El pasado 17 de septiembre falleció otro de los grandes de la poesía y las letras: Eraclio Zepeda Ramos: escritor indigenista, ensayista, cuentero, narrador, político, etc., y hoy quiero recordarlo.

Eraclio Zepeda Ramos, fue sin duda un hombre extraordinario, fuera de serie, su vida estuvo llena de experiencias policromáticas que inician en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas—su estado y ciudad natal–, donde a decir del propio “Laco”—como así le decían coloquialmente–, nació y creció aprendiendo como primera lengua el Zapoteco: “Éramos una familia que viajaba mucho y en unos de esos viajes que hicieron mis padres, fueron al istmo de Tehuantepec y se trajeron una señora, que sería mi “nana”, que pasaba mucho tiempo conmigo y por eso cuando aprendí a hablar aprendí primero a hablar en zapoteco”

El amor por la palabra la traía Eraclio en la sangre, decía: “…En mi casa, había la biblioteca de libros y una biblioteca de palabras, la primera, la formaban las ediciones que venían de la finca “La Zacualpa” que se habían salvado de las inundaciones y la segunda que era de mi padre, Heraclio Zepeda Lara, que siempre después de la comida para mantener entretenidos a los hijos, nos inventaba historias de palabras, improvisadas, y esas narrativas junto con la biblioteca de libros, fueron los dos pies con los que caminé : el pie de los libros y el pie de las palabras.. Estudié mis primeras letras en la escuela cardenista “Camilo Pintado”, con maestros con capacidad enorme con una concepción pedagógica de la escuela activa”

Pero también el amor a la escritura, le nace desde muy joven: “En esa escuela activa tuve excelentes maestros y ellos me motivaron a hacer un periódico, porque veían que me gustaba escribir; y entonces hago el periódico “Alma infantil” que aún existe en esa escuela en Chiapas. Lo hacíamos en la imprenta “La Sirena” de Santiago “Chanti” Serrano, el padre de Irma Serrano “La Tigresa”, que era una joven bellísima. Y aprendimos a imprimir a través de placas, poner las tripas, ubicar los tirajes, etc., no usábamos energía eléctrica lo hacíamos todo manual; pero dentro de toda esta experiencia, había algo que nos atraía también: que en la casa de “Chanti”, en el último cuarto de la casa, nos distraíamos cuando oíamos el sonido de la hamaca y entonces espiábamos a una venus: sus brazos, sus piernas, etc.; pero cuando nos sorprendían “Chanti” escuchábamos de pronto una voz fuerte decir: “¡¡Irma que te están viendo los muchachos …cierra la puerta!!”.

A los 13 años, se va a la ciudad de México, a realizar sus estudios de educación media, en una escuela militar. Fue un Cabo formado por militares y tuvo como compañeros a quienes en el futuro serían también grandes escritores y directores de cine: Jaime Labastida, Jaime Shelley, Luis Castro, Rodrigo Moya, coincidiendo todos por el gusto por la poesía y el ensayo. Pero, la escuela militar era contrastante, como el mencionaba: “en esa escuela militar no había más que dos tipos de gente: pésima y buena. Nunca conocí a gente mediocre, gente que fuera ni buena ni mala… no había. O eran buenas o eran terribles”.

Pero ¿cuándo empieza a escribir obras Zepeda Ramos?:

Existían dos grupos de escritores muy jóvenes, tres chiapanecos y tres militares. Eraclio pertenecía a ambos. Entre los chiapanecos estaban Juan Bañuelos, Oscar Oliva y Eraclio Zepeda, y entre los ex militares estaba Jaime Shelley, Jaime Labastida y Eraclio Zepeda. Y él lo comentaba así: “Fuimos a conocer, por invitación de Juan Bañuelos que era mayor que nosotros, a un gran poeta catalán que se llamaba Agustín Bartra, que resultó ser el papá de Roger Bartra; fue un hombre muy sabio, nos abrió un mundo extraordinario. Agustín Batra, nos tomó cariño, nos educó. Un día nos pidió nuestros textos a todos y los llevó al Fondo de Cultura Económica y editó “La Espiga Amotinada” libro de poemas, publicado en los años 60. . Que tuvo mucho éxito”.

Seguido a este libro, escribe “Los cuentos de Benzulul”, que es una colección de 8 cuentos: “Benzulul”,” El Caguamo”, “El Mundo”, “Viento”, “Quien dice la verdad”, “La cañada del principio”, “Patrocinio Tipà” y “No se asombre sargento”, que se consideró una literatura especial porque hablaba acerca de la vida, percepciones y costumbres de los indios. Dicha obra lo ubicó al lado de Rosario Castellanos, Jaime Sabines y Juan Bañuelos, destacados escritores chiapanecos.

Entre un libro y otro fue a Cuba. Un profesor apellidado Portohondo le invita a dar clases a Cuba pero él tiene pendientes académicos, le faltan sus últimas materias –ya para graduarse–en la Universidad Veracruzana en la disciplina de la antropología social; pero lo convence al decirle, que mejor primero se “gradúe de hombre” y deja la carrera. En Cuba, le toca la revolución socialista y por ende combatir con los cubanos. Como él decía: “En una revolución todo se puede hacer, en ella puedes inventar un mundo nuevo”. En los siguientes años se incorpora como profesor en la Universidad de Oriente y en la Escuela de Instructores de Arte de La Habana de Cuba.

Después de su experiencia en Cuba, va a China y Moscú, ya casado con Elba Macías, chiapaneca. Fue maestro en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Pekín; corresponsal de prensa en Moscú, promotor cultural, comentarista de radio y televisión; ahí terminó sus libros “Ocupación de la palabra” y escribió cuentos como: “Asalto Nocturno”,

“Asalto Nocturno”, lo hizo ganar el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 1974 y en éste describe las vicisitudes que pasa un personaje: Juan Francisco de la Mora, que junto con un grupo de antìguos cadetes de la escuela militar, quienes por ocurrencia de parranda invaden el propio colegio, son sorprendidos y detenidos convirtiéndose ahora en reos del mismo, siendo víctimas por lo tanto, de los mismos acontecimientos que vivieron como testigo en otros tiempos. Posteriormente escribe: “Horas de vuelo” que tiene que ver en ese viaje aéreo para describir Chiapas.

Y esa es la característica de los cuentos de Zepeda, dibujar en todo su esplendor su estado natal: Chiapas, su geografía, sus indígenas principalmente y con ello describir su realidad. Y hay razón en ello. Chiapas es el estado con mayor volumen de población indígena del país. Con 4 millones de habitantes, un millón son indios y de éstos solo 250 mil hablan español. Las lenguas más socorridas son: Tzotzil, Tzeltal y otras lenguas mayas como: Comochol, Tojolabal, Mam y Lacandón, además de que existe un alto porcentaje (40%) de analfabetismo. Por eso Zepeda, toma como inspiración las descripciones y diálogos lacónicos del acontecer de hombres y mujeres Chiapanecos que encarnan la condición humana “como resumen de fatalidades, pobreza y precarios momentos de libertad”, como así lo dijera en sus escritos, este valioso autor indigenista.

Otra de sus obras lo fue “Vientos del siglo” novela escrita en París en el año 2000. Como parte de una saga de 4 libros Chiapanecos, los otros eran: “Tocar la tierra”, “Las grandes lluvias” y “Tocar el fuego”.

Eraclio Zepeda, también incursionó en la lucha social y política. Fue fundador de la izquierda en México, concretamente militó en el entonces Partido Comunista e incluso fue diputado por el PSUM, en la LIII legislatura del Congreso de la Unión. Fue parte del llamado Internacionalismo proletario, partidario del marxismo-leninismo, que permeó entre los intelectuales en la década de los 60s y 70s.

Y todo ello hizo especial su existencia , ya fuera como director general de Radio UNAM, director del Festival Internacional de Cultura del Caribe y Embajador de México ante la UNESCO; o recibiendo diferentes reconocimientos y premios a lo largo de su vida, tales como: Medalla Conmemorativa del INI, 1980. Premio Xavier Villaurrutia 1982 por “Andando el tiempo”. Premio Chiapas de Arte 1983. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1994. Así como en el año 2004 en Madrid, España, en la Casa de América, hizo que se celebrara la “Semana de Eraclio Zepeda”.

En el año 2014, se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Literatura y Lingüística que instituye la Secretaria de Educación Pública y tuvo el honor de haber sido distinguido con la Medalla “Belisario Domínguez” del Senado de la República, máximo galardón que el gobierno federal otorga a mexicanos destacados. En 2015, le es otorgado el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y la Universidad Intercultural de ese estado.

Por estas y muchas razones más, Eraclio Zepeda Ramos, se ganó un lugar preponderante en la literatura indigenista, en la poesía y en la narrativa del cuento. Su figura es insustituible por haber sido siempre un mexicano brillante, que amo a su estado y a su patria sin vacilaciones y que nos heredó un acervo literario de primer nivel, que será útil sin duda para la investigación social y para deleite de todos aquellos que disfrutamos la literatura mexicana, esa que une a nuestras raíces, en suma…a nuestra esencia nacional.

Gracias y hasta la próxima.