Pero si no es posible suprimir o exterminar a las burocracias, si lo es reducirlas, humanizarlas, limitar sus poderes y someterlas al control de la sociedad. Este control tiene un nombre: democracia.
Octavio Paz.

Los insultos no son ideas, es solo muestra de impotencia; así podría dar comienzo la narrativa de un libro que tocara los matices del México del Siglo XXI como lo hiciera el periodista estadounidense John Kenneth Turner, con su libro de México Bárbaro.
Me he dado a la tarea de escuchar con detenimiento muchos de los mensajes que en la plazas se expresan durante las diferentes manifestaciones, y si realizara un análisis de frecuencia estadística podría observar que el timbre que caracteriza a los “discursos” son la falta justamente de mensaje y el predominio de los insultos.
Algunos dirán que el gobierno las merece, entiendo plenamente que en muchos casos es cierto, pero también como aspirante a un serio analista, asumo que al no tener un rumbo definido mediante el mensaje, las manifestaciones encuentran limitada la posibilidad de dar cauce para avances reales con los cuales transitemos a mejores puertos.
Hoy el reclamo se debe realizar como exhibición de la incompetencia, no a través de los insultos. La reciprocidad del respeto eleva románticamente el concepto de ciudadanía.
Debemos enviar por la tangente a todos aquellos que se muestren como mártires de actos delictivos. Como sociedad solo podremos darle sentido a nuestro avance económico, político y social conforme adoptemos una postura de educación y legalidad.
Realizar acciones al margen de la ley es igual de denigrante que las que puedan llegar a desempeñar los agentes públicos desde sus trincheras. De no ser así iremos paulatinamente erosionando el pacto social, esto no redefiniría al Estado, sería simplemente un acto de involución.
Planteo que existiría un retroceso, porque si bien la democracia y la redistribución del ingreso no son tan efectivas como uno esperara, también es cierto que gozamos de alcances que en ocasiones países con mayor ingreso per cápita no han podido conquistar.
Durante muchos años los movimientos sociales en México han pujado para que las instituciones económicas sean lo sufrientemente inclusivas, y en gran medida se ha avanzado, probablemente no al ritmo esperado, pero existen.
Los espacios están ahí, nadie los busca; nuestro país es mágico, no sé cómo pero se mueve, no sé cómo pero mucha gente con solo la apariencia avanza.
Entonces aquellos que dicen que México está bronco, les digo solo hay un México bárbaro donde el interés común es divergente, donde reina la apatía, y la colisión es utilizada como catarsis para el sufrimiento colectivo.
Como en mi anterior artículo recurro a la palabra catarsis, dado que no encuentro otro punto que ejemplifique las acciones sociales. Porque esos mismos que van y piden educación de calidad, son los mismos que no la hacen suya, no ejercen la subjetividad de sus derechos.
Esos que piden que no violen las normas, son los mismos que no cumplen con rasgos mínimos de civilidad día a día. Solo se puede edifica la prosperidad cuando lo que se dice o reclama uno mismo lo refrenda con sus actos.
Recordando:
• Para quienes piensan que el destino económico de un país está predeterminado por la situación geográfica o el legado cultural, Daron Acemoglu y Jim Robinson tienen malas noticias. Son las instituciones artificiales, y no la naturaleza del terreno ni la fe de nuestros antepasados, lo que determina que un país es rico o pobre.
• 7 de 10 personas en el mundo viven en un país donde la desigualdad está peor que hace 30 años ONU.
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