En la combi que da el servicio urbano de transporte de la colonia Salsipuedes al centro de la ciudad venían dos muchachas platicando. Una de ellas contaba algunas cosas acerca de su pareja sentimental, el cual descaradamente andaba con otras mujeres, los fines de semana se ponía hasta atrás y con mucha frecuencia le atizaba a ella sus buenos fregadazos. La amiga le sugirió que debería de pensarlo bien y tal vez sería mucho mejor dejarlo. Fue entonces cuando salió una respuesta inesperada: Cómo crees? Es bien borracho y mujeriego, pero eso sí, bien cumplidor con el gasto.
Pareciera poco racional el comportamiento y nada entendible que se asuma una situación fuera de lo sanamente aceptable, con una justificación tan parcial; pero así viven miles de familias en nuestro país; aceptando todo, aguantando todo, sufriendo todo y si en algún momento se pusiera en riesgo la modificación de ese status, un pánico se apodera de esas mentes y les lleva a comportarse cual si se perdiera la mejor condición y el mejor de los sueños.
Es entonces cuando el concepto de “cumplidor” toma niveles superiores, dignos de la mejor telenovela, en la que los personajes viven situaciones “ideales” dentro de sus pobres niveles de conciencia y son capaces de rogar al santo de su devoción que no se los quite, que así están bien.
Pudiera pensarse entonces que esa condición de valores corresponde exclusivamente a personas con un bajo nivel académico, habitantes de zonas marginadas dentro de cinturones de miseria; pero no es así.
Esta semana reapareció el de “los changarros” y “las tepocatas”, como vocero de una nueva campaña de televisa, precisamente en el noticiero matutino; “quejándose” de que en su gobierno no pudo concretar las reformas porque “la oposición” lo bloqueó, pero que esa oposición ahora en el poder, sí lo logró, porque tiene en la dirección a un hombre que “es cumplidor”.
La historia de la combi es el reflejo de lo que muchos políticos pudiera pensar respecto al desempeño del actual gobierno federal; con un problema grave en la economía del país; con un crecimiento muy por abajo de lo estimado, a pesar de las posturas optimistas que lo intentan justificar, con un desempleo creciente que comienza a generar la desesperación social. La inseguridad continúa ganando batallas y no se ha logrado el control de muchos de los temas que más han lastimado a miles de mexicanos.
Pero si resultó “cumplidor” con el tema de las Reformas estructurales, las cuales se intentaron impulsar desde hace ya varios, varios sexenios. Ningún presidente tuvo los arrestos suficientes para lograrlas y tampoco se quisieron aventar el alto costo político que algunas de ellas representaban. Otros presidentes (la pareja presidencial) se perdieron la oportunidad por dedicarse a buscar buenos negocios para los hijos. Pero el actual presidente “si cumplió”.
Llevamos más de 20 meses que nos han parecido como siglos. Las empresas locales entraron ya en una crisis financiera y la falta de trabajo comienza a reflejarse en el adelgazamiento de la plantilla laboral. Las obras locales están siendo realizadas “por otras” empresas foráneas, que parecen gozar del privilegio de los funcionarios federales que desde el centro comienzan a “controlar” todo.
No sólo nos están “cambiando por otra”; nos están poniendo unos buenos fregadazos, a pesar de que las empresas locales le han apostado todo al beneficio regional, a generar fuentes de trabajo para familias veracruzanas y ser la forma idónea de la redistribución de la riqueza y de la oportunidad de una mejor calidad de vida.
Y a pesar de los malos 20 meses de relación, ante la sola expectativa de mejora y de bienestar en el futuro cercano como resultado de las reformas, pareciera que reaccionamos con resignación y nos aferramos a la mala reflexión: “anda con otras empresas; beneficia a otras empresas; coquetea con otras empresas lejanas; pero para nosotros “está haciendo las cosas correctas y con mucho sentido de responsabilidad y “es bien cumplidor”. Ese es mi pienso.