Plagada de incidentes inéditos, prosiguen las campañas electorales locales. A fin de año habrá nuevo gobernador y diputados con lo que el panorama del estado, obviamente se modificará. Nuevas formas de llevar adelante las políticas de gobierno y nuevas caras en los cargos públicos.
Cuando parece que los candidatos entendieron que la rijosidad es contraproducente y optan por las propuestas edificantes basadas en las necesidades imperativas del manejo de la cosa publica, vuelven a caer en el desafortunado expediente de descalificar al contrario con toda suerte de imputaciones y recriminaciones.
Hay que agotar los procesos electorales. El actual, por su naturaleza, es de pronóstico aún reservado; sin embargo comienza a decantarse el valor o antivalor de los candidatos aspirantes, en el debate, el sentido común debe aparecer. Desde luego no hay nada escrito, no se cuenta con bola de cristal. Habrá que esperar el tono que prive en el cara a cara entre los candidatos que organiza el OPLE, para ver si las imputaciones continuaron con acritud y hasta violencia o se optó por la propuesta razonada y constructiva.
Cierto es que algunos candidatos han sido objeto de imputaciones no bien aclaradas, en algunos casos muy graves, que trascienden la esfera estatal y nacional, llegando a alcanzar espacios internacionales, escenarios donde se han producido operaciones inmobiliarias atribuibles a actos de origen ilícito.
La razón, la lógica, apuntaría a que uno de los candidatos, sin menospreciar a ninguno, cuenta, a estas alturas, con más elementos de suma, tanto personalmente como en estructura y experiencia en actividades administrativas, legislativas y políticas en el estado y en el país. Todos tienen lo suyo, no hay quien pueda ser minimizado, sin embargo existen indicadores duros que permiten apuntar tendencias.
El ciudadano que votará en junio va tomando nota, hace su cálculo y toma su decisión, no es sencillo, en un momento difícil, cuando se han acumulado males, uno tras otro. Los más inaceptables son los que resultan de una mala administración pública, multi deudora económica, financiera y social, que ha lastimado a la población en general; tema saturado y no resuelto.
Analistas del centro del país, coinciden en que la elección de Veracruz, es la joya de la corona, entre las doce por realizar en junio, por el tamaño y peso político del padrón; el tercero más grande de la República. De ahí el especial interés. Por lo demás todos coinciden en que será una elección y una sucesión en el poder estatal que tiene, además de la importancia local, gran atención política que incidirá en la sucesión presidencial de 2018, sin duda.
En Veracruz, por si el pedido no estuviera completo por los numerosos incidentes por los que atraviesan las campañas, hay que agregar los fenómenos atmosféricos y en los últimos días la catástrofe de la explosión en Coatzacoalcos, donde se perdieron vidas humanas y resultaron múltiples lesionados, así como grandes perdidas materiales y la consecuencia infausta de tener que parar una fuente de producción, que aumentará el desempleo en la zona, única de gran valor agregado, desde el punto de vista económico ya que la entidad no cuenta con industria de alto rendimiento. Más pobreza, aunada a la generada por el declive de Pemex. ¿Qué pensarán de sus atribulados paisanos Salma Hayek y Karime Macías, cuyas familias ahí residen?
Por lo demás, las campañas seguirán su curso, las investigaciones de responsables de la tragedia y sus consecuencias, se perderán en la memoria espesa de la impunidad, nadie resultará culpable. Ningún candidato pedirá que se sancione a quien criminalmente, con toda negligencia, omitió cumplir los protocolos de seguridad indispensables para la correcta operación de una planta tan compleja en su funcionamiento y tan importante para la economía de la región y del país.
Todo se contrae a levantar victimas mortales, a internar heridos, por un lado y por otro, el de las autoridades, a negar informes y a emitir muy sentidas condolencias a los afectados, a enviar a través de las redes sociales todo genero de lamentos y como siempre a prometer investigar las causas que resultaron en la desgracia de cientos de obreros afectados.
En este marco avanzan las campañas para gobernador y diputados de dos años. El momento es delicado, es de gran reflexión. Frente al infortunado lapso que vive Veracruz, los veracruzanos preguntan a los candidatos, ¿Qué ofrecen para remediar tan indeseado ciclo? ¿Más argumentos infructuosos y vacíos para ver, quién es el más malo y corrupto? ¿O un programa serio para salir de esta oscura etapa? Veracruz, con 8 millones de habitantes que merecen mejor destino, no es un palenque, por favor.