Ramón Poo Gil sube, baja, observa, manda, decide y no se detiene un momento en su afán de gobernar bien el primer ayuntamiento de América.
Y es que el alcalde del Puerto de Veracruz está decidido a superar al mejor presidente que ha tenido el municipio, que es ni más ni menos que don Gerardo Poo Ulibarri, su propio padre.
Cosas de la vida y vueltas de la historia, el munícipe contemporáneo, el vástago, el heredero ha tenido que repetir programas de su progenitor que fueron exitosos pero que con el paso del tiempo tienen que ser recargados, como el rescate del barrio bravo de La Huaca, que fue una de las grandes obras de don Gerardo y tendrá que ser nueva hazaña de su joven hijo.
Y así varias obras más.
Pero al presidente actual le tocan nuevas condiciones y muchas oportunidades que hubieran sido inimaginables en los tiempos de don Gerardo, y que se irán desenrollando a medida que pasen las semanas, los meses y se consoliden las obras grandes que transformarán para siempre a la ciudad, a la conurbación, a la región y al estado.
Primero, la remodelación del centro histórico, que ahí va, para que Veracruz muestre su mejor cara en los Juegos Centroamericanos y en la Cumbre de todos los mandatarios de la América ibera.
Y segundo, la obra más importante de toda la historia de Veracruz: la ampliación de las instalaciones del Puerto para convertirlo nuevamente en el principal de la República y uno de los más importantes del mundo. Son miles de millones de inversión y miles de empleos que se generarán durante la construcción y después con la obra concluida.
Eventos de primer nivel, obras faraónicas, inversiones y transformaciones que llegarán en los próximos tres años y que requieren de una comuna eficiente, profesional, bien plantada.
Por eso es bueno que al frente del ayuntamiento jarocho esté una persona con don de mando, un buen administrador, un organizador con experiencia que sepa llevar las riendas del cambio sin igual que les adviene a los jarochos.
¿Que Ramón Poo Gil no es político? En efecto, ¡y qué magnífico que no lo sea!
Es un veracruzano formado en la cultura del esfuerzo, porque sin tener la necesidad empezó a trabajar desde abajo en la empresa familiar, y conoce las vicisitudes de la labor cotidiana, sabe del sudor en la frente y ha cumplido con creces su responsabilidad como empleado y como jefe.
Y qué bueno también que no es político en lo que implica el sentido tradicional del término, porque eso es garantía de que tomará las decisiones que convengan a Veracruz, no a una necesidad de quedar bien con miras a un proyecto electoral futuro.
Vienen grandes eventos que modificaran la historia del primer municipio mexicano. Para fortuna, Ramón Poo entiende la magnitud del desafío, y todo hace indicar que le entrará con ganas, conocimiento y valor.
Y para ello cuenta con el apoyo del gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Que no es poco.
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