—Es inevitable. Recuerda que la guerra sucia es el recurso al que acuden los incapaces cuando ven que no pueden ganar por la vía legal, abiertamente —Deep South había empezado a hablar desde varios metros antes de que llegara junto a mí, en ese rincón maloliente y oscuro del estacionamiento, y siguió el hilo de lo que decía, sin permitir que mediara entre nosotros un saludo o bienvenida; parecía que traía alguna prisa—. Por eso, en las dos semanas que restan para la elección vamos a ver muchos spots de mierda contra partidos y candidatos; muchas filtraciones de prensa que mostrarán lo peor de algunos de los aspirantes; muchos documentos falsos con información sobre corruptelas de funcionarios de gobierno; muchas declaraciones de los que van abajo, queriendo bajar precisamente a los que van arriba, y manifestaciones reiteradas también en la Plaza Lerdo y en ciudades y carreteras del estado… pero sobre todo rumores, muchos rumores esparcidos en las redes sociales y en Radio Bemba.

—Bueno, la guerra sucia empezó con las campañas y ha arreciado en los últimos días —repliqué con humos de conocedor.

—En efecto, pero viene lo peor, al grado que se pondrá en peligro la gobernanza. Lo que hemos visto hasta ahora no son nada más que palomazos, esbozos difuminados, pequeños intentos de prueba. Lo que sigue es la gran conjura de la oposición (tengo que aclararte que cuando digo oposición me refiero a todos, porque cada partido tiene fortalezas y debilidades de acuerdo con el estado o con el distrito. En la mayoría lleva ventaja el PRI, y entonces el PAN y el PRD son oposición, pero por ejemplo en Puebla el PAN lleva la ventaja por el apoyo de Moreno Valle, y en la ciudad de México el PRD sigue prevaleciendo, no obstante los errores que han cometido Los Chuchos)… La gran conjura de la oposición se nutre de todas esas acciones y filtraciones por debajo del agua que van a empezar a sacar los estrategas de la ignominia: gobernadores y secretarios acusados de robos millonarios, candidatos filmados o fotografiados en condiciones indecorosas, pasados turbios sacados a la luz, gobernantes del pasado exhibidos…

En ese momento, Deep South interrumpió intempestivamente su plática porque oímos el chirriar de un vehículo que ingresó a toda prisa por la rampa más cercana. Me percaté de que era una camioneta Suburban negra que se acercó a toda velocidad hacia nosotros. No terminaba yo de digerir lo que estaba pasando cuando vi que mi anónimo interlocutor subía ágilmente por la puerta que le habían abierto al llegar, y alcanzó a gritarme:

—Pélate lo más rápido que puedas, ya nos detectaron y nos tienen ubicados.

Yo solamente pude articular un temeroso ¿Quiénes?, pero ya no obtuve ninguna respuesta, así que a toda prisa y con el corazón danto tumbos, corrí hacia mi automóvil, me subí, lo encendí y escapé a salvo del tenebroso lugar, mientras me recriminaba, como lo hago a menudo, por qué había decidido dedicarme al periodismo, cuando hay oficios mucho más seguros y amables como el de piloto aviador, torero o trapecista de circo.

En estos días, brinco cuando suena el teléfono de la casa o cuando tocan a la puerta…

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