Los terribles acontecimientos acaecidos en Guerrero, que aún no terminan de sorprendernos, son síntoma insoslayable que en gran parte del territorio nacional se ha perdido lamentablemente la gobernabilidad. El orden jurídico, tan mencionado en discursos demagógicos se encuentra, ese Estado de Derecho, al borde de un colosal colapso. Al decir esto no se descubre una verdad incontrovertible, que existe en la conciencia de todo el país, sino se pretende recalcar el problema.
Problema desatendido, infectado, purulento capaz de desaparecer a una comunidad enferma a la que nadie está verdaderamente dispuesto a fincar las acciones validas, los remedios idóneos para sanar a una sociedad bajo condiciones patológicas evidentes.
Los hechos duros hablan de un deterioro real cuyo rescate se siente casi inalcanzable. Bajo estas adversas circunstancias, nadie puede estar optimista. Nadie ignora lo que esta sucediendo, todos lo ven, todos lo saben, nadie lo ignora y sin embargo todo sigue igual; con la sentencia dictada de que aun puede ser peor, que la metástasis del tejido social, puede trascender a cualquier otra parte del territorio nacional.
Hay todavía grandes tramos del país que se mantienen aparentemente sanos, Veracruz es uno de estos, pero si no se protegen a conciencia un virus social, a semejanza del Ebola biológico, podría infectar a la sociedad entera, a todo el pueblo. Pueblo de manifestaciones multitudinarias, pacificas, gente que muestra su dolor y preocupación en macro concentraciones que al final sirven solo para la nota periodística con una gran foto. Actos de desesperación ciudadana que sin embargo no consiguen en la práctica mayor efecto.
La comunidad internacional ve ya con desconfianza al país. Frente a las reformas que invitan a la inversión, al turismo, a saber que México es un país de leyes que se cumplen, queda la evidencia de todo lo opuesto con los hechos salvajes que se viven en algunas zonas.
Todo es el resultado de una política regresiva, complaciente, soportada por décadas en un diálogo “concertecesionista”, claudicador, entreguista a presiones fácticas de la peor ralea; diálogo pervertido, negociación indecente, vicios públicos tolerados durante largos años de indolencia gubernamental cobran actualmente, mediante efectos perniciosos, castigando a una sociedad indefensa en las propias puertas de sus casas.
En lo social nada se produce por generación espontanea, todo tiene una causa eficiente que la genera. En México se dejo avanzar el escenario en que ahora se debate el país y hoy es casi imposible un rescate. Honestamente no se vislumbra como.
Guerrero, que lleva el nombre de un prócer de la Independencia Nacional, se desenvuelve en una danza macabra. Jóvenes estudiantes desaparecidos sin rastro alguno; fosas clandestinas con restos humanos, por doquier, saqueos y ataques violentos y quemas a recintos de los poderes local y municipales. ¿Dónde estaban las autoridades estatales? ¿En que cómoda hamaca dormía el gobernador, hoy defenestrado? El gobernador Ángel Aguirre no puede argumentar ignorancia pues él, en su primer periodo de gobierno interino, enfrentó condiciones similares a las que hoy entrega. ¿No tiene remedio el sistema político o los políticos, o ambos?
Después del niño ahogado, ahora sale el secretario Osorio Chong con que “blindaran” a Guerrero. Ahora todo es blindado, se abusa del termino, se “chotea” la palabra pues ese blindaje no sirve de nada, como no sea para blindar automóviles de funcionarios o de poderosos. Intenciones y mas intenciones, salidas como las de que:” se llegará a las ultimas consecuencias”, “no habrá impunidad” y otras muchas que se suman a una burla interminable a la población impávida.
En esta región de la Patria Mexicana, hace doscientos años, en el estado de Michoacán, en Apatzingán, se promulgo la primera constitución de este país en 1814. En Iguala, Guerrero, se proclamo el Plan de ese nombre y fueron los héroes fundadores de esa Patria los que pusieron las bases de esa nueva nación que nacía bajo los mejores augurios.
Un siglo después la Revolución Mexicana fraguada y sostenida primordialmente en el norte del país por héroes del siglo XX, refrendaron su fe en la nación, continuaron la formación de esa Patria tan añorada.
Hoy los principios de tan significados momentos épicos se han perdido, maltrechos y destrozados no son los fundamentos de aquella nación que se soñó fuerte y respetada. Es tal vez la hora de que México regrese a sus orígenes, a los postulados que le dieron vida pública, al pensamiento de los padres fundadores y a la acción de tantos héroes que a través de la historia quisieron hacer de ésta una patria grande.
Es hora de volver la mirada a los conceptos fundamentales, a un fundamentalismo laico, donde se reencuentre el sentido original, la esencia de lo que quiso y quiere ser este atribulado país donde sus paganos habitantes hoy sufren y padecen castigos sociales inmerecidos, que hieren su nivel de vida, su paz y sus derechos humanos.
Los poderes públicos tienen la palabra y la obligación de hacerlo. La sociedad victimizada, también debe sumarse y colaborar a ese camino de elevación nacional.