Somos admiradores de los hombres que por más de cinco siglos, desde que llego el conquistador, se marcharon a la montaña y de esa manera han guardado celosamente su identidad, que también es nuestra identidad, porque todos los que poblamos nuestro hermoso Veracruz, algunos más, otros menos, pero todos llevamos un poquito de sangre indígena.

Hemos dicho que en la Montaña, en las cañadas, cerca de los ríos, habitan los indígenas. Cuando hablamos de ellos, equivocadamente decimos; pobre gente, como pueden vivir alejados de la civilización, pasando fríos, hambre, viviendo en la pobreza, alejados de los centros médicos, de las escuelas, abandonados a su suerte.

No nos damos cuenta que los que estamos abandonados a nuestra suerte, somos los que vivimos en la ciudad, aquí si no trabajas no comes, estamos presos de las ofertas de Liverpool, de las tarjetas de crédito, de la usura de las casas de empeño, del intenso tránsito de la ciudad. En la montaña, los indígenas se ayudan para trabajar la tierra, siembran apoyándose entre ellos, se reparten la cosecha como hermanos y en lo más preciado que quiere el hombre, en libertad.

Hemos vivido y convivido con ellos y sabemos que aman las aves por sus hermosos trinos, las flores por sus bellos colores, saben que de los animales como las vacas, las cabras, los borregos, las gallinas, está el sustento, por eso los cuidan. Los indígenas no es mucho lo que piden, aman al sol, la lluvia y a la Madre tierra, sabedores que con eso tienen todo lo que necesitan para vivir.

Por eso, cuando acompañamos en alguna campaña a los candidatos de diferentes partidos, criticamos que tan solo utilizan a los indígenas como escenografía, para conquistar sus puestos públicos y sus intereses personales; les prometen el cielo y las estrellas y una vez sentadas en el poder ni audiencia les dan a los indígenas.

Hoy el centro ceremonial de “El Tajín” está de luto, “El Tata”, uno de los últimos, sino es que el último guardián de “Casa Grande” como le gustaba llamarle Don Juan Simbrón al “Tajín” se marchó; El lunes pasado Don Juan, tomó el viejo violín que por muchos años le acompañó, dio el cerrojazo y se fue para no volver; aquí se queda su pueblo que siempre lo quiso, lo quiere, lo querrá y lo extrañara.

Don Juan vivió 98 años, los vivió bien vividos, consagrado a defender los intereses de los indígenas del Totonacapan, de México, de América y del mundo; lo mismo lo veíamos en la montaña, en Zozocolco, Coahuitlan, Filomeno Mata o en Cachequin, hablando con sus hermanos en su casa en Santa Cruz o en algún país de América, él quería que su pueblo no sufriera hambre, que tuviera lo necesario para vivir, que el maestro asistiera a dar su clase los cinco días de la semana, que los médicos en las clínicas rurales atendieran a los indígenas los 365 días del año.

Su preocupación en primer plano eran sus hermanos los indígenas. Recuerdo que cuando al Tajín le dieron el premio en Los Ángeles California por el programa multimedia que se presenta en el solsticio de primavera, el que escribe se apersono en su casa, en Santa Cruz Ojital, congregación de Papantla, acompañado de Emiliano López Cruz, un líder nato de los campesinos quien me hizo el favor de llevarme con Don Juan; cuando le pregunte cuál era su opinión por el premio al Tajin, esta fue su respuesta.

Miliano, refiriéndose a López Cruz, El premio a “Casa Grande”, es como si tu hoy me trajeras un pastel y, aquí con mis hijos, mi esposa, ¡con mi familia!, nos lo comemos y lo disfrutamos. Y mis hermanos indígenas ¿Qué?, ¿en dónde está presa grande?, ¿en donde están los nuevos caminos?, ¿en donde están las clínicas rurales?, ¿en donde están los doctores para que curen a mis hermanos?, ¿en donde están los apoyos para hacer producir el campo y en donde vamos a vender los que produzca nuestra madre tierra?”.

Don Juan nunca perdía el tiempo, siempre estaba pensando en la forma de apoyar a sus hermanos los indígenas; él siempre represento de manera digna a su pueblo. Un servidor conoció por primera vez a Don Juan en la primavera de 1971, en El Espinal, siempre serio, con una discreta sonrisa, ahí lo vi, llevaba su violín, ¡Que lastima que no tuve la precaución de tomarle una fotografía de aquel tiempo, hoy sería histórica!

Los indígenas me han invitado a sus bodas, a sus ritos, he disfrutado de sus usos y costumbres, me embelesan sus danzas, me encanta observar a los Voladores, a los hombres águilas, escuchar el golpeteo del botín de Los Negritos, disfrutar de los Guaguas cuando los veo girar en la cruz, es todo un agasajo y nunca me cansare de admirarlos.

Don Juan fue un indígena puro, hijo de la vainilla y del maíz, promotor tenás de los derechos de los indígenas, cuarenta años fue Presidente del Consejo Supremo Totonaca, fundador del Instituto Nacional Indigenista; sería demasiado larga la lista de cargos que Don Juan ocupó y por todas sus acciones en favor de sus hermanos los indígenas. En el 2011 el líder totonaca, fue galardonado por el Gobierno de Veracruz a través del Congreso del Estado con la medalla Adolfo Ruiz Cortinez y se hablaba que este año Don Juan podría recibir la medalla Belisario Domínguez que otorga el Gobierno de la República en el Senado.

Como si fuera poco lo que les está sucediendo al pueblo mexicano, en especial al pueblo veracruzano; donde muchos municipios están sufriendo las consecuencias de las deudas heredadas por antecesores alcaldes; la ciudadanía trata de sortear el vendaval de los precios de la canasta básica inflada por la devaluación del peso mexicano, el alza de los precios de los combustibles, el gas, la energía eléctrica, la reducción de presupuestos, propuestos por el Gobierno Federal y que impacta en las obras en los estados y municipios y tan necesitados que estamos de valores, de hombres que verdaderamente estén al servicio de las mayorías como lo fue Don Juan, hoy llega la naturaleza y nos arrebata a un gran líder. Se nos fue un gran hombre, un luchador que siempre estuvo pendiente de que sus hermanos los indígenas se les reconociera. Descanse en paz don Juan.

DORMIR BIEN

¿Qué tal duermen amables lectoras y lectores?, ¡no tan bien!, las entendemos, quien va a dormir bien, si estamos viendo cómo se están empantanando los encargados de la política exterior mexicana, quesque quieren que el Papa Francisco se desdiga de lo que dicen que dijo; no vamos a poder dormir bien mientras los políticos mexicanos quieran ponerse al tú por tú con el vicario de Dios, sobre todo que quieran que les dé una explicación de un estigma que todo el mundo nos lo tiene puesto; ¿en qué mundo viven?, ¡que escasez!