No lo pidió, ni creo que le interese que lo defiendan, de alguna manera él ya se ha defendido. Sin embargo sí me gustaría exponer algunos puntos, quizá tardíos, sobre el “fallido” Honoris Causa por parte de la Universidad Veracruzana a Jacobo Zabludovski.
Para empezar las personas que lanzaron la solicitud de firmas a través de Change.org lo hicieron esgrimiendo argumentos históricos, publicitarios y por supuesto incompletos. Lanzaron la convocatoria al mundo como si el mundo pudiera decidir algo que sólo compete a la comunidad universitaria. Yo formo parte de la comunidad universitaria, soy egresado de la Facultad de Letras con titulación automática; también por eso opino.
Si bien Jacobo Zabludovski pudo haber cometido todos esos pecados que se le achacan, pecados que tanto se le han publicitado, también podemos decir que los jóvenes que ahora cursan la universidad, los actuales estudiantes de Ciencias de la Comunicación de la UV, nunca lo padecieron. Mi generación sí lo padeció, conocimos los alcances y las consecuencias de su actuar, finalmente algunos terminamos comprendiendo las razones de ese actuar; al menos sobre eso especulamos. Pero ellos sólo se basan en el rencor fundado de Vicente Leñero, al que debieron promover como Honoris Causa. Lo que Vicente dice es una verdad histórica irrefutable. Es cierta la frase de Jacobo esa noche de 3 de octubre de 1968, cuando quiso ocultar el crimen de Gustavo Díaz Ordaz. Jacobo hizo hasta lo indecible por desprestigiar la causa de Excélsior, a cada rato se llenaba la boca hablando de su amigo Regino Díaz Redondo. También vimos a Roberto Blanco Moheno lanzar bocanadas de azufre en contra de los periodistas comunistoides, en lo que fue uno de los momentos más bajos de la televisión mexicana; y miren que ha habido momentos muy bajos (de bajeza).
Creo que esto sólo yo lo recuerdo, porque no hay registro en Youtube, ni en ningún otro medio electrónico. Pero durante las elecciones de 1988, esas que le robaron a Cuauhtémoc Cárdenas, Televisa realizó entrevistas de semblanza a cada uno de los candidatos. Recuerdo vagamente la entrevista que Jacobo Zabludovski hiciera al entonces candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. La entrevista, según recuerdo, inicia con la entrada de Jacobo a una sala suntuosa, enorme, con cuadros gigantescos y puertas más. Jacobo entra, da las razones de su visita a esa casa y da la entrada para que el candidato aparezca. Tal vez mi memoria puede hacerme exagerar acerca de la suntuosidad del escenario, pero lo que quedó marcado en mi memoria, y de eso estoy completamente seguro, es de las palabras que Jacobo Zabludovski le dijo a Salinas de Gortari al darle la bienvenida: “Para empezar candidato, quiero decirle que usted tiene mi voto”. Después de 17 años de estar conduciendo el noticiero 24 Horas, el más visto por la audiencia mexicana de esa época, Jacobo Zabludovski había perdido toda objetividad; este es el Jacobo que no merece el Honoris Causa.
Pero había otro Jacobo, el hombre culto, el que entrevistó a Dalí y a Chabuca Granda, el joven impertinente que entró con el Fidel revolucionario a La Habana y que le preguntó al Che cuándo se iban a cortar las barbas. El Jacobo amigo de García Márquez, de María Félix y de Mario Moreno “Cantinflas”. El Jacobo que hizo una transmisión histórica sobre el terremoto en México de 1985, el que lloró al ver a su ciudad de México destruida; el que sigue defendiendo el patrimonio histórico de la ciudad que lo vio nacer.
En 1998, tras la muerte del “Tigre” Azcárraga, y tras la decisión de Azcárraga Milmo de renovar todos los noticieros, Jacobo Zabludovski sale, tras tres décadas al aire, del noticiero 24 Horas. En 2000 renuncia a Televisa en un acto de dignidad al enterarse de que su hijo Abraham Zabludovski, también presentador de noticias, no sería el titular del noticiero principal, sino que el titular sería Joaquín López Dóriga. Empieza la transformación de Jacobo Zabludovski.
Quienes lo seguimos por un tiempo en su programa de radio “De una a tres” nos dimos cuenta que la actitud condescendiente de Jacobo hacia cualquier forma de gobierno había cambiado. Tarde, pero el tiempo lo estaba poniendo en su lugar. Quienes hemos leído su columna Bucareli en el periódico El Universal nos hemos dado cuenta del gran periodista que siempre fue y del excelso periodista que pudo ser, si es que Televisa no lo hubiera pervertido tantos años. Sus editoriales son magníficas, su congruencia no parece la de un hombre que durante tantos años defendiera un régimen criminal. En 2005 a unos años de que se decidiera el desafuero en contra de Andrés Manuel López Obrador, Jacobo Zabludovski escribió una carta memorable en la que argumentaba las razones por las que en ese entonces Jefe de Gobierno del DF no debería ser desaforado, al final concluyó con la expresión: “No me cabe duda de que es usted un buen hombre”.
A mí me enseñaron que sólo existe un pecado imperdonable, pecar en contra del Espíritu Santo. De ahí para atrás, lo dijo Jesús, todos los pecados son perdonables. Durante más de 10 años Jacobo se ha estado redimiendo, la vida le ha dado tiempo para ello. Comprendo el rencor de Vicente Leñero, por supuesto hubiera preferido que otorgara perdón y no que guardara rencor. Pero no entiendo la animadversión de una generación joven, demasiado desinformada (las redes sociales no son el medio informativo ideal), que se opuso al Honoris Causa a Jacobo Zabludovski. Aparte, Jacobo no lo pidió, la UV no lo ofreció, sólo fue una idea que a alguien se le ocurrió. Pero ni Jacobo necesita la UV para redimirse, ni la UV necesita a Jacobo para prestigiarse. Ya la UV ha resbalado terriblemente al otorgar ese reconocimiento a otros sujetos sin méritos, incluyendo a ese mercenario de la palabra llamado Héctor Aguilar Camín.
Quienes vimos a Zabludovski en las conversaciones con José Ramón Fernández en los juegos olímpicos de Londres por ESPN, quienes nos deleitamos con sus recorridos de la palabra; quienes vimos su espíritu y su vitalidad, entendemos que Jacobo ya se perdonó a sí mismo; Más que suficiente. Jacobo no necesita que una generación desinformada le otorgue cualquier perdón.

Armando Ortiz aortiz52@nullhotmail.com