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Las palabras son indispensables para la humanidad, ya sea con señas, habladas o por escrito siempre están presentes, por ello dotan de sentido gran parte de nuestra existencia y son partícipes de todo lo que influye en nuestra vida.
Para mí siempre han sido un medio de expresión, la forma ideal de compartir mis ideas y la manera en que trato de comprender las de otros, son tan necesarias en mi vida que las doto de sentido y busco encontrar el mismo cuando vienen de alguien más. Hay palabras que juntas son lo más hermoso como un ─Te quiero. ─Otras son difíciles de pronunciar como un ─adiós. ─Sin embargo comunican, transmiten mucho, por ello es importante cuidar lo que decimos.
El sábado tuve la oportunidad de presenciar palabras hermosas, las de un hijo hablando de su padre, quien se expresaba lleno de emotividad y gratitud. A un año de despedirse de su papá, Guillermo Zúñiga recordaba las últimas enseñanzas del hombre que nos legó tanto como veracruzanos y a quien sin duda siempre rememoro con sumo cariño. Guillermo compartió con todos una historia en la que señalaba que parte de todo lo creado por Guillermo Héctor Zúñiga Martínez no era para él. Tal como señaló su hijo, sólo los grandes hombres construyen para los demás.
Las personas que piensan en grande y se preocupan por el bienestar de otros como lo hacía quien antaño fuese rector de la UPAV dejan palabras llenas de amor, a través de ellas compartió con miles de estudiantes enseñanzas que hoy se divulgan no sólo en el estado sino también en la nación. El Mtro. Guillermo siempre fue un impulsor de la educación, porque sabía que en ella estaba el futuro de México y tuvo la visión de acercar oportunidades a los veracruzanos que quizás antes no creían posibles. También fue un hombre recto, de fe y múltiples valores que hoy se ven reflejados en su hermosa familia. Tal como hace un año mencioné de una persona íntegra que hizo tanto por los demás siempre quedarán sus ideales.
No obstante, hay veces que las emociones nos dominan y erramos al hablar. Tal fue el caso de Pedro Ferriz de Con quien terminó dañando su reputación en un santiamén para quién a estas alturas no esté enterado el aspirante independiente a la Presidencia de la República perdió los estribos ante la pregunta de un estudiante universitario. Un joven le preguntó cómo esperaba ser fiel a la nación si no podía serlo con su esposa, a lo que el comunicador respondió muy molesto y con groserías (para saber qué dijo los invito a buscar el vídeo).
Tiempo después el periodista se dio cuenta de su error y lanzó en más de una ocasión un vídeo de disculpa por haber reaccionado de esa forma. En él, alegaba que era natural enojarse y responder de esa manera cuando alguien se mete con su vida privada pero que lamentaba el lenguaje utilizado. En este caso pese a las disculpas las palabras perduran y para mal pues ya no es suficiente decir que perdió los estribos después de los insultos, si una actitud así es criticada en cualquier persona con mayor razón lo es en un aspirante político.
En lo personal celebro la pregunta del estudiante, no porque me importe la vida “privada” de Pedro Ferriz, sino porque demuestra la inteligencia emocional que hay detrás de él. Ser Presidente de la República requiere todo tipo de preparación, no sólo intelectual sino también saber reaccionar de manera inteligente a los momentos de tensión. Alguien que se altera de esa forma ante una simple pregunta ¿Sería capaz de lidiar contra amenazas a la nación?, ¿Cómo respondería ante amenazas o los debacles como los que hoy en día se presentan en México?.
Estoy convencida de que debemos elegir sabiamente lo que decimos, nuestro léxico es tan diverso que ante situaciones en las que nos sintamos molestos podemos acudir a múltiples frases que no dañen nuestra reputación. México necesita más personas que piensen a profundidad, que sean conscientes de lo que está pasando y puedan crear soluciones, personas que ocupen las palabras para proponer para crecer y no para dañar y destruir.