2014, Septiembre mes de la Patria, de reafirmación de la mexicanidad, conmemoración de la Independencia, recordación de los Héroes nacionales, lluvias, huracanes ciclones…… y muchas cosas más.
Día primero: Entrega del el Segundo Informe de Gobierno, con que inicia Enrique Peña Nieto su tercer año de gestión. Los análisis y comentarios del contenido del documento no se han hecho esperar, así como todo el aspecto parafernalico que acompañó al acontecimiento.
Recuerdos actualizados por la forma en que se produjo, la fecha siguiente, el mensaje del presidente. No ya en la Cámara de Diputados al comienzo del periodo ordinario de sesiones del Congreso General, recinto de donde de manera vergonzosa se impidió el ingreso al entonces presidente Vicente Fox a quien se le negó rendir ahí su último informe.
Remisión de la memoria colectiva al repudiado hecho en que el titular del Poder Ejecutivo al rendir su informe, era cubierto de un protocolo oficial exagerado que lastimaba la sensibilidad de un país cuyas necesidades y carencias no correspondían a semejante acto de adoración inmerecida.
Pero a una acción, una reacción. Si el tributo de pleitesía al mandatario ya no es posible rendirlo en la sede del Congreso, nadie impide que ese acontecimiento se pueda efectuar en la sede del Poder Ejecutivo: el Palacio Nacional, ahora que ya las autoridades del Gobierno del Distrito Federal se muestran más conciliadoras que en tiempos de López Obrador, cuando ni de broma se hubiera podido pues el Zócalo de la Ciudad de México era territorio inexpugnable del PRD.
En medio de una ceremonia de relieves atávicos priistas, el presidente Peña Nieto envió su mensaje a la nación. Algunos lo calificaron de autocomplaciente, otros de triunfalista, ayuno de autocritica y en un tono recordatorio del pasado. Destacó el anuncio de un nuevo aeropuerto para la ciudad de México y el cambio de nombre al programa asistencial del gobierno federal, de Oportunidades a Prospera. Nada sobre la economía ni inseguridad.
Se espera y desea que la noticia de este cambio sea sustantivo y que si bien no resuelva el gran déficit en la materia, si remedie en algún grado aceptable el tan creciente problema que representa el crecimiento de la pobreza, cuyo mejor combate sería crear más oportunidades, pero de empleo productivo y remunerado, que otorgar beneficios clientelares a la población desdeñando canales de acceso popular a la creación de la riqueza por medio del trabajo.
Al día siguiente del mensaje, con gran despliegue informativo que cubrió todo el ámbito nacional, se dio a conocer el detalle del mega proyecto del Aeropuerto del Valle de México. De proporciones verdaderamente impresionantes, la nación fue impuesta de toda clase de información sobre el tema.
Desde los terrenos de ubicación hasta los elevados costos de su construcción y como se piensa solucionar todo género de problemas de insumos, instalación, equipamiento, así como los autores del proyecto de reputación profesional de rango mundial, igual que la súper terminal aérea, que no deslucirá con la mejor del mundo. Instalación excelente que dará servicio al Jeque Árabe más significado, lo mismo que al más digno habitante de la sierra de Zongolica o de alguna tribu Yaqui de Sonora.
Se anuncian cambios en los programas asistenciales, ahora ya no mas solidaridad ni oportunidades; hoy fanfarrias de prosperidad y mas prosperidad solo que con los mismos cánones anteriores, si acaso un poco revolcados, como la célebre “gata”, con un poco de miras hacia una, que se antoja pálida, tendencia a una mínima productividad. No es en el fondo lo que se necesita.
Siendo las condiciones del país ni por mucho óptimas, consecuencia de décadas de políticas públicas no muy acertadas y menos idóneas para la marcha de la nación, sería injusto exigir al presidente Peña Nieto milagros. No debe perderse de vista que si bien el reto es enorme, se advierte un ánimo de cómo él machaca a cada instante: “mover a México”.
Efectos por verse, no puede dejar de acreditarse un esfuerzo por intentar, cuando menos, ese impulso al gobierno. El Pacto por México, las reformas a la Constitución y sus leyes ordinarias, y su peliaguda instrumentación; el planteamiento de una etapa de obras de gran calado en comunicaciones destacando la decisión de restaurar el casi aniquilado sistema ferroviario, medio indispensable en el desenvolvimiento de un pueblo, ahora tan desperdiciado.
Sin embargo no todo debe ser retórica, hablar por hablar, la concreción de lo que se desea en hechos palmarios es lo que cuenta, la palabra escrita o verbal, no resuelve por si misma nada, no pasa de ser simple intención. El pueblo mexicano espera, ya por fin, una etapa de mejoría en su nivel de vida, que gradualmente ha descendido.
Tenía razón, siempre la tuvo el recordado veracruzano, Don Adolfo Ruiz Cortines, cuando como presidente de la Republica, convocó a la nación “Al trabajo fecundo y creador”.