El asesinato del niño Christopher Raymundo Márquez Mora, ocurrido en la colonia Laderas de San Guillermo, municipio de Aquiles Serdán, Chihuahua, indignó a buena parte de la sociedad mexicana. Se dijo que el menor jugaba con sus vecinos la noche del jueves 14 de mayo, cuando cinco adolescentes (dos jóvenes de 15, dos niñas de 13 y uno de 12 años) se acercaron a invitarlo a “jugar al secuestro”. El cadáver se encontró hasta el sábado siguiente. El horror y terror se describen solos.

Bien dice el refrán que, cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar. En Veracruz no queremos vivir una tragedia similar. De hecho, no queremos vivir tragedias. Por eso es importante tomar las medidas preventivas adecuadas para evitarlas.

El Congreso local, mediante un Acuerdo de la Junta de Coordinación Política, solicitó a las secretarías de Educación y de Salud, así como al Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, implementar un programa de orientación para padres y madres o tutores, con el fin de que mejoren las relaciones familiares e interpersonales con sus hijos.

Hay que reconocer cuando necesitamos la ayuda de los especialistas y considero que estamos a tiempo de orientar y fortalecer los valores universales que toda sociedad debe tener y preservar. No se trata de enjuiciar a nadie o de buscar explicaciones cuando el origen de nuestros problemas es multicausal y se requiere un diagnóstico inter e intra disciplinario.

Según el Acuerdo, “se formaría y capacitaría a padres y madres de familia o tutores, de manera sistemática, para que obtengan conocimientos sobre aspectos psicopedagógicos, de discusión e intercambio de experiencias y que –a través de un análisis guiado– se compartan las vivencias que faciliten el fortalecimiento de las relaciones y mejoren su calidad de vida.”

Pero no podemos dejar a otros la tarea que nos corresponde realizar de inicio. Porque una cosa es la escuela y otra el hogar. En la primera se trasmiten conocimientos y nos ayudan a reforzar lo que en el hogar enseñamos y mostramos con el ejemplo.

La armonía interna de una familia, el respeto a los demás, la honestidad, la tolerancia y la aceptación de la diversidad de ideas y opiniones se gesta en el seno de una casa.

Es cierto que muchos factores externos determinan nuestra conducta y hacen que nos desestabilicemos: salarios bajos, falta de empleo, oportunidades limitadas para que las nuevas generaciones se incorporen a la actividad productiva y los medios de comunicación masiva, tanto los convencionales como las nuevas plataformas de información.

Pero eso no debe limitar o impedir la convivencia familiar, o estar pendientes de nuestras hijas e hijos, ver lo que ellos ven y entender sus gustos y preferencias. Siempre debe haber un tiempo durante el día para conversar con ellos. Establecer una comunicación basada en la confianza y no limitarla a los monosílabos, porque estamos cansados de la jornada laboral.

Mi experiencia con mis nietas me permite compartir con ellas las caricaturas de hoy. Ahí veo y oriento, no impongo, sólo comento. Hagamos juntos una mejor sociedad. ¿Acaso es mucho pedir?

Por hoy es todo. Le deseo un excelente fin de semana, y a nuestros jóvenes que presentan su examen de admisión a la Universidad Veracruzana, todo la suerte del mundo. Nos leemos en la próxima entrega.