El amenazante arribo del ébola mantiene a la población en inquietante espera y al gobierno organizando lo necesario para enfrentar esa nueva enfermedad con visos de posible pandemia. Los años que demoró el ébola constreñido al continente africano no alertaron a los laboratorios para elaborar el antídoto correspondiente, aunque fue difícil que lo hicieran sin el estímulo de las ganancias a las que están acostumbrados, pues el número de pacientes afectados por el ébola no garantizaba un buen negocio. Ya toca esta temible enfermedad las puertas de nuestra frontera norte y lo virulento de su contagio le otorga las características de un indeseado visitante.
La contundencia mortal del ébola nos recuerda los efectos de la fiebre amarilla, la viruela, el cáncer, el Sida en sus comienzos, y otras enfermedades como la influenza que indudablemente ayudan a “equilibrar” la vida en el planeta; aunque al final el hombre consigue derrotarlas, no sin antes pagar una elevada cuota de millones de seres humanos muertos. ¿Esperarán los laboratorios a que haya un buen número de infectados por esta nueva amenaza para encontrar la cura? Negocio, son negocios.
La más reciente experiencia en materia de pandemias la vivimos en México en 2009 cuando todo el país estaba a la expectativa, los noticiarios televisivos y las páginas de los periódicos se ocupaban de informar de manera prioritaria a la población sobre el virus de la influenza. Las autoridades de Salud en el país se coordinaron para hacer frente a la nueva amenaza contra el hombre.
Esa etapa la vivimos en el estado de Veracruz con características sui géneris, salpicadas de matices políticos que integran el anecdotario surrealista de una aldea con incipiente desarrollo. Aquí en Veracruz el secretario de salud veracruzano Manuel Lila de Arce aseguraba que la influencia estacional mataba más que el virus A/H1N1, “le estamos dando más importancia a la nueva y la anterior es la más peligrosa”.
En octubre de 2009, en la zona norte de nuestro estado se prendieron focos rojos porque en Tuxpan se confirmaron 21 casos de influenza y 13 en Poza Rica, la alarma aumentaba porque desde el centro del país se informaba del registro de varias muertes por esta enfermedad. Belisario Batancourt, presidente municipal de Chinampa de Gorostiza, por esas fechas falleció en Tampico y su muerte fue atribuida al virus A/H1N1, sin embargo, el gobernador veracruzano Fidel Herrera desmintió la versión argumentando que el comentario de funcionarios de Tamaulipas tenía tintes políticos (Un epidemiólogo de la Secretaría de Salud de Tamaulipas había asegurado que el alcalde murió a consecuencia de influenza humana). El gobernador Herrera Beltrán, pidió no “hacer carroña política” con este fallecimiento e informó que el deceso se debía a obesidad mórbida sobreviniéndole a Betancourt dos infartos que provocaron la muerte. En contrario: «Es un hombre de Veracruz de 46 años el que falleció en un hospital privado de la ciudad de Tampico, en el hospital Germain, y también el resultado está confirmado con influenza H1N1..», confirmó el epidemiólogo Alfredo Rodríguez Trujillo, “el alcalde ingresó por problemas respiratorios, en base a una neumonía atípica”. Sobre cuál era el motivo del diferendo nadie o pocos lo supieron.
De cualquier manera en octubre de 2009 Veracruz estaba entre las 16 entidades que el IMSS puso en semáforo naranja debido al incremento de casos con infecciones respiratorias agudas graves y con enfermedades Tipo Influenza (ETI), incluyendo la influenza A/H1N1; en la lista también figuraban Baja California, las dos, Nayarit, Colima, Aguascalientes, Querétaro, Hidalgo, Oaxaca, Distrito Federal, Tlaxcala, SLP, Nuevo León, Estado de México, Puebla y Tamaulipas. No estaba fácil la situación porque de escalar a semáforo rojo se saturarían los servicios de salud ocasionando la suspensión de cirugías selectivas.
Sin embargo, en Veracruz no se tenía registrada ni una muerte por influenza, “mentiras, totalmente mentiras, no hay ningún muerto por influenza, ninguno”, aseguraba Lila de Arce, negando así lo que el Delegado del IMSS, Zona Sur, Miguel Ángel Llera Bello, había informado en el sentido de que en Coatzacoalcos, en mayo anterior había fallecido una persona a causa de la Influenza A/H1N1, confirmado por un laboratorio de la ciudad de México.
Así se transitó aquella crisis de salud epidemiológica en Veracruz contra la influenza porcina mutada a influenza humana. Ya estacional y no pandémica la enfermedad está allí, controlada, queda para la anécdota la perseverante actitud del gobernador veracruzano negando que la enfermedad haya pasado por estas tierras, mucho menos que aquí se hubiera generado. La obsesiva negación dio nacimiento al mito de La Gloria, municipio de Perote ¿alguien lo recuerda?
Se recordará que la mutación de la enfermedad se radicaba en la entidad veracruzana, atribuida al supuesto mal manejo de desechos de Granjas Carroll, la transnacional criadora de cerdos ubicada en suelo peroteño, que por cierto negó fehacientemente la versión porque en ninguno de sus trabajadores (907) ni en sus 60 mil vientres se había detectado brote del virus. Pero hizo explosión noticiosa porque un niño de cinco años enfermó en la comunidad de La Gloria, presentando un cuadro infeccioso de gripa poco común al que logró sobrevivir, el tratamiento fue a base de paracetamol, según confesaron los médicos que lo atendieron y nunca se comprobó científicamente que hubiera padecido influenza, como lo difundieron las autoridades locales.
La Gloria se hizo famosa en Veracruz y hasta hubo la peregrina idea de convertirlo en un santuario turístico, para lo cual sin importar el impacto que provocaría en la mente de un niño de cinco años se le utilizó como motivo de atracción, hasta se le erigió una estatua al niño Edgar Hernández, considerado el “caso cero de la influenza AH1N1. Agencia del Golfo publicó una entrevista a Edgar el 28 de abril de 2010:
-“¿Te gusta tu vida y cómo ha cambiado después de que te enfermaras? -No. -¿Y por qué no, Edgar? cuéntanos. -Porque ya no quiero ir a la escuela. -¿Y por qué ya no quieres ir a la escuela? Edgar guarda silencio y voltea a ver a su mamá. Un tanto tímido mira y se atreve a decir: porque los niños me tratan mal. -¿Qué te hacen los niños?-Me pegan, me bajan la ropa y hasta los calzones. Edgar, poco a poco va tomando confianza y narra que los niños de su escuela se burlan de él porque hay una estatua suya en el parque del lugar donde vive, La Gloria. Incluso le pegan. “Ya estoy chocado”, y agrega que desde que se enfermó siempre van a tomarle fotos, a hacerle preguntas, las mismas, van y vienen reporteros. “No me dejan jugar”. Además, se siente triste de que los niños lo traten mal y se burlen de él por haber estado enfermo y por tener una estatua en el parque… Ya con una sonrisa, platica que le agrada la idea de una varita mágica, para volver el tiempo, no haberse enfermado, no haber sido señalado como el primero en padecer la influenza A(H1N1), y que la gente de La Gloria no le dijera que en el mundo se enfermaron y hasta murieron por su culpa”.
Algo ganó a cambio La Gloria porque se pavimentaron sus calles, el parque se remodeló, aunque quien sabe si el dispensario médico “bien equipado” que se instaló en aquellos tiempos siga funcionando y la villa siga siendo “un atractivo turístico”.
alfredobielmav@nullhotmail.com