Después de Teodoro Dehesa (cinco mandatos, de 1892 a 1911) ningún otro gobernador ha rebasado los límites constitucionales establecidos para una gestión de gobierno. Ya en el periodo posrevolucionario, el Coronel Adalberto Tejeda gobernó durante dos periodos al Estado de Veracruz (1920-1923), (1928-1932), nadie más lo ha hecho, aunque entre nuestros contemporáneos Dante Delgado aspiró sin lograrlo. Ha habido gobernadores que no concluyeron sus periodos constitucionales, como Miguel Alemán Valdés y Ruiz Cortines, pero entre las causas no figuran los motivos violentos.
En otras latitudes, quizás no haya en la república mexicana una entidad federativa de tan complicada gobernanza como Guerrero, tal como lo demuestra la larga lista de gobernadores que no han concluido sus periodos, los más por causas que tuvieron como raíz la violencia. Sin duda, en ese fenómeno mucho tuvo que ver la facilidad con la que el gobierno de la federación desaparecía poderes estatales tomando como herramienta la constitución general y como medio constitucional al senado de la república. Pero es incuestionable que una variable permanente ha sido la violencia, los ancestrales rezagos sociales, las asimétricas desigualdades en la condición social y económica de sus pobladores y una clase política en cuya pista no aparece la solución a los problemas sociales sino el beneficio de grupos por intereses económicos.
Para referenciarnos en ese contexto podemos partir de cuándo una nueva generación política accedió al poder en México, la que había pisado aulas universitarias y dejó atrás la camada de políticos forjados en el movimiento revolucionario de 1910. Cuando se entraba al “civilismo”, para diferenciarlo de gobiernos encabezados por militares. Una concepción equívoca porque el presidente Portes Gil (1929-1930) no era militar y el Ingeniero Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) tipificaba más como civilista. Miguel Alemán Valdés ascendió al poder en 1946 y formó un equipo de colaboradores con cuna universitaria, con ellos gobernó y se apoyó en un grupo de amigos adyacentes al poder.
Ya casi para terminar su mandato, en 1951 Miguel Alemán hizo gobernador de Guerrero para el periodo 1951-1957 a su amigo Alejandro Gómez Maganda, casi su representante personal en Acapulco. Concluido el mandato de Mr. Amigo, el amigo fiel no midió las consecuencias al olvidar que en la presidencia ya estaba otro personaje, no el amigo, y que ese personaje, Ruiz Cortines, tenía que dejar constancia de que a Dios se le respetaba, no así a los santos, y tomando como pretexto una violación a las garantías individuales, el 20 de mayo de 1954 desapareció los poderes de Guerrero y en lugar de Gómez Maganda entró Daniel Arrieta Mateos, como gobernador sustituto.
El mismo presidente Ruiz Cortines, el que defenestró a Gómez Maganda, llegado el tiempo hizo candidato del PRI al gobierno de Guerrero, para el periodo 1957-1963, al General Luis Raúl Caballero Aburto, entre cuyos antecedentes destacaba el haber participado en la llamada Matanza de la Alameda, en julio de 1952, cuando se reprimió a una multitud que apoyaba la candidatura del General Miguel Enríquez Guzmán, el temible adversario electoral de Ruiz Cortines en las elecciones de ese año. No obstante y quizá por ese motivo, Caballero Aburto fue gobernador, hombre de mano dura para resolver los problemas que se le oponían; no fue casualidad que durante su mandato se hiciera famoso el llamado Pozo Meléndez, en Taxco, en donde se depositaban los restos de adversarios incómodos, un hecho que denunció ante el gobierno federal el entonces presidente municipal de Acapulco, Jorge Joseph Piedra, pero no hubo eco a esa denuncia. Caballero Aburto creó la Universidad de Guerrero, de donde partió su Waterloo en 1960 pues una huelga estudiantil que planteaba la autonomía universitaria se complicó el 30 de diciembre, ya que se produjeron hechos violentos con resultado de varios estudiantes muertos en la Plaza de Chilpancingo. El gobierno federal, que entonces ya encabezada Adolfo López Mateos, y que en Gobernación operaba Díaz Ordaz, decidió desaparecer los poderes y al relevo de Aburto entró Arturo Martínez Adame como gobernador provisional para concluir la gestión en 1963.
Para el siguiente periodo constitucional, de 1963-1969, el PRI postuló al médico militar Raymundo Abarca Alarcón, amigo de Donato Miranda Fonseca, Secretario de la Presidencia en el gobierno de López Mateos y uno de los precandidatos a sucederlo. Sus adversarios calificaban a Abarca como no apto en menesteres de la cosa pública. El 20 de agosto de 1967 hubo un enfrentamiento entre campesinos copreros con la intervención de la policía, con el resultado de varios muertos, la noticia de la Masacre de La Coprera, se le llamó, ocupó los titulares periodísticos desplazando eventualmente las noticias sobre Lucio Cabañas y Genaro Vázquez que hacían la faena desestabilizadora. El sangriento suceso propició la caída del líder nacional de la CNC, Amador Hernández, pero antes ya había cobrado víctima en quien era su delegado en Acapulco, el diputado veracruzano César del Ángel Fuentes, que pagó con cárcel aquella incursión. Lo gota que derramó el vaso fue cuando se acusó al gobernador de ser el autor intelectual de la muerte del líder de colonias, Alfredo López Cisneros (El Rey Lopitos), Abarca no resistió la presión y murió víctima de un infarto, sin concluir su mandato.
De cualquier manera, el PRI ya estaba en los prolegómenos de lanzar su candidato al gobierno para el periodo 1969-1975, el favorecido por el dedo de Díaz Ordaz fue Caritino Maldonado, un político de carrera, amigo del presidente poblano. Sin embargo, tampoco terminó su periodo de gobierno, porque cuando solo llevaba dos años en el poder el helicóptero en que viajaba cayó en la barranca de Guapaleta el 17 de abril de 1971. Lo sustituyó por unos días Roberto Rodríguez Mercado, mientras el alcalde de Acapulco Israel Nogueda Otero arreglaba sus asuntos para asumir el cargo de gobernador sustituto. Pero la gestión de Nogueda fue complicada por el activismo de Genaro Vázquez, quien secuestró al rector de la Universidad autónoma de Guerrero y a su vez Lucio Cabañas secuestró a Rubén Figueroa Figueroa, cuando este era candidato del PRI al gobierno. Israel Nogueda es acusado por fraude en la venta de terrenos ejidales y la Comisión Permanente del Congreso de la Unión decretó la desaparición de poderes, el presidente era Luis Echeverría y decidió que el sustituto de Israel Nogueda fuera Xavier Olea Muñoz, muy efímero por cierto.
Rubén Figueroa Figueroa sí terminó el sexenio (1975-1981), a pesar de ser acusado de múltiples desapariciones forzosas. Le siguió Alejandro Cervantes Delgado, quien también concluyó el mandato (1981-1987), y en ese orden institucional continuó Francisco Ruiz Massieu (1987-1993). Pero cuando se pensaba que todo seguiría igual, aquello volvió a la normalidad guerrerense. El sucesor de Ruiz Massieu fue Rubén Figueroa Alcocer para el periodo 1993-1999, que fue interrumpida por la matanza de Aguas Blancas el 28 de junio de 1995 (17 muertos y decenas de heridos) ejecutada por la policía del estado. La gravedad del acontecimiento hizo inevitable su remoción y el 12 de marzo de 1996 lo sustituyó Ángel Aguirre Rivero, quien completó el periodo.
Siguieron René Juárez Cisneros (1999-2005) y Zeferino Torreblanca (2005-2011), quien entregó la estafeta el primero de abril de 2011 a Ángel Aguirre Rivero, y éste, sólo para no variar, presentó solicitud de licencia al cargo de gobernador de Guerrero el 23 de octubre de 2014, EL 25 EL Congreso le aceptó la licencia y el 26 tomó protesta de Ley como gobernador interino Rogelio Ortega, a ver cómo le va. Es la serpiente mordiéndose la cola.
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