Cuenta la historia que “San Felipe Neri era un santo con gran sentido común. Trataba a sus penitentes de una manera muy práctica. Una señora tenía la costumbre de irse a confesar con él y casi siempre tenía el mismo cuento que decir: el de calumniar a sus vecinos. Por ello san Felipe, le dijo:
–– De penitencia vas a ir al mercado, compras un pollo y me lo traes. Pero de regreso lo vas desplumando, arrojando las plumas en las calles conforme caminas.
La señora pensó que ésta era una penitencia rara, pero deseando recibir la absolución, hizo conforme se le había indicado y regresó con san Felipe.
–– Bueno, Padre, he completado mi penitencia, –y le mostró el pollo desplumado.
–– ¡Oh!, de ningún modo la has completado –le dijo el santo. Ahora regresarás al mercado y en el camino recoges todas las plumas y las pones en una bolsa. Entonces regresas conmigo con la bolsa.
–– ¡Pero eso es imposible! –lloró la señora–, ¡esas plumas deben de estar ahora… por toda la ciudad!
–– Es cierto –replicó el santo–, pero tienes aún menor oportunidad de recoger todos los cuentos que has dicho sobre tus vecinos.”1
La moraleja es sencilla, con las plumas de esta historia como con tus palabras, haces juegos malabares para construir y edificar una vida espectacular… ¡o para destruirla!
Una mujer sabia y generosa como Concepción Beltrán, me envía un correo del que saco la siguiente frase del afamado escritor alemán-canadiense Eckhart Tolle: “Las palabras tienen gran poder; uno podría obrar milagros con palabras” o desconocer las maravillas de la vida.
El viejo Filósofo cada mañana piensa, actúa y vive con palabras llenas de amor, plenas de gratitud y pasión por la vida, busco edificar milagros y recibirlos, dejando pintada el alma en mi tarea.
Es a través de la palabra que comunico-escribo bajo el influjo del amor, –porque donde entra el amor sale el rencor– eso hace el prodigio, de que este campesino sienta como si mi espacio fuese el Cielo en la Tierra. 
Noel Clarasó afirma: “Las palabras bondadosas son la mejor música terrenal y esta música todo el mundo la puede tocar.” HOY con palabras bondadosas, –que desborden tu ser– decídete a tocar el alma de quienes llegan a ti, de tal manera, que cuando partan… ¡se vayan mejor que como llegaron!
Pareciese que en el universo de las palabras, estas nunca alcanzan cuando hay que ser agradecido, cuando esto ocurra, simplemente toma la mano de la otra persona, mira a los ojos y desde lo más íntimo de tu corazón… ¡Da las gracias!
La diferencia entre una palabra magnánima y adecuada, y una palabra fuera de contexto y bronca, es la misma que entre una mula cerrera y un caballo con buena rienda. La mula cerrera te patea, muerde y tumba; el caballo de buena rienda… ¡te lleva a buen destino! “La palabra crea pensamientos, los pensamientos acciones, las acciones… ¡construyen tu vida!”
La palabra una vez pronunciada, es como suave pluma lanzada al viento, difícilmente podrá ser recuperada, por eso es que entiendo que la transformación del hombre es lingüística.
La palabra está llena de poder, mientras que las palabras soeces, ofensivas, groseras, ruidosas, pronunciadas fuera de contexto alejan a la gente de tu vida; las palabras amables que brotan del fondo del alma y sobrepasan la vida, son como un ramo de hermosas flores, que se entregan como sublime regalo a quien te escucha.
Lo importante es que las “buenas” palabras, ¿Buenas?… ¡Sí!, es el contexto social el que dice cuales son buenas y cuales son insociables, –vallan acompañadas de las “buenas” acciones.
A propósito de buenas acciones, HOY parafraseo el humor del mexicano, que cuenta que el Gobernador de Sonora llega a la casa de la adivinadora más afamada del pueblo y le dice:
–– Ha de saber usted, que esta semana he soñado en reiteradas ocasiones con el palacio de gobierno y con muchos costales de sal. Quiero que por favor me diga ¿qué significa?
La adivinadora mira detenidamente su bola de cristal, luego ve al Gobernador y le dice:
–– Significa que el pueblo habla, ¡que dice palabras Señor Gobernador!
El Gobernador se queda pensando y le dice:
–– ¿Hablando…? ¿Palabras…? ¿En qué sentido?
La adivinadora mira de nuevo atentamente su bola de cristal y dice:
–– Si, señor, el pueblo está diciendo: “Gobernador… ¡sal del palacio!”
1http://www.solidaridad.net/noticia/490/anecdotas-y-parabolas-que-nos-haran-pensar