una política de baja calidad tenemos gobiernos y representantes mediocres y corruptos, así como una sociedad omisa y apática. No es chiste, nada trivial, que la política sea así, trae consecuencias muy fuertes en el ánimo social, en la vida cotidiana y las condiciones de la convivencia pacífica y edificante de la sociedad. Esta realidad impone una agenda de regeneración política de Veracruz, rompiendo con un sistema degradado que cargamos sobre nuestras espaldas.

Es lo que hay, así hay que verlo y asumirlo, con realismo; no va a cambiar pronto, pero debe  intentarse, Es un buen inició rechazar las viejas prácticas políticas, abrir las puertas a la inteligencia y a la honestidad. La regla obvia es que los ciudadanos deben entrar a la política, con votos, militancia y control de los servidores públicos. Alejarse es contraproducente. Por la pesada herencia antidemocrática  y los controles del sistema cualquier cambio cualitativo que se intente será necesariamente gradual y lento. Más vale ser pacientes, persistentes y valorar en positivo los pasos y logros que se vayan obteniendo 
 
La política no es exclusivamente partidista, hay otros espacios, pero para incidir en los asuntos de gobierno todo pasa por las elecciones, las candidaturas y los partidos. Estos son un mal necesario. Habrá que hacer la lucha por contar con partidos abiertos, independientes, honestos y definidos. Los membretes y las comparsas son inútiles en una perspectiva democrática, asfixian y bloquean las expresiones plurales de la sociedad. A la política no sólo deben venir los peores, los  engañabobos, los histriónicos y los deshonestos; de esos siempre habrá, la política no es labor de ángeles; pero también debe venir gente capaz y honesta. Debe haber una mezcla proporcional entre las cualidades y los defectos, entre los que promueven cambios y quienes prefieren la comodidad del inmovilismo.

Recadito: Franquicia roja o partido amarillo es el dilema en el PRD Veracruzano.