Hasta donde es posible observar, tanto en prensa, redes sociales y comentarios en la calle, existe un amplio consenso en torno a lo positivo de la actitud asumida por el secretario de gobernación, dando la cara y auspiciando el diálogo con el estudiantado del IPN. Coincidimos en que el camino correcto en la relación entre gobierno y la llamada sociedad civil es el del diálogo haciendo prevalecer la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza.

Osorio Chong se plegó a la solicitud de diálogo, salió a la calle, confrontó a los inconformes y, tras escuchar y leer el pliego de peticiones de la comunidad politécnica, ofreció una respuesta de la autoridad para el viernes 3 de los corrientes. Hasta ahí lo positivo de la apertura del secretario de gobernación. Ahora falta ver si el ofrecimiento gubernamental no queda en simulación y promesa no cumplida; el viernes conoceremos del entramado del paño.

Lo que no se puede hacer de lado es el contexto dentro del cual actuó la autoridad responsable de la política interna, y es en éste que habría que analizar el qué y el porqué de la inusual apertura al diálogo con el estudiantado inconforme.

Antes vale la pena señalar que el conflicto se genera al interior del Instituto Politécnico Nacional, derivado de un desacuerdo académico administrativo entre la dirección del plantel y estudiantes y maestros de la institución; careciendo de un trasfondo político extramuros y, por lo tanto, su solución no debería trascender este contexto. Sin embargo, se dejó crecer hasta el grado de rebasar capacidad de maniobra y autoridad tanto de la Dirección de la institución como de la Secretaría de Educación Pública; detonando el descontento y rechazo a medidas autoritarias impuestas por la autoridad educativa responsable.

De ahí el que los inconformes salieran a la calle y marcharan exigiendo la intervención del Secretario de Gobernación, cobrando así un conflicto académico administrativo que pudo haber sido resuelto intramuros, el carácter de problema político y social de relevancia nacional, cuando en el país el horno no está para bollos.

Problema por resolver, entre otros muchos, que a su vez se da dentro del marco tanto de las expectativas electorales del PRI para 2015 y 2018, como del peligro latente de un desborde social con motivo de la conmemoración el 2 de octubre de la masacre del 68. Evento este último que se inscribiera con sangre en la memoria colectiva. De ahí la pronta y hasta ahora al escribir estas líneas, eficaz respuesta del gobierno federal por conducto del Sr. Osorio Chong.

Peña Nieto no está en condiciones de afrontar un conflicto social mayor ni está en sus planes la derrota electoral de su partido. Mandó a parar a los politécnicos utilizando prudencia y mesura abrevando de la experiencia nefasta del 68 y estuvo en lo políticamente maduro y correcto, obteniendo también mesura, prudencia y madurez de la contraparte, la juventud politécnica. Aunque sentando el precedente de que todo conflicto social se resuelve en la calle, ejerciendo presión sobre una autoridad ciega y sorda la mayor de las veces, con marchas y plantones.

Para el gobierno de Peña Nieto, la oportuna y eficaz intervención del Sr. Osorio Chong, significó una medida exitosa, ganándose el aplauso unánime de la sociedad. Empero, no puede ignorarse que en el clima de paranoia que determina el rumbo de la política social del gobierno peñanietista, antes que el caos la prudencia. Dejándose sentir en el imaginario popular el miedo de la autoridad frente a una movilización social que al margen de partidos políticos y clientelismo a modo, crece, se organiza y actúa en consecuencia en oposición legítima a medidas antipopulares del gobierno.

No más en este país episodios sangrientos como el del 2 de octubre del 68, clama la sociedad y en esta tesitura, por miedo o por sensibilidad y madurez política, el Sr. Peña obtiene un punto a su favor. Ya veremos en los futuros comicios si ello se refleja en las urnas a favor de su partido, pesando más que las tan cacareadas reformas que conducirán a México a los terrenos del primer mundo.- Cd. Caucel, Yuc., octubre 5 de 2014.

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