Ahora que se dice que el titular de la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública, Gerardo Buganza Salmerón,(quien por cierto podría retornar a la Secretaría de Gobierno) ha dado muestras de una conducta incólume, recta y honesta, ajena a los pecados terrenales, bueno sería que sus compañeros de gabinete imitaran su comportamiento, asimilaran y llevaran a la práctica los principios y valores religiosos de los que carecen.
Buganza, según se sabe ahora, es un funcionario poseedor de valores e intereses espirituales y morales que están muy por encima de todos los demás valores e intereses materiales y sociales, que lo sitúan como uno de los políticos más efectivos, brillantes e impolutos de la administración gubernamental estatal.
Por eso, siguiendo su ejemplo, no estaría por demás que políticos, funcionarios, diputados, presidentes municipales, síndicos, regidores, dirigentes partidistas y líderes sociales que se han vuelto millonarios al amparo de cargos públicos y con dinero del pueblo, reflexionaran e hicieran un acto de conciencia que les permitiera limitar sus insultantes y desaforados actos de corrupción, sobre todo si son congruentes con los postulados de la religión que profesen.
El caso de Buganza, al que algunos consideran un hombre con sólidas convicciones morales, ilustra el comportamiento que deben observar los funcionarios públicos. Es católico, creyente y admite las obligaciones, normas y mandamientos de la iglesia. Asiste a diario a misa, recibe la Sagrada Comunión y se confiesa. Practica la caridad y no le gusta meterle mano al cajón. No habla mal de nadie ni es adicto a las clásicas intrigas que se dan al interior de Palacio de Gobierno. Quizás tenga algunos defectos, pero no se sabe que sea corrupto.
Por lo tanto, se intuye que Buganza, como buen cristiano y mejor político, critica que: “Algunos administradores públicos, algunos administradores del gobierno tienen una actitud del camino más breve, más cómodo para ganarse la vida”. Y recuerda también que el Papa Francisco ha dicho que “quien lleva a casa dinero ganado con la corrupción da de comer a sus hijos pan sucio”. A propósito, en su artículo: La Corrupción de los políticos, según Francisco, el analista en asuntos religiosos, Bernardo Barranco V. destaca lo siguiente:
“Y sus hijos, quizás educados en colegios costosos, quizás crecidos en ambientes cultos, habían recibido de su papá, como comida, porquería, porque su papá, llevando pan sucio a la casa, ¡había perdido la dignidad! Esto es un pecado grave”. Según el autor, …“para el Papa Francisco la corrupción es una forma de vida distorsionada que conduce a la sociedad a perder el respeto por la responsabilidad social y por las autoridades. Los principales afectados son las propias familias de los funcionarios, políticos, consejeros legisladores magistrados y administradores”.
Establece también que “la corrupción política y económica la pagan los hospitales sin medicina, los enfermos que no tienen cuidados, los niños sin educación, los jóvenes sin empleos los ancianos sin cuidado, las madres solteras; en suma, los pobres”. En su homilía del mes de junio pasado, algunos de cuyos fragmentos rescata el articulista del periódico La Jornada, el Papa Francisco plantea: “El único camino para vencer la corrupción, para vencer la tentación, el pecado de la corrupción, es el servicio; porque la corrupción viene del orgullo, de la soberbia, y el servicio te humilla: es la caridad humilde para ayudar a los demás”.
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