Es cierto que son bonitos, a veces hasta agradan y nos sorprenden; otras, nos abruman y los mandamos… allá con sus abuelitos. Seamos sinceros, en ocasiones queremos hasta ahorcarlos, digo, hablando de a mentiritas. Son hermosos esos niños que desde que nacen ponen a la familia a parir cuates… ¿Más? Pero viven bien o relativamente bien, tranquilos y felices, con algunos sobresaltos sí, pero gozosos de la seguridad del alimento, la educación, el esparcimiento aunque ahora muchas veces atado a la tecnología. Bueno, al menos esa niñez que se mantiene aún en una comodidad media, porque de ahí pa’ arriba pos ya son palabras mayores, ni se mencionen a los de abajo, los que nunca conocieron, conocen ni conocerán qué madres es la infancia.
La vida –¿así se le puede llamar?- de un chingo de niñas y niños sumidos en la pobreza, marginación y explotación –sin contar con los que están atrapados en guerra y narcotráfico- es alarmante. Aquí y en China. Abra los ojos –no nos hagamos pénjamos- y verá la sobrevivencia, en zonas urbanas y más en rurales, de pequeños en busca del tiempo nunca tenido.
Esto me recuerda lo que Mario Benedetti decía: “…la infancia es a veces un paraíso perdido. Pero otras veces es un infierno de mierda”.
Celebro el Día del Niño, desde luego, pero resulta imperativo que todos pongamos un granito de arena para que niñas y niños atrapados en la miseria y el olvido, salgan a jugar al jardín y compartamos a México por igual. ¡Chin! Mejor no aguar la fiesta.
Todos llevamos un niño dentro, dicen. Pablo Neruda se preguntó: “¿Dónde está el niño que yo fui/ sigue dentro de mí o se fue?” Bueno, hay de niños a niños, ¿no? Por algo Karl Kraus decía que primero hay que protegerse de los niños, luego proteger a la infancia. Pos sí, porque de que somos, somos.
Lo cierto es que hemos perdido la capacidad de asombro, característico de esa edad maravillosa, con el que quizás este mundo no estaría tan mal. “Ha cesado la droga de la infancia que engendraba imágenes y augurios”, escribió Luis Cardoza y Aragón. Hay que volver a drogarnos de creación y esperanzas.

Los días y los temas

El sábado 2 de mayo próximo inicia el segundo periodo de sesiones ordinarias de la LXIII Legislatura del Congreso de Veracruz, y seguramente los diputados se reintegran con muchos bríos para sacar a flote varias iniciativas de ley, reformas y acuerdos. Claro, el presidente de la Junta de Coordinación Política, diputado Juan Nicolás Callejas Arroyo, con efectividad y tino hará que sea así.
A propósito, la única ley científica acatada por la sociedad es la de la atracción de los cuerpos, ¿o no, Enrique Jardiel Poncela?

De cinismo y anexas

Leonora Carrington escribió “Humberto el Bonito”. Ahí les va, para niñas y niños y quien quiera leerlo:
“Humberto, el niño más bonito de la ciudad, tenía ojos azules y chinos dorados. A pesar de que era muy bonito también era antipático. Le gustaba, por ejemplo, echar ratas en las camas de sus hermanas para hacerlas llorar.
Un día, su hermana Rosa puso un cocodrilo en su cama…
-¡Ayyy! ¡Qué miedo!-gritó Humberto-. ¡Hay un cocodrilo en mi cama!
Pero Humberto era tan bonito que el cocodrilo, en vez de atacarlo, le sonrió alegremente.
Desde entonces, Humberto y el cocodrilo son grandes amigos y, por supuesto, ahora el niño es todavía más antipático, pues siempre va a todas partes con él”.
Por lo pronto ahí se ven.