Los analistas, opinadores y cronistas ocasionales siguen, en lo general, sin encontrar las coordenadas y nuevos referentes de la coyuntura política que trajo la alternancia; omiten los datos duros de la herencia tricolor y abstraen el desastre que nos trasladaron, no solo al nuevo gobierno sino a toda la sociedad veracruzana. Despojados de casi toda objetividad han decretado el fracaso del Gobierno de coalición desde los primeros treinta o cuarenta días de la administración y, día a día, exigen los resultados que no se vieron en, al menos, los últimos doce años de gobierno en Veracruz. Desde luego que están en su derecho de opinar como les venga en gana, en un acto más militante de causas partidistas que de interés periodístico. Tampoco se les pide una postura inversa, su opinión debe ser conocida para los fines informativos que persigan.

Por ser una sociedad plural, todo un valor democrático a preservar y defender, se debe trabajar mucho y en forma responsable para informar y contribuir a la certidumbre social y el fortalecimiento de las instituciones ante la crisis de gobernabilidad. Finalmente los problemas que padecemos no afectan a los funcionarios exclusivamente, repercuten en la tranquilidad común. Las posturas de todo bien o todo mal, maximalistas, solo confunden y nublan el entendimiento, alejando a la larga a la gente de un ejercicio concreto de participación ciudadana. Plantear que nada se hace bien o quedarse en el apologismo es realmente intrascendente y de autoconsumo. Son más resentidas por el juego democrático las opiniones sistemáticamente negativas de las fuerzas políticas opositoras, quienes eluden las responsabilidades democráticas que adquieren al constituirse en partidos políticos. Es todo un decepcionante espectáculo del oportunismo cuando las oposiciones emiten casi exclusivamente consignas, ocurrencias y generalidades, como si hablaran con ciudadanía zombi y no formaran parte del marco institucional que regula a nuestra sociedad.

La ola violenta que azota a Veracruz, espectacular y atemorizante, es el argumento preferido de quienes afirman que ya fracasó el Gobierno de la alternancia. Noticiosamente se suman hechos violentos ocurridos en puntos muy distantes de la geografía veracruzana para proyectar una imagen de caos e inutilidad gubernamental. La seguridad ciudadana mejorará sin duda, el porcentaje de efectividad de las autoridades inicia por una política de cero corrupción, si los jefes no meten la mano al cajón sus subalternos seguirán su ejemplo. No festinar la violencia ni por equivocación es un imperativo ético, colaborar con las autoridades rompe el circuito vicioso de la desconfianza y la desinformación. Por elemental coherencia humana y credibilidad nadie, sin excepciones, debiera utilizar los hechos violentos para denostar al gobierno en turno.

La violencia de la delincuencia organizada no respeta límites territoriales de municipios y entidades ni tampoco periodos de Gobierno, por eso vemos que se ha intensificado la guerra del narcotráfico seguramente por el cambio de administración y más por los ritmos que traen las células delincuenciales en todo el país. Los cárteles del narcotráfico desafían al Estado mexicano y amenazan nuestra convivencia social; ante esa amenaza real debemos tener mucho cuidado y proceder con absoluta responsabilidad. Es condenable el uso partidista o de amarillismo de los hechos violentos que lastiman gravemente a la sociedad; viene resultando obsceno el festinar las matanzas sòlo para afirmar que se vive lo mismo que el pasado muy reciente.

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Recadito: La partidocracia (toda) ha derivado en un sistema de franquicias…