Buen día apreciado lector:
Fíjese usted que hace poco, cuando el Señor Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo estuvo en el Palacio de Justicia de esta capital, su ciudad natal como es sabido, para dictar una conferencia magistral, al término, en la sesión de preguntas una persona entre los asistentes pidió el micrófono para hacer un comentario.
Lo hizo en tono amable. Pero le habló de “tu”, lo cual, fue demasiado notorio, causó gran sorpresa e impactó en el auditorio.
De inmediato provocó cuchicheos especulatorios sobre una posible y muy cercana amistad personal con el paisano, eso se pensó de entrada vaya; para hablarle así en público a un Señor Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se requiere mínimo ser de su familia o de su generación, o, tantas cosas que se pueden pensar.
El ilustre xalapeño vino al Palacio de Justicia a ofrecer una conferencia magistral sobre los aspectos relevantes en materia familiar, tema que permitió reflexionar sobre las formas y aplicación de los nuevos criterios doctrinales, legales y jurisprudenciales en lo relativo a los derechos de familia, atento al amplio contenido del artículo Primero constitucional.
Aunque no es precisamente el tema, la actitud de la persona “igualada”, se diría antes, nos hace reflexionar en los viejos tiempos de la infancia en que los padres nos enseñaron a respetar a nuestros mayores y en general a nuestros semejantes.
Caramba, era regla de oro hablarles de “usted”, de “oiga”, besarles la mano, la frente o las mejillas y nadie se sentía mal o sobajado; en la calle saludar con respeto, quitarse el sombrero, dar el lugar para sentarse, hacerse a un lado para que pasaran los adultos, ponerse de pie en el salón al entrar el maestro, tantas cosas que se han perdido.
Apenas la semana pasada revivimos esa época al escuchar al abogado Alberto Sosa Hernández presumir de sus padres, de la formación ético social que le dieronpara llegar a tener una formación profesional de la que dijo, conserva “en un principalísimo orden” en el altar de su vida.
“Ahí se encuentra una luz que ha de alumbrar toda mi existencia. Ahí se encuentra un retrato hablado de quienes, me arrullaron de niño, me llamaron la atención de adolescente y me brindaron una profunda y amorosa comprensión a lo largo de toda su vida, lo que me ayudó y ahora me sostiene por el sendero que llevo”.
Por eso ahora no se puede entender que en general nuestros hijos hayan cambiado esas reglas elementales que tienen a la sociedad de estos tiempos sacudida y aterrorizada.
Hoy en serio hay que llamarle la atención a la gente, hacer un sentido llamado a que hagamos una profunda reflexión, sobre todo a los padres de familia, a los abuelos, pero también a los periodistas, a los locutores, a los curas y ministros de todas las creencias.
De los “maestros”, mejor no invitarlos.
Yo creo que es tiempo que se empiecen campañas que llamen a la reflexión para conservar los valores; de lo contario no se dude que se arme una nueva Revolución que a nadie conviene
Que cada uno en su ámbito platique con sus hijos y demás cercanos, que se fomente una gran conciencia para rescatar lo perdido, que cada quien encuentre las alternativas.
Estamos en serio ante un alarmante problema, no nos dejemos superar.
Le pido de todo corazón, no eche este comentario “en saco roto”.
SOBRESALIENTE
Por cierto, un abrazo cariñoso para mi amigo y compañero de aventuras periodísticas Santos Solís Ríos, quien junto con su amable señora esposa, sus colaboradores y amigos invitados recordamos con envidia de la buena, la fundación del Diario Oye Veracruz que ha significado a Santos como un luchador incansable y hombre de bien.
Que tenga usted un fin de semana tranquilo.
gustavocadenamathey@nullhotmail.com