En noviembre del año pasado nos enteramos del problema que las

tejedoras tradicionales del municipio mixe de Santa María

Tlahuitoltepec, Oaxaca; porque la diseñadora Isabel Marant mostró su

línea de ropa basada en las blusas que las mujeres oaxaqueñas hacen.

El problema no fue “la inspiración” de la modista, sino que quiso

patentar como propio “su creación”. Lo que implicaba que las tejedoras

no podrían hacer su trabajo sin permiso de la susodicha diseñadora. Al

parecer al final se resolvió el problema.

En nuestro estado se asientan más de 10 grupos étnicos que

mantienen vigente sus usos y costumbres. Su música, atuendos, ritos y

festividades son parte de nuestra multiculturalidad que hace de

Veracruz una entidad singular.

Hace un par de años, el joven antropólogo Miguel Ángel Sosme

Campos, se tituló con un trabajo sobre las mujeres tejedoras de

Zongolica. Su trabajo obtuvo varios reconocimientos, tanto estatal

como nacional. A la fecha mantiene contacto con sus fuentes y es un

promotor y defensor de los textiles que elaboran las mujeres serranas.

En este contexto la diputada Jaqueline García Hernández

presentó una iniciativa que reforma diversas disposiciones de la ley

para el Desarrollo Cultural del Estado con lo que se pretende proteger

las creaciones artesanales de las y los veracruzanos para evitar copia

e imitación de sus diseños.

La propuesta fue presentada la semana pasada. La legisladora

argumentó que: “Esta iniciativa prevé proteger los diseños de

artesanos veracruzanos contra la copia e imitación que en ocasiones la

industria extranjera utiliza aprovechándose de los escasos estímulos

para la producción y comercialización de los productos.”

Es preciso apoyar en la cadena de comercialización para que

el trabajo de nuestros artesanos llegue allende las fronteras de la

entidad y, si es posible, del país.

Veracruz tiene hombres y mujeres con talento y sensibilidad

que saben aprovechar con respeto lo que su entorno les brinda. Puse el

ejemplo de los textiles, pero también encontramos artesanías de los

más diversos materiales: madera, piedra, conchas marinas, barros,

cuentas e incluso, ahora encontramos libretas hechas a mano por

jóvenes artistas urbanos.

Cada pieza de nuestros artesanos sintetiza horas de trabajo,

amor y paciencia que ponen al realizar su obra. Mucho trabajo es de

autoconsumo –por ejemplo la ropa y los utensilios de barro para la

cocina- y otro tanto es para su comercialización.

Sin embargo pocos aprecian el trabajo artesanal sin saber que

lo que nos ofrecen tiene valor, no precio. Aclaro: no trato de

idealizar la artesanía, pero hay piezas de gran valor artístico y, por

desgracia, poco sabemos apreciarlas.

En la citada iniciativa, la diputada García Hernández expuso

la necesidad de promover “la participación en ferias, exposiciones y

foros con el objeto de potencializar y posicionar con mayor presencia

el arte popular, así como realizar publicaciones de textos

especializados en temas artesanales, nacionales e internacionales.”

Iniciativas con estas características son de largo alcance y

a nosotros, como sociedad nos corresponde fortalecerla. Somos el nicho

“natural” para la comercialización de nuestras artesanías, tenemos que

conocerlas y promover. ¿Ya pensó que regalará este 14 de febrero? Una

artesanía es una excelente opción.

Por hoy es todo, les deseo un buen inicio de semana y nos

eemos en la próxima entrega.