Nacido en el puerto de Veracruz el 30 de diciembre de 1890, Don Adolfo Ruiz Cortines es un veracruzano ilustre de nuestra historia, un político honesto como pocos, un reformista, un garante de las instituciones, un hombre que siempre cuido su imagen en todos los sentidos, pero sobre todo un político de cepa, respetuoso de todos y cada uno de los actores políticos, alguien que sabía que la forma era fondo.
Formado en el fragor de la batalla revolucionaria, aunque nunca vio acción militar, más bien él se dedicó siempre a la administración, tan es así que uno de los principales pasajes de su vida y por el que muchos lo recuerdan fue aquella vez, que se decomisó el tesoro a los carrancistas, siendo él quien estuvo a cargo de custodiarlo y entregarlo, desempeñándose con absoluta honradez y probidad y entregándolo al nuevo Presidente Adolfo de la Huerta.
Cuanta falta hacen más Adolfos Ruiz Cortines en nuestro País, ya que actualmente hay carencia de valores, de conocimiento y respeto político, de probidad, de institucionalidad, y de muchos aspectos positivos que hoy en día se han perdido y que tanto la clase política de antaño, como la reciente, así como la nueva, no tienen el mayor interés de renovar su conducta a fin de transformar lo que desde hace mucho tiempo está podrido.
Pocos son de verdad los actores políticos que a nivel nacional han aportado, aportan y siguen aportando algo en beneficio de todos los ciudadanos, es imprescindible que en la víspera del inicio de las campañas electorales, los ciudadanos razonemos nuestro voto, hagamos conciencia de quienes realmente pueden aportar algo positivo a la vida de México, quien realmente conoce los problemas y puede al menos ser parte de la solución con ideas reales.
Don Adolfo tenía una de muchas frases derivadas de una de sus muchas historias, que aclarando el punto, todas fueron vivencias que él tuvo a su paso de su destacada y brillante carrera política, siendo Presidente Don Adolfo presidía una ceremonia para poner en marcha un programa de incremento a la plantación de palmeras en su natal Veracruz. Cuando de pronto uno de los ahí presentes le dijo: Señor, los frutos no se verán hasta pasados cinco años, cuando haya terminado su gobierno. El viejo político, inmutable, le contestó: “yo no siembro para mí, siembro para México”. Ojala que todos los políticos pensaran de la misma forma, sin duda sería un México totalmente diferente. Correo Electrónico: bernardobellizzia@nullhotmail.com