Hace cuarenta y seis años tuve el privilegio de conocer y tratar a uno de los dúos más reconocidos de la república; famoso por su talento, inteligencia y sentido del humor. Gocé esa oportunidad porque el señor Francisco Lanz Duret me ordenó, en el periódico El Universal, que los invitara a participar en ceremonias que se desarrollaban en Bucareli número 12, 7º. piso, donde se trabajaba concretamente en las relaciones públicas.

Hoy recuerdo a esa pareja integrada por Jesús –Chucho- Salinas Ortega y Héctor Lechuga. El primero nació en el Distrito Federal el año 1928, se dedicó a actuar y en el inicio de su carrera artística, en la década de los sesentas, formó parte del quinteto Los Salinas porque le gustaba tocar la batería; su último trabajo se escenificó en Cotorreando la Noticia, que trasmitía el canal 13, compartiendo créditos con Héctor Lechuga quien, como usted sabe, es paisano nuestro porque nació en 1929 en la ciudad de Orizaba, y ha sido un hombre triunfador en el medio del espectáculo porque tiene agudeza, preparación cultural e inteligencia indudables.

En Veracruz, hace unos años, se vinculó Héctor Lechuga con Marco Antonio Flota, y se organizaron de manera tan excelente que fundaron un programa de humor y noticias en Tv Más. Tres años atrás, me invitaron a que estuviera con ellos y me preparé, porque alguien me dijo: “Te van a acabar; son demasiado inteligentes y van a hacer un programa lleno de comicidad a costa tuya». A pesar de esa advertencia, tuve la suficiente fortaleza para estar con ellos. Llegué a la presentación y empezó una charla -lo digo con toda honestidad-, muy seria: me preguntaron cómo definía a la Universidad Popular Autónoma de Veracruz y porqué razones la había creado el Gobernador del Estado, Dr. Javier Duarte de Ochoa.

Les empecé a hablar de esta institución, definí sus características y la finalidad que tuvo el doctor Duarte de crear y ampliar la educación superior en la entidad. Me pidieron les ofreciera cifras de faltas de consistencia cultural entre los veracruzanos; recuerdo con precisión que expresé: “Los veracruzanos necesitan más atención escolar, ser testigos y partícipes de programas culturales, precisan incursionar mayormente en aspectos técnicos y científicos, porque existen más de seis millones y medio de habitantes que no tienen licenciatura y, de ellos, seis millones no han terminado la preparatoria y menos carreras técnicas”. Abundé en que era importante que las tareas educativas se esparcieran por la entidad y, en aquella ocasión, les dije que la UPAV contaba con 125 lugares distintos donde estaba trabajando y era necesario resaltar que muchos campesinos, así como indígenas, de ambos sexos estaban interesados en estudiar la escuela preparatoria y las licenciaturas de esta nueva institución. Marco Antonio Flota, con la sonrisa en los labios, manifestó: “Este programa ha sido serio y sería conveniente que se extendiera y fortaleciera más en la historia cultural de Veracruz”. Al término de la trasmisión, salí contento porque Héctor Lechuga y Marco Antonio Flota se habían expresado de manera positiva de lo que estaba haciendo el gobierno del estado en materia educativa.

El día veinte de este mes de agosto, de un infarto -y a los setenta y tres años-, el estimado y distinguido yucateco Marco Antonio Flota dejó de existir. Había soportado la diabetes y otros padecimientos, pero trabajaba normalmente y se sentía satisfecho y contento de cuanto realizaba para fortalecer el humor y la alegría de los mexicanos.

Publicaba sus columnas en diversos medios nacionales y estatales. Contaba con muchos lectores, razón por la cual llena de sentimiento que un comunicador tan valioso se haya ido de este mundo a una edad todavía evaluada como fuerte y más en un intelectual que era muy ordenado en su alimento y en su trabajo.

Escribo estas líneas con sinceridad, porque era un hombre lleno de ternura, afecto y honradez; mientras voy trazando estas letras, lamento que ya no existe una columna tan jocosa, alegre y brillante como la que nos entregaba con constancia el destacado escritor yucateco. Descanse en paz.

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