Por Ramón Durón Ruiz (+)

El sabio filósofo y médico español, Gregorio Marañón afirmó: “Vivir no es sólo existir, sino existir y crear; saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar; […No tener sueños], es empezar a morir.”

Los años me han enseñado que “La vida es hermosa… aun con errores”, el sabio poeta Pablo Neruda la sintetizó de una manera más que bella: “De la vida no quiero mucho. Quiero apenas saber que intenté todo lo que quise, tuve todo lo que pude, ame todo lo que valía la pena y perdí apenas lo que nunca fue mío”.

El Filósofo de Güémez, te invita amorosamente a que grabes a piedra y lodo que eres el arquitecto de tu destino, por ello es vital que mantengas la luz de la FE siempre encendida, que tengas sueños y vayas tras ellos, y que la palabra claudicar no exista en tu vocabulario.

Si reconoces que vives en el milagro de la vida y que está hecha para que la vivas, no para que sobrevivas arrastrándote en el dolor y el vano sacrificio, has a un lado el desánimo y simplemente reconoce que estas vivo no por casualidad, sino por una causa suprema: para ser feliz en el AQUÍ Y EL AHORA.

Para éste viejo Filósofo el secreto del paraíso de la vida es que cuentes y cantes los dolores y las penas, que las sueltes al aire, no son tuyas son de la vida, el universo se encargará de acomodarlas en el rompecabezas del tiempo.

HOY date tiempo para abrazar, bendecir, amar, para decir perdón, decir te amo, te quiero, te necesito, te extraño; el poder de la palabra es tan grande que sanarás heridas y llenarás vacíos con amor.

El tiempo ha enseñado al campesino de allá mesmo que la base de la felicidad es el amor, la alegría, la sana sonrisa y el buen sentido del humor, que son emociones que brotan de la inocencia, de la buena FE, de un corazón agradecido, son emociones terapéuticas, porque se procesan desde la inocencia.

En la vida los problemas no son tuyos, llegaron para dejar una enseñanza, “cuando las cosas vayan mal, no vayas con ellas”, tira la tristeza, acéptate cómo eres, confía en que lo que viene es lo mejor, no presumas de lo que no eres, no crees conflictos, busca soluciones, toma decisiones; la indecisión trae duda, provoca inseguridad, angustia y preocupaciones innecesarias.

No guardes el dolor, ni la adversidad, sácalos al aire, que les dé el sol, porque si los reprimes, te enfermarán, HOY reconoce que en la medida en que salen de tu alma, llenas el vacío que queda de amor y donde hay amor hay salud, bienestar y abundancia de bienes y de dones.

El gran secreto de la vida es ser feliz en EL AQUÍ Y EL AHORA, para ello es vital soñar, soñar es atar tu vida a una estrella y saber que tu límite es el Cielo, es entrelazar ilusiones y esperanzas, sabiendo que se cumplirán porque la fuerza misteriosa que mueve la vida, siempre juega a favor de los que sueñan con un mundo mejor, tienen fe en poder hacerlo y creen en ellos mismos.

Cuando en la vida te das permiso de soñar, entiendes que es echar a volar tu Maestro Interior hacia las estrellas, es elevar tu energía a otro nivel de conciencia, es tener cognición de la temporalidad de la vida, que está hecha de momentos, en donde hay una poderosa interconexión entre sueños, quehaceres, saberes y haberes.

El viejo Filósofo sabe que soñar, es una fuente nutriente para tu vida, que te enseña que en lo más íntimo de tu corporalidad solo hay energía que vibra con el amor incondicional, que te recuerda que eres uno con DIOS.

Éste campesino de Güémez, desde su tierna infancia soñó con vivir en torno al humor, porque la vida me ha enseñado que en la fiesta de la vida, te cambia positivamente la forma de ver las cosas, por eso la risa es parte de mi maestro Divino, que me enseña a reírme con la vida…no de la vida, será porque el humor cuando accesa a tu vida, te hace más humano, más sencillo, más feliz.

A propósito de humor: “Un pela’o estaba hasta las “manitas” de borracho en la cantina de Güémez; unos jóvenes deciden hacer su obra del día y llevarlo a su casa, para lo cual le buscaron en las bolsas del pantalón una identificación y se dirigieron a transportarlo, sólo hubo un problema: cada que lo ponían de pie para tratar de que caminara, el borrachito caía estrepitosamente como regla al piso, dándose un muy buen madrazo. En el camino de la cantina a la camioneta se les cayó más de 12 veces. Cuando al fin llegan a la modesta casa del borrachito, lo bajan de la camioneta y se les vuelve a caer; al oír el desmadre, salió Simpliana –la esposa del hombre–, secándose las manos en el delantal; a quien amablemente dicen:
— ¡Señoraaaa!, aquí le traemos a su viejo, esta borrachísimo, se caía a cada rato en la cantina.

Ésta, mirándolos de arriba abajo, les espeta:
— ¡Hay ‘abrones…!, ¡LE ‘INGARON LA SILLA DE RUEDAS!”